En medio de un paisaje árido y desolado, surge la imponente figura del cactus Ferocactus wislizenii, una joya de la naturaleza que se erige con fortaleza y resistencia en el desierto.  

Historiasmx. – Su cuerpo de forma globular, con un color verde grisáceo, es un espectáculo que llama la atención de aquellos que se aventuran a explorar estas tierras inhóspitas. 

Una especie en peligro de extinción que se localiza en el desierto Chihuahuense y el Bolsón de Mapimí.

Con alturas que oscilan entre los 6 y 12 decímetros, y diámetros que van de los 45 a los 80 centímetros, estos cactus destacan por su presencia imponente. A lo largo de su tallo, se presentan entre 20 y 28 costillas longitudinales que le otorgan una apariencia única y fascinante.  

En cada una de estas costillas, se encuentran aureolas que dan lugar a 4 espinas centrales, las más grandes y prominentes, y de 12 a 20 espinas radiales que adornan este tesoro del desierto. 

Es posible apreciar la floración durante la temporada de primavera-vernao.

Pero es en la cima del tallo donde se despliega un verdadero espectáculo de la naturaleza: las flores de Ferocactus wislizenii. Con forma de embudo y colores que oscilan entre el rojo y el amarillo, estas flores cautivan con su belleza.  

De hasta 6 centímetros de longitud, florecen de manera esporádica al final de la primavera y en abundancia durante el verano, brindando un oasis de color en medio de la aridez. 

Sin embargo, este cactus no solo es un deleite para la vista, sino que también desempeña un papel crucial en el ecosistema. Su fruto, de color amarillo y en forma de barril, es una fuente de alimento para diversas especies.  

Detrás de cada flor, crece una fruta, la cual se conoce como pitaya, similar a la tuna.

El venado bura, conejos e incluso el ganado encuentran en él una deliciosa fuente de sustento si las espinas son removidas. Además, algunos pueblos han descubierto la versatilidad de la pulpa del cactus, utilizándola para crear jaleas y dulces tradicionales. Las semillas, por su parte, son dispersadas por aves y roedores, permitiendo la reproducción de esta especie que puede vivir entre 50 y 130 años. 

Esta especie para alcanzar una altura de más de 50cm, puede tardar hasta más 50 años en crecer.

La peculiaridad de Ferocactus wislizenii no se detiene allí. Se ha observado que estos cactus tienden a inclinarse y apuntar hacia el sudoeste. Esta curiosa inclinación ha generado diversas teorías, una de las cuales sugiere que el crecimiento se ve afectado en la parte expuesta al sol de la tarde, la de mayor calor. Por tanto, al trasplantar un espécimen, se recomienda orientarlo de acuerdo a su posición original, para asegurar su desarrollo óptimo. 

Las flores en el pasado, eran empleadas por tribus de nómadas, cazadores y recolectores, las cuales servían como alimento.

En un entorno hostil y desafiante, el cactus Ferocactus wislizenii se erige como un verdadero superviviente. Su belleza y adaptación al desierto son un recordatorio de la maravillosa diversidad de la flora en nuestro planeta.  

Una mantis religiosa cazando al margen de la flor.

Cada vez que nos encontramos con uno de estos tesoros espinosos, podemos contemplar la grandiosidad y la capacidad de adaptación de la naturaleza en su forma más impresionante. 

Fotografía: Historiasmx / Gorki Rodríguez.  

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