En los cerros y sierras de los desiertos del Bolsón de Mapimí y Chihuahuense, habita el Ocotillo, el cual aparte de hermosas flores es utilizado para crear techos y cercas.  

Historiasmx. – El vasto y árido paisaje del suroeste de los Estados Unidos y el norte de México es el hogar de una planta que se ha ganado un lugar especial en la iconografía del desierto: el ocotillo (Fouquieria splendens).  

Aunque en gran parte del año se presenta como un conjunto de palos secos y grises, esta singular planta revela su esencia verdadera durante la temporada de lluvias, cuando se cubre con hojas ovaladas y pequeñas, y muestra un despliegue asombroso de flores rojas brillantes. 

Conocido también como «coachwhip», «Jacob’s staff» y «vine cactus» en inglés, el ocotillo (Fouquieria splendens) pertenece al género Fouquieria y a la familia Fouquieriaceae. Su aspecto es el de un arbusto formado por palos erectos y secos de color grisáceo que contrastan con el entorno desértico. 

Este enigmático ser de la naturaleza se encuentra en un íntimo vínculo con los desiertos, habitando en áreas con matorrales xerófilos, suelos rocosos, calizos y negros, y compartiendo su espacio con cactáceas y yucas. 

Durante la temporada de lluvias, el ocotillo muestra su transformación más llamativa. Los palos secos se revisten rápidamente con hojas verdes ovales que brotan en respuesta a las escasas precipitaciones. Este cambio de apariencia es un espectáculo fascinante que capta la atención de quienes se aventuran a explorar los desiertos donde habita. 

A pesar de su aparente fragilidad, el ocotillo es un sobreviviente en un entorno hostil. Sus vástagos pueden alcanzar hasta 5 centímetros de diámetro en la base y llegar a alturas de hasta 10 metros.  

Aunque su base está densamente ramificada, las ramas superiores se asemejan a postes que se dividen más lejos de la base. A medida que las hojas emergen de la base de las espinas dorsales, los ocotillos se transforman en un mar de verde durante la temporada de lluvias. 

Las flores del ocotillo, con su distintivo color rojo brillante, aparecen en primavera y verano. Agrupadas en forma de tubo en la extremidad de los vástagos, estas flores son un llamado a los polinizadores y un espectáculo cautivador en medio del paisaje desértico. 

Aunque el ocotillo es nativo de una vasta región que abarca desde el suroeste de los Estados Unidos hasta el centro-norte de México, su presencia ha dejado huella en la cultura y el paisaje.  

En México, este arbusto es utilizado para delimitar terrenos, y sus postes son una elección común para la construcción de cercas. Su adaptación al desierto y su capacidad para sobrevivir y prosperar en condiciones extremas lo convierten en un ejemplo de la tenacidad y la belleza de la vida en los ecosistemas más desafiantes de la Tierra. 

Por: Gorki Belisario Rodríguez Ávila.  

Fotografía: Historiasmx.  

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