En la porción centro-este del municipio de Jiménez, Chihuahua, 17 mil plantas de sotol, se encuentran en crecimiento, como una alternativa de cultivo. Una planta autóctona del gran desierto Chihuahuense y que es resistente a las sequias.
Jiménez, Chihuahua (Historiasmx-Faridy Bujaidar) . – Supe de Isaías por una serie de pláticas virtuales sobre el sotol organizada por el Instituto Mexicano de Ingenieros Químicos (IMIC). Al finalizar, al momento de las preguntas Isaías abrió su cámara y su micrófono para preguntarle a uno de los ponentes dónde compraba la planta de sotol, y le respondieron que no tienen plantas en venta.
Entonces Isaías dijo que él estaba empezando a sembrar sotol en Jiménez. Personalmente no sabía de ninguna iniciativa particular para la siembra del sotol sin que mediara alguna institución educativa o gubernamental, así que lo contacté y él de manera amable y accesible me invitó a conocer el rancho familiar en Jiménez.
Le pedí a mi tía Abi que me acompañara y fuimos a visitarlo el 26 de agosto; tomamos la carretera a Camargo y doblamos a la izquierda poco antes de llegar a Torreoncitos, al fondo de este camino se encuentra la entrada al rancho Nuevo Tampico, ahí conocí a Isaías, a su esposa Cristina, a su pequeña hija Sara y a su padre, que también es Isaías.
Al entrar al rancho percibí un aroma dulce de pasto recién cortado, y, a diferencia de otros ranchos nogaleros por los que he caminado, el piso se sintió suave y esponjoso, más oxigenado, estaba recubierto de hierba verde. Llegamos, nos presentamos y comencé a platicar con Isaías hijo.
Tiene 34 años y estudió Ingeniería biomédica en la Universidad La Salle, y su perfil profesional no discute con su vocación ranchera, ya que ha sabido aplicar los dotes de su ingenio en la estructura y funcionamiento de los ranchos que dirige junto a su familia. Según me contó, la escasez de agua y el incremento de plantaciones de nogales los motivó a hacer cambios en la logística de su producción convencional para poder certificar su producción como orgánica, también iniciaron con pequeños cultivos experimentales de plantas que no requirieran tanta agua, así que iniciaron con los pistaches y los sotoles.
Pero ¿Qué nos dice una certificación? No existe una sola respuesta, porque hay de certificaciones a certificaciones, depende de quién las haga y con qué fin. En este caso, la certificación orgánica del rancho Nuevo Tampico, es avalada por la compañía Primus para Estados Unidos y Canadá, y tal vez, próximamente para Europa.
Esta certificación acredita que la tierra está libre de herbicidas, insecticidas y plaguicidas tóxicos, y para obtenerla se tienen que hacer auditorías que corroboran las sustancias usadas, todo esto en complemento con análisis del suelo. Esta certificación además constituye una forma de incrementar el valor económico de la nuez en el mercado internacional, en este caso hasta en un 20%.
La iniciativa de convertir el rancho en orgánico les ha implicado el cultivo de veinte cepas diferentes que reemplazan el uso de fertilizantes químicos, plaguicidas e insecticidas; también crearon lombricarios (granja de lombrices) y una granja acuícola donde tienen tilapia para la obtención de humus, fósforo y potasio, provenientes del estiércol del pez, productos que nutren la tierra por medio de su infiltración por medio del sistema de riego.
Cada una de estas granjas está dotada de un gran ingenio que se forjó de manera experimental a fuerza de ensayo y error: el equipo de trabajo registró sus observaciones en bitácoras para poder analizar los resultados y así, mejorar sus producciones. Debido a esto, las plagas son reguladas a través de diferentes métodos como el uso de insecticidas mecánicos que están dirigidos a la contención de las plagas, más no a su erradicación.
“…las plagas no son un enemigo, o sea, están ahí por algo, entonces la idea no es acabar la plaga al cien por ciento, también si apagas la plaga ¿Qué va a comer el insecto benéfico? Entonces hay veces que, sin querer, eliminas una plaga primaria y una que era secundaria se convierte en primaria y no tienes el conocimiento para combatirlo, entonces, tú mismo provocas que esa plaga te afecte más y al estar echando venenos provocas que las plagas sean cada vez más resistentes a los venenos” (Isaías hijo, 2021).
Siguiendo esta lógica de producción, el rancho también aleja a los trabajadores de la exposición de sustancias tóxicas que son utilizadas en los ranchos convencionales:
“Y una de las cosas principales es que no aplicamos venenos, no aplicamos fertilizantes químicos, venenos, nada, nada, o sea que los mismos operadores andan contentos porque no andan tirando los venenos que en otras huertas aplican. Nosotros aquí, ya con los años que tenemos, hasta los perros andan contentos. A veces echamos el ajo y sí les molesta, pero es solo una aplicación” (Isaías padre, 2021).
Ahora, la familia Bañuelos se trazó un nuevo reto con la siembra de sotol. “Lo que no se mide, no se puede mejorar” me dijo Isaías hijo casi al inicio de nuestra conversación, y él, sin tener experiencia con este cultivo diseñó su marco de plantación y ahora tienen 17,000 sotolitos, iniciando una nueva etapa de observación y experimentación, apostándole a una planta local que pueda proliferar frente a la escasez de agua. Y, a pesar de que el sotol es el alimento perfecto para las liebres, corrió la fortuna que este año fue prolífico en lluvias, lo que generó alimento en abundancia para estos roedores.
Parece que está iniciando también una nueva etapa para esta planta que históricamente ha sido aprovechada del entorno silvestre, y que por lo tanto ha tenido que hacer frente a una larga deforestación por la creciente demanda de esta bebida en el mercado nacional e internacional. Personalmente solo puedo preguntarme ¿En realidad puede el ingenio ayudarnos a afrontar las adversidades del Antropoceno? Solo me queda esperar y desearle a esta bella familia el mejor de los éxitos en sus iniciativas que permean también en el desarrollo local.
Por: Faridy Bujaidar.
Fotografía: Faridy Bujaidar.