Historias.- A las faldas de la Sierra de Chupaderos en el municipio de Jiménez, y a una altura menor a los 2100 metros sobre el nivel del mar (msnm), que solo se alcanzan estando en la cima de la Sierra. La tarde caía lentamente, ocultándose entre las plantas de Dasylirion o Sotol.
La meta para cuatro amantes del desierto fue escalar el punto más alto de Jiménez, así como conocer más sobre la planta del Sotol, utilizada para la elaboración del destilado que lleva por nombre el mismo que la planta.
Aunque la meta no se completó al cien por ciento, las familias de planta de Sotol, muy diferentes a la variedad que hay kilómetros más delante de Chupaderos, en la Sierra del Diablo, fueron el complemento perfecto para finalizar el recorrido.
Las características del suelo, lomerío drenado y por donde los arroyos fluviales fluyen de la sierra a la parte baja, son parte de las características esenciales de la geografía para que las familias de Sotol crezcan, mismas que se encuentran en Chupaderos.
Al bajar de la sierra, entre el monte y entre el contraste de la sombra de los cerros y la iluminación pereciente del sol, una lumbre encendida por Oscar y Luis G., comenzó a arder pacientemente con leña de mezquite, orégano y gobernadora, a la espera de convertirse en brasa para asar unos cortes de carne.
“Entonces la planta es agave o no”, comentó alguien del grupo en alusión al Sotol, mientras que Luis M., sacaba de entre la hielera cargada con la cena una botella de Sotol helada por los hielos que refrigeraron la comida durante las horas de sol.
Seguido, alguien más respondió que “la planta no tenía nada que ver con el agave ya que esta era del género Dasylirion, endémica del gran desierto chihuahuense, que comprende parte del sur de los Estados Unidos de Norteamérica, y que dadas las condiciones en que crece dentro del desierto es como va adquiriendo su sabor” …
Acechadas por el intenso calor, las largas y repetitivas sequías del desierto, bajo el viento, lluvia, frío y por las noches al cobijo de la luna, el sotol se va curtiendo como el hombre de Chihuahua, recolectando en el alma del sotol o penca, los sabores durante su proceso de crecimiento de entre 30 a 50 años.
Una franja de plantas de Sotol al lado de la lumbre y una de destilado de Sotol en la mano Luis, fueron la simbiosis perfecta para conocer sobre el hábitat natural en que crece la planta y degustar el producto final tras el proceso de destilación.
El sol se ocultó y la luna comenzó a emerger desde la sierra de San Francisco, atrayendo un fresco característico del desierto que fue mitigado por el destilado de Sotol, que presentaba un perlado abundante, un golpe de sabor fuerte en la primera ingesta, pero agradable al paladar y más aún si es acompañado por cítricos, especialmente por la naranja.
“Un Sotol para la digestión”, comentaron Luis G., Luis M, y Oscar M., luego de cenar a la luz de la luna y el frío del desierto, unos trozos de carne, que fue pasada con degustaciones de destilado de Sotol.
Utilizado para la digestión, se debe tomar con caución para que los efectos del alcohol no alteren la conciencia; el Sotol es la bebida perfecta para degustar un trozo del gran desierto Chihuahuense, disfrutar su sabor fuerte como lo es su cosecha y de su carácter único y diferente a los destilados del agave: bacanora, mezcal, raicilla y tequila. Un destilado por excelencia del estado de Chihuahua que ha ganado un lugar en el mercado estatal, nacional e internacional.
Fotografía: Historias.