Jiménez Chihuahua (Historias). – Han pasado 96 años desde el primer registro de la producción del sotol en Jiménez, en 1927. En todo ese tiempo pareciera que la fiebre del sotol quedó en el olvido y solo en los anales de la historia, hasta actualmente, donde un proyecto para la producción de sotol se encuentra en ciernes en las zonas más remotas de Jiménez.
Antes del 24 de diciembre del 2022, el viaje a la ruta del sotol en Jiménez se emprendió en compañía de Luis y Polo; con quienes, durante un trayecto de cinco horas, por caminos de terracería, la plática central fue la planta de sotol y su proceso hasta convertirse en la bebida espirituosa que lleva por nombre mismo el de la planta.
Con cigarro en boca, a mitad de camino y un frío de menos 3 grados centígrados y la noche ya entrante, mientras Luis manejaba una troca de Diesel que halaba una traílla de las conocidas como de “ganso”, cargada con provisiones, comentó que –en este frío era el tiempo ideal para la cosecha del sotol, ya que la planta entraba en receso y concentraba todas las azucares en la piña, que es utilizada para la elaboración del destilado-, contenido de azúcar que sirve para el proceso de fermentación y un sabor más intenso.
La noche llegó y aún dos horas nos separaban para llegar a un rancho por la Sierra del Diablo del municipio de Jiménez, tiempo suficiente para aprender más sobre la planta de sotol, la cual mencionó Luis que –la planta se parece más a una cebolla que a cualquier otra cosa (…) cuando se cosecha el sotol silvestre y se le tumban las hojas de la planta, la penca es literal una cebolla porque es una hoja encima de otra hoja, no es una penca carnosa como el agave-
A las ocho de la noche llegamos al rancho y una jauría de coyotes nos recibió; aunque era temprano, la oscuridad total y un frío extremo, infundía la sensación de ser de madrugada. Inmediatamente bajamos las provisiones, y una vez terminado, nos refugiamos en un pequeño cuarto en donde estaban las habitaciones, cocina, mesa y a un lado el baño. Polo se apresuró y prendió el calentón de leña, hecho con rines de autos, cuya combustión fue alimentada por macizos troncos de mezquite.
El primer día y noche transcurrieron, a la mañana siguiente, jueves 22 de diciembre del 2022, la temperatura amaneció por debajo de los cero grados centígrados, y el agua del tinaco para lavarse las manos con escarcha de hielo. Luego del desayuno, huevos con chorizo y varias tazas de café, nos dirigimos a la bodega, en donde al interior de la misma se encontraban apiladas alrededor de 30 pencas de sotol, un poco viejas ya.
Luis comentó que –las pencas de sotol fueron parte de un experimento, por lo que ya no podían utilizarse para la elaboración del destilado, pero sí podrían ser utilizadas como forraje para el ganado, que junto con otro alimento se complementa la alimentación para el ganado-.
“Lo que ven como color café en las hojas de la penca, son los azúcares de la planta, que ayudan a fermentar después de que la penca se coce, maja y pasa a las piletas de fermentación, por eso la importancia de cortar la planta en tiempo de frío, cuando los azúcares están concentrados”.
Frío extremo por la noche y día cálido, pero con viento helado; así fue el clima durante todo el jueves. Terminando de conocer más sobre las pencas del sotol, ya entrada la tarde, Polo, cocinó unos pollos ahumados preparados por él mismo y empacados al alto vació. Dos muslos para cada quien, una porción de hígado previamente preparado y empacado al alto vacío también, tortillas y soda sabor cola; comida para seguir con ánimo y fuerza la tarde del jueves.
Al concluir la comida y ya transcurridas unas horas la tarde llegaba y con ella el crudo frío del desierto. A las cinco de la tarde Luis, alistó una troca de modelo atrasado, motor a Diesel, y con llanta para terreno duro, -vamos al ejido, vénganse-, Polo subió del lado de la ventana y yo en la parte de en medio. Avanzando por caminos en la pradera de pasto de la variedad TOBOSO, la troca se detuvo y la inquietud se hizo sentir –va qué raro, a ver si quiere jalar- dijo Luis, que después de varios estareos la troca por fin volvió a funcionar.
Durante todo el camino, fue la misma dinámica, poco avance, para cuando la troca se volvía a matar, así hasta llegar al ejido.
En una casa blanca, de techo alto y con un fuerte olor a menudo, Don Lolis, recibió a Luis y posteriormente invitándonos a pasar a mí y a Polo, al interior de la casa. Una casa sencilla, con un mesón grande al centro de la cocina, una estufa en donde se encontraba una olla grande con menudo, una alacena y herramienta regada por el suelo.
Amablemente, Don Lolis nos invitó una taza de café, ofreciéndonos a su vez, menudo; aceptando únicamente la tasa de café. Don Lolis, nos platico acerca de su vida, lugar de origen y algunas vivencias, así hasta llegar la noche, momento en que partimos de nuevo al rancho.
El atardecer ofreció todo un espectáculo, cielos color naranja y púrpura, así hasta que la noche cayó y junto con la oscuridad el frío intenso.
De nuevo en la casa del rancho, el calentón comenzó a humear y en el comal de la estufa, Polo comenzó a preparar unas quesadillas para la cena. La diferencia de la temperatura dentro de la casa y fuera era abismal; un frío que calaba en los huesos al exterior de la casa, mientras al interior el calor del calentón obligaba a quitarse la chamarra.
Al término de la cena, con una botella de Sotol, y entre platica y destellos de una luz intensa que traspasaba las cortinas de la ventana, Luis comentó que este sotol “Isla del Cielo, es parte del experimento que habían hecho, en miras de en algún momento ya con todos los permisos de explotación de la planta y producción para el destilado, echar a andar una vinata (…) este sotol yo lo hice a mi gusto, si se fijan es noble de sabor, no te cala y es muy agradable, y sobre lo otro, saben que aquí de repente hemos visto como esferas de luz, que hacen los mismo que vieron ahorita, ya estamos acostumbrados”.
Después de una noche amena de sotol, la mañana del viernes llegó, el frío se recrudeció aún más, pero fue mitigado con café y un desayuno nutritivo, para después tomar camino a la ruta del sotol, avanzando entre un camino pedregosos y con vista de frente a la Sierra del Diablo y con vista atrás a la Sierra del Almagré, llegamos a uno de los muchos acantilados por la parte trasera de la sierra.
Al caminar unos cuantos metros en dirección a un cañón formado por dos acantilados en la sierra, como por arte de magia, comenzaron a visualizarse en grandes familias, enormes plantas de sotol de diferentes tamaños, edades y variedades.
“Mira nomas esto es increíble, cuantas plantas de sotol, el vaquero dice que en un día de cosecha puede hacer hasta cien pencas, esta es la ruta del sotol mi Gorki” comentó Polo…
Segunda Parte.
Por: Gorki Belisario Rodríguez Ávila.
Fotografía: Historias / Gorki Rodríguez.