El arsénico en el agua subterránea tiene dos principales fuentes: natural y antropogénica. De manera natural, los minerales del subsuelo, en contacto prolongado con el agua, liberan este elemento tóxico. Sin embargo, actividades humanas como el uso intensivo de agroquímicos y la sobreexplotación de pozos han exacerbado el problema.
HISTORIASMX. – La contaminación por arsénico en el agua destinada al consumo humano es una crisis que permanece en gran medida invisible en México, especialmente en regiones como Jiménez, Chihuahua. Este municipio, enclavado en una zona árida del país, enfrenta un reto monumental: garantizar la calidad del recurso más básico para la vida.
Jiménez, con una población predominantemente rural y un índice de marginación significativo, ha sido víctima de la presencia de arsénico en sus aguas subterráneas. Este elemento, conocido por sus efectos tóxicos, puede causar daños irreversibles a la salud incluso en bajas concentraciones. El fenómeno no es exclusivo de esta región, pero aquí se acentúa debido a la combinación de factores geológicos y la sobreexplotación de los acuíferos.
Un diagnóstico alarmante.
El informe elaborado en el marco del proyecto de investigación de la Central de Organizaciones Campesinas y Populares (COCyP) reveló que, de 60 muestras tomadas en Jiménez, más del 70% excedían los niveles permitidos de arsénico según la Norma Oficial Mexicana NOM-127-SSA1-1994. En algunos casos, las concentraciones llegaron a ser hasta 10 veces superiores al límite establecido. Comunidades como Ejido Águila y Ejido Miguel Hidalgo registraron niveles críticos, superando los 400 ppb (partes por billón), lo que convierte al agua en un agente peligroso para sus habitantes.
Las causas del problema.
El arsénico en el agua subterránea tiene dos principales fuentes: natural y antropogénica. De manera natural, los minerales del subsuelo, en contacto prolongado con el agua, liberan este elemento tóxico. Sin embargo, actividades humanas como el uso intensivo de agroquímicos y la sobreexplotación de pozos han exacerbado el problema. La expansión del cultivo de nogal en la región es un factor clave. Este monocultivo, altamente demandante de agua, ha llevado al agotamiento de los mantos acuíferos, lo que reduce la capacidad de recarga y concentra aún más los contaminantes.
El impacto en la salud.
Los efectos del arsénico en el cuerpo humano son devastadores. La exposición prolongada puede causar desde lesiones cutáneas hasta cáncer en diferentes órganos. En Jiménez, los síntomas de intoxicación se confunden con alergias y problemas respiratorios, dificultando una detección temprana. La falta de recursos médicos especializados agrava aún más esta situación.
Una lucha por soluciones.
El proyecto realizado por la COCyP plantea varias recomendaciones para mitigar esta problemática:
- Educación comunitaria: Informar a la población sobre los riesgos del arsénico y la correcta utilización del agua.
- Implementación de tecnologías de remoción de metales: Promover métodos como la ósmosis inversa en las plantas potabilizadoras.
- Regulación estricta del uso del agua: Controlar el consumo excesivo en actividades agrícolas y establecer límites claros para la explotación de pozos.
- Monitoreo constante: Realizar análisis regulares para identificar zonas de mayor riesgo.
Aunque estas propuestas son viables, enfrentan obstáculos económicos y políticos. La instalación de tecnologías avanzadas, como las plantas de ósmosis inversa, representa una inversión que muchas comunidades no pueden costear.
El camino por recorrer.
La contaminación por arsénico en Jiménez, Chihuahua, es un problema que exige atención inmediata. Más allá de los estudios científicos, es crucial un esfuerzo conjunto entre autoridades, organizaciones civiles y la propia comunidad para implementar soluciones efectivas. La preservación de los recursos hídricos y la salud de sus habitantes no pueden seguir siendo postergadas.
Con iniciativas concretas y la voluntad política adecuada, Jiménez podría convertirse en un ejemplo de resiliencia frente a la crisis ambiental. Pero el tiempo corre, y cada día que pasa sin acción es un día más de riesgo para miles de personas que dependen de estas aguas.