Fotografía: Gorki Rodríguez / HISTORIASMX.

En la esquina de una antigua biblioteca de tres pisos —una joya oculta de saberes— se cocinaba algo más que conocimiento: se preparaba un encuentro con la historia misma. Gorki Rodríguez, Periodista y explorador de las memorias del norte, se acercaba a la sede de esta conversación.

HISTORIASMX. – El calor del desierto chihuahuense parecía hervir entre las banquetas ese viernes de abril. El sol golpeaba con fuerza sobre la ciudad de Chihuahua, como si anunciara que lo que se discutiría esa tarde tendría raíces profundas en el polvo, el sotol y la historia.

En la esquina de una antigua biblioteca de tres pisos —una joya oculta de saberes— se cocinaba algo más que conocimiento: se preparaba un encuentro con la historia misma. Gorki Rodríguez, Periodista y explorador de las memorias del norte, se acercaba a la sede de esta conversación. Al entrar, fue recibido por Flor, quien desde el umbral de la biblioteca le ofreció una taza de café, humeante y oscuro, como preludio de la intensidad que vendría.

La biblioteca no era cualquier espacio. Era un santuario de libros, columnas de conocimiento, anaqueles repletos de documentos que hablaban en voz baja sobre siglos de historia. Y al fondo, aguardando frente a una mesa con diferentes variedades de sotol, se encontraba el historiador Jesús Vargas Valdés, listo para compartir la historia no escrita de una planta tan olvidada como poderosa.

🌵 Sotol, sereque y resistencia.

Jesús Vargas no tardó en abrir el tema con una afirmación lapidaria:
“Con el nombre de sotol o sereque se identifica una planta que ha estado presente desde tiempos remotos en la dieta de los pueblos del norte. Pero hoy la conocemos más por su bebida que por su historia.”

Ahí empezó el viaje. El historiador sacó un manuscrito encuadernado, donde se leía el título de su investigación: “Historia del Sotol”. En él, se delineaban las raíces botánicas del Dasylirion spp., planta florífera, espinosa, adaptada a la rudeza del desierto y compañera constante del ser humano desde Aguascalientes hasta el suroeste de Estados Unidos.

Pero más allá de su morfología, lo que importaba ese día eran sus usos y sus símbolos.

🔥 De alimento prehispánico a bebida de resistencia.

Vargas relató que las tribus antiguas de Chihuahua consumían la “cabeza” del sotol como alimento en épocas de sequía. Pero, en algún punto olvidado de la historia, alguien —posiblemente en tierras mesoamericanas— descubrió que al asarlo y dejarlo fermentar, el sotol generaba un jugo dulce y embriagador. Así nació la bebida que hoy conocemos.

“Fue un descubrimiento accidental, como muchos grandes descubrimientos de la humanidad”, añadió el historiador mientras servía un poco de sotol en un vaso.

Las culturas agrícolas posteriores incorporaron este fermento en sus rituales religiosos. En Paquimé, explicó Vargas, se encontraron estufas prehispánicas usadas para cocer el sotol. No obstante, la destilación fue introducida por los españoles, y con ello nació una nueva fase de bebidas como el tequila, el mezcal, el bacanora y el sotol.

📉 Una historia de marginación y desprecio cultural.

“El sotol no tuvo la suerte del tequila”, dijo Jesús Vargas con tono reflexivo.
Y explicó por qué.

Durante el Porfiriato y los años posteriores, las élites urbanas despreciaron el sotol por considerarlo una bebida de pobres. Mientras el tequila se industrializaba con orgullo en Jalisco, el sotol era perseguido como producto marginal.

En 1905, con una población estatal de 325 mil personas, se registraron 32 vinatas de sotol, con una producción anual de 172,752 litros, pero muchas más operaban en secreto. La campaña antialcohólica del gobierno estatal durante la ley seca en Estados Unidos devastó la producción local.

“En vez de industrializarlo, lo criminalizaron. La cultura productiva del sotol fue barrida por prejuicios de clase y conveniencia política.”

Vargas denunció también el control del mercado de alcohol por mafias fronterizas y la destrucción sistemática de vinatas artesanales.

🌱 Renacer con obstáculos.

A pesar de que hoy el sotol cuenta con denominación de origen (Chihuahua, Durango y Coahuila), Vargas sostiene que los proyectos para industrializarlo siguen siendo promesas sin sustento.

“Nadie ha tomado en serio la necesidad de replantar el sotol. Las tierras están deforestadas. Los productores tienen que buscar cada vez más lejos.”

La siembra extensiva, explicó, es la única vía para un modelo sustentable. Pero no existe un programa serio que la promueva, a pesar de que Chihuahua tiene especialistas en el tema.

Jesús Vargas concluyó con una reflexión amarga pero lúcida:
“Lo que miles de chihuahuenses saben hacer —producir sotol— ha sido desplazado por proyectos ajenos y demagogia. El sotol ha sido ignorado por su origen humilde.”

📝 Una historia con sabor a tierra, fuego y olvido.

Gorki Rodríguez dio el último sorbo a su vaso, como si con él se llevara siglos de historia fermentada, resistencia rural, y la voz de quienes luchan por preservar una tradición viva.


📚 Por: Gorki Belisario Rodríguez Ávila
📍 Desde la Biblioteca del Historiador, Chihuahua, abril de 2025

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