Dentro de la Reserva de la Biosfera de Mapimí, se hallan más de 400 especies de plantas, algunas de las cuales son endémicas. Dentro de esta gran variedad destacan el sotol, candelilla y lechuguilla, las cuales son aprovechadas para elaborar diversos productos.  

HISTORIASMX. – Enclavada en el árido corazón del Desierto Chihuahuense, la Reserva de la Biosfera Mapimí (RBM) se alza como un oasis de biodiversidad en un paisaje aparentemente inhóspito.  

Este rincón de la tierra alberga una asombrosa variedad de flora adaptada a las condiciones extremas del desierto, formando una red de vida única en su género.  

Dentro de la reserva existen microclimas únicos, como el de Sierra el Diablo.

Dentro de la reserva es posible encontrar desde matorrales xerófilos, chaparrales, y vegetación halófita que se entrelazan para dar vida a más de 400 especies de plantas, algunas de las cuales son endémicas y otras, lamentablemente, se encuentran en peligro de extinción. 

Un mosaico de vegetación en el desierto. 

La RBM es un mosaico de ecosistemas donde la topografía y el tipo de suelo son factores clave en la diversidad botánica. La vegetación se divide en diversas unidades, cada una con sus propias características.  

Candelilla en su etapa de floración: esta planta es aprovechada para la elaboración de cera.

Entre las unidades más destacadas se encuentran el «matorral desértico rosetófilo,» el «pastizal natural,» el «matorral desértico micrófilo,» el «matorral subinerme,» y el «matorral espinoso.» Cada una de estas unidades alberga plantas adaptadas a las condiciones específicas de su entorno. 

Especies emblemáticas. 

En la RBM, se han registrado alrededor de 403 especies de plantas. Entre las familias más destacadas se encuentran las asteráceas, gramíneas, cactáceas y leguminosas.  

Hojas de sotol.

De estas especies, 31 son endémicas al Desierto Chihuahuense, lo que subraya la importancia de la reserva para la conservación de la biodiversidad en esta región. 

Cactáceas en peligro de extinción. 

Entre las plantas más emblemáticas de la RBM se encuentran las cactáceas. Algunas de ellas, como el «Peniocerus greggii,» se consideran raras, mientras que otras, como el «Ariocarpus fissuratus» y el «Equinomastus duranguensis,» están en la lista de especies amenazadas.

Los cedros blancos, crecen en los microclimas de la reserva.

La «Lophophora williamsii,» conocida como peyote, cuenta con protección especial según la NOM-059-SEMARNAT-2001. La preservación de estos cactus es crucial para mantener la diversidad del ecosistema desértico y garantizar su supervivencia a largo plazo. 

Vegetación halófita y la magia de las playas. 

La vegetación halófita, que prospera en terrenos con alta concentración de sales, es otro aspecto singular de la RBM. Plantas como «Prosopis glandulosa» y «Suaeda nigrescens» dominan estas áreas y son esenciales para la estabilidad de los ecosistemas costeros y salinos.  

Estas áreas, conocidas localmente como «playas,» son un testimonio de la adaptación de la vida en entornos extremos. 

El desafío del agua.

La vegetación acuática y subacuática es escasa en la RBM debido a la limitada disponibilidad de agua en la región.

A pesar de ello, algunas especies como «Eclipta postrata,» «Helenium autumnale,» y «Eleocharis caribea» se abren paso en los escasos cuerpos de agua que se encuentran dispersos en la reserva. 

Usos tradicionales y medicinales. 

La flora de la RBM ha sido una fuente importante de recursos para las comunidades locales.  

Especies como el «ocotillo,» la «candelilla,» el «mezquite,» y la «lechuguilla» han sido utilizadas tradicionalmente para la fabricación de productos artesanales y medicinales.  

Algunas de las plantas y árboles de la reserva con comestibles, así como con propiedades medicinales.

Además, otras plantas nativas, como el «árnica,» el «estafiate,» y el «orégano,» son apreciadas por sus propiedades medicinales y culinarias. 

Un ecosistema vulnerable. 

A pesar de su riqueza botánica, la RBM enfrenta numerosos desafíos, como la degradación del suelo, el cambio climático y la expansión de la agricultura y la urbanización.  

La conservación de esta reserva es esencial para preservar la diversidad biológica única que alberga. 

El turismo desorganizado y no consiente, pone en peligro la flora y fauna de la reserva, así como este ecosistema único.

Esta reserva, es un testimonio vivo de la capacidad de la vida para adaptarse y prosperar en entornos extremos. 

Su vegetación diversa y única es un tesoro de la naturaleza que merece nuestra protección y respeto. A medida que comprendemos mejor su importancia ecológica y cultural, podemos trabajar juntos para garantizar que esta joya en el corazón del desierto continúe floreciendo para las generaciones futuras. 

Por: Gorki Belisario Rodríguez Ávila. 

Fotografía: Historiasmx / Gorki Rodríguez. 

Por historias