Fotografía: Cortesía.

Descubierta en 1959, la tortuga del Bolsón ha visto disminuir drásticamente su población debido a la recogida excesiva para alimentación y el comercio de mascotas.

HISTORIASMX. – En los vastos confines del Bolsón de Mapimí, en la región sur del municipio de Jiménez, Chihuahua, se esconde un tesoro viviente: la tortuga del Bolsón (Gopherus flavomarginatus), también conocida como la tortuga mexicana o de Mapimí. Esta majestuosa criatura terrestre, endémica de México, es la más grande de su género en América del Norte, con una longitud que puede alcanzar los 46 centímetros. Sin embargo, su imponente tamaño no la protege de la amenaza de extinción que enfrenta.

Descubierta en 1959, la tortuga del Bolsón ha visto disminuir drásticamente su población debido a la recogida excesiva para alimentación y el comercio de mascotas, así como a la destrucción de su hábitat por la ganadería, la minería y la expansión agrícola. A pesar de la creación de la Reserva de la Biosfera de Mapimí en 1979, que abarca 340,000 hectáreas y está destinada a proteger a esta especie y otras únicas de la región, la presión humana persiste.

Según investigaciones recientes, la población de tortugas del Bolsón ha disminuido alarmantemente, con menos de 10,000 individuos estimados en la naturaleza. La Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) ha elevado su estado de conservación a «En Peligro Crítico» en 2018, debido a la explotación para consumo y la pérdida de hábitat, que ha reducido la población adulta en un 64% a 75% en solo 30 años.

En medio de este panorama desolador, emerge un rayo de esperanza encarnado en un grupo de mujeres dedicadas de la reserva de Jiménez. Estas mujeres, conscientes del valor intrínseco de la tortuga del Bolsón y su delicada situación, han asumido el papel de guardianas de esta especie amenazada. A través del cuidado y monitoreo de las poblaciones locales, estas mujeres desempeñan un papel vital en la preservación de la tortuga y su hábitat.

Su trabajo va más allá de la mera observación. Estas mujeres también abogan por políticas de conservación más estrictas, educan a la comunidad sobre la importancia de la biodiversidad y trabajan incansablemente para concienciar sobre las amenazas que enfrenta la tortuga del Bolsón. Su dedicación y esfuerzos incansables son un testimonio vivo del poder transformador que puede tener el cuidado y la pasión por la naturaleza.

En un mundo donde la pérdida de biodiversidad es una realidad cada vez más urgente, estas mujeres son un recordatorio inspirador de que, con determinación y colaboración, podemos proteger y preservar las maravillas naturales que nos rodean, asegurando así un futuro más brillante tanto para la tortuga del Bolsón como para las generaciones venideras.

Por: Gorki Rodríguez.

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