Las pinturas rupestres y vestigios de civilizaciones humanas del pasado, que se hayan dispersas por todo el municipio de Jiménez, son el testimonio claro del transitar y habitar de las tribus de nómadas, cazadores y recolectores que confluyeron por el municipio.
HISTORIASMX. – Entre la vastedad del Bolsón de Mapimí, bajo los imponentes cielos que abrazan la región, se despliega un tesoro oculto en las formaciones rocosas: las expresiones rupestres de la cueva de los Remedios y la cascada de los Chusos.
Estas maravillas se ubican en el Municipio de Jiménez y son testigos mudos de la cosmovisión de tribus cazadoras-recolectoras que dejaron su huella en el pasado.
Jiménez, también conocido como la «puerta de oro» del estado de Chihuahua, se presenta como un enclave estratégico en el árido desierto del Bolsón de Mapimí. Allí, las ancestrales civilizaciones dejaron su legado en forma de pinturas y grabados en roca que capturan fragmentos de sus vidas y creencias.
A unas 90 minutos de la ciudad de Jiménez, cerca de la frontera con los estados de Durango y Coahuila, emerge la cueva de los Remedios. Esta cueva es considerada uno de los tesoros más significativos a nivel estatal y nacional en cuanto a arte rupestre se refiere. Ubicada en la sierra de los Remedios y elevándose a 1400 metros sobre el nivel del mar, esta cueva alberga pinturas que datan del 1000 a.N.E. al 1800 N. E.
Las pinturas rupestres en la cueva de los Remedios pertenecen a la tribu nómada de los Tobosos, quienes se dedicaban a la recolección de semillas, la caza de animales salvajes y la elaboración de arcos.
Los grabados y pinturas incluyen formas geométricas, manos humanas, peces, líneas sinuosas y representaciones de venados y otros animales. Entre las representaciones, destaca una figura humana con tocado de plumas sosteniendo un arco, así como objetos que parecen ser estuches para flechas.
A medida que nos adentramos en el relato, nos encontramos con la cascada de los Chusos. En este lugar, se encuentra otra expresión importante de arte rupestre. Los petrograbados en la cascada de los Chusos corresponden a proyectiles de flechas, similares a los encontrados en sitios arqueológicos de influencia mesoamericana o colonias. Estos grabados pertenecen a tribus cazadoras-recolectoras que dejaron su huella entre los años 300 y 900 d.C.
Estos grabados también muestran la presencia de una civilización que observaba y registraba el cosmos. El montículo conocido como El Observatorio, posee grabados que representan fenómenos astronómicos y astrológicos. Desde su posición estratégica, permite avistar el ocaso del sol y crea un espectáculo luminoso cuando los destellos de luz se reflejan en las formaciones rocosas.
Más adelante, se revela el impresionante conjunto de petrograbados conocido como la Bóveda Celeste. Esta estructura posee 25 círculos concéntricos, algunos agrupados en pares y divididos por una línea central. Estos círculos podrían haber sido utilizados para observar y registrar fenómenos celestes.
A lo largo del relato, se mencionan las herramientas líticas encontradas en los sitios arqueológicos, como puntas de flecha, lanzas y raspadores, que reflejan la vida y actividades cotidianas de estas tribus. Sin embargo, la falta de morteros indica que estas tribus no desarrollaron asentamientos agrícolas.
A medida que la historia culmina, se enfatiza la importancia de preservar estos sitios arqueológicos y no causar daño a estos tesoros del pasado. La revelación de detalles específicos de su ubicación se evita para proteger su integridad. El reportaje invita a la reflexión sobre la preservación del patrimonio arqueológico y la conciencia de su valor para la humanidad.
Las expresiones rupestres de la cueva de los Remedios y la cascada de los Chusos en el Municipio de Jiménez son tesoros que nos permiten mirar a través del tiempo y conectarnos con las antiguas civilizaciones que una vez habitaron estos lugares.
El arte rupestre, los petrograbados y las herramientas líticas son ventanas hacia la cosmovisión y la vida de tribus cazadoras-recolectoras en el pasado, y es nuestra responsabilidad preservar y apreciar estas huellas del pasado.
Por: Gorki Belisario Rodríguez Ávila.
Fotografía: Historiasmx / Gorki Rodríguez.