El Molino Harinero Río Florido no es solo un edificio; es un testimonio viviente de la historia de Jiménez. Desde su papel en la bonanza económica hasta su sufrimiento durante tiempos de guerra, y su silencioso testimonio de la vida ferrocarrilera, el gigante ha sido una pieza fundamental en el entramado histórico de la región.
HISTORIASMX. – En el corazón de Jiménez, justo donde la frondosa Calzada de Jiménez da inicio frente a la Glorieta del Héroe de Independencia, se alza un coloso que ha sido testigo de más de un siglo de historia: el Molino Harinero Río Florido.
Desde su construcción en 1919, este imponente edificio de cinco pisos ha sido un pilar de la comunidad, un monumento a la prosperidad, la guerra y el sufrimiento. Con una presencia que ha perdurado a lo largo de décadas, el Molino Harinero nos ofrece una ventana única a los momentos más significativos de la historia de Jiménez.
El Gigante de Oro: Cuna de Prosperidad.
El Molino Harinero Río Florido nació en una época de bonanza para Jiménez, cuando el oro del trigo doraba el paisaje y la economía local florecía. Este gigante no solo representaba el corazón económico de la región, sino que también fue un banco de confianza para los agricultores, proporcionando financiamiento para las siembras y pagando al contado las cosechas.
Sus ventanales, alguna vez brillantes con el reflejo de la prosperidad, ahora miran melancólicamente hacia un pasado de abundancia, esperando el regreso de la actividad que una vez animó su estructura.
Gigante Herido: Testigo de la Guerra y el Dolor.
La historia del Molino Harinero está marcada por el sufrimiento. En 1929, durante la Revolución Escobarista, el edificio se convirtió en un campo de batalla. Sus paredes de tierra y cal absorbieron el impacto de balas y explosiones, siendo testigo de la devastación que sacudió Jiménez. El edificio fue reconstruido en 1930, pero las cicatrices de la guerra permanecen en su historia.
La tragedia no terminó ahí; en julio de 1972, una explosión en la estación cercana dejó huellas imborrables en sus muros, evidenciando un dolor que no cesó con el tiempo.
Gigante con Alma: El Silencio de las Recuerdos.
El alma del Molino Harinero reside en sus paredes y su historia. Aunque el edificio no tiene vida en el sentido convencional, cada grieta y cada desgaste cuentan una historia de esfuerzo, sacrificio y esperanza. Al adentrarse en su interior, uno puede sentir las resonancias de las vidas que pasaron por allí: los trabajadores que dedicaron sus días a la producción de harina, los soldados y víctimas de la guerra, y los trabajadores del 72 que enfrentaron la explosión. El alma del gigante está en sus recuerdos, en el sudor y las lágrimas que impregnan su estructura.
Gigante de la Ferrocarrilera: Testigo de un Pasado Vibrante.
El Molino Harinero ha sido mudo testigo de la intensa actividad ferrocarrilera de Jiménez. Con el constante ir y venir de pasajeros y trabajadores, el edificio fue un centro neurálgico en el paisaje del siglo XX. Desde pequeños carros jalados por mulas hasta tractores con remolques, el Molino observó cómo la vida de la ciudad se movía a su alrededor, como un reloj que marcaba el pulso del progreso y la actividad.
Gigante Desahuciado: Un Llamado a la Restauración.
Hoy, el Molino Harinero se encuentra en un estado de abandono. Sus interiores, una vez bulliciosos con maquinaria alemana y actividad, están ahora vacíos y en ruinas. La maquinaria ha sido desmantelada y trasladada, dejando al gigante sin las entrañas que una vez lo hicieron vibrar. La tristeza y la desolación parecen envolverlo, mientras los ciudadanos, a menudo ajenos a su valor histórico, pasan sin mirar. Es crucial recordar su historia y considerar una restauración para devolverle la dignidad que merece. Su futuro podría depender de nuestra capacidad para reconocer su valor y preservar su legado.
El Molino Harinero Río Florido no es solo un edificio; es un testimonio viviente de la historia de Jiménez. Desde su papel en la bonanza económica hasta su sufrimiento durante tiempos de guerra, y su silencioso testimonio de la vida ferrocarrilera, el gigante ha sido una pieza fundamental en el entramado histórico de la región. Aunque hoy se encuentra en un estado de abandono, su historia sigue viva en cada rincón de sus muros. La restauración y el reconocimiento de su valor histórico podrían ofrecer una nueva esperanza para este imponente coloso, asegurando que las futuras generaciones puedan apreciar y aprender de su rica y multifacética historia.
Por: Gorki Rodríguez.