Fotografía: Archivo.

El cardo ruso espinoso o Salsola tragus es una planta que ha dejado una huella profunda en el desierto de Jiménez. Aunque en su juventud puede ser útil como forraje, su capacidad de convertirse en una planta rodadora altamente invasiva, espinosa e inflamable la convierte en una amenaza para los ecosistemas locales.

HISTORIASMX. – El vasto desierto de Jiménez, en el estado de Chihuahua, México, es un entorno árido y desafiante, donde solo las especies más resistentes logran prosperar. Entre ellas, Salsola tragus, conocida comúnmente como cardo ruso espinoso o bruja del viento, se ha consolidado como una presencia dominante. Esta planta, perteneciente a la familia Amaranthaceae, es famosa por su peculiar forma de dispersión: la planta rodadora. Sin embargo, detrás de su movimiento característico y su adaptabilidad, esconde una historia de invasividad y competencia feroz con la flora nativa.

Un Invasor que Rueda con el Viento.

El cardo ruso espinoso no es una planta autóctona del desierto chihuahuense; tiene su origen en Eurasia, y su introducción accidental a América del Norte ocurrió en la década de 1870, cuando semillas de Salsola tragus llegaron contaminando un cargamento de linaza rusa destinado a Dakota del Sur. Desde entonces, la planta ha colonizado vastas áreas de Norteamérica, y su capacidad de tolerar suelos salinos y prosperar en regiones áridas como el desierto de Jiménez la ha convertido en un adversario implacable para las especies nativas.

Una de las características más fascinantes del cardo ruso espinoso es su método de dispersión. A medida que la planta madura, su base se vuelve quebradiza y, finalmente, el tallo se desprende, permitiendo que la estructura muerta ruede por el viento a grandes distancias, esparciendo hasta 200,000 semillas en su camino. Este fenómeno, que a menudo se asocia con paisajes desolados y áridos, ha ayudado a la planta a establecerse rápidamente en hábitats perturbados, incluidos pastizales, playas salinas, y especialmente en desiertos como el de Jiménez. Cada vez que una planta rodadora se posa en una zona húmeda, puede germinar con facilidad, extendiendo su dominio en nuevas áreas.

De Forraje a Peligro Espinoso.

Durante su juventud, Salsola tragus tiene cierto valor como forraje para ganado y fauna local. Las plantas jóvenes son suculentas, ricas en nutrientes, y pueden ser consumidas tanto por herbívoros como por algunos animales salvajes. Sin embargo, este período es corto. A medida que la planta madura, sus hojas se endurecen y se llenan de espinas, volviéndose no solo incomestibles, sino también peligrosas. Este cambio morfológico es clave para la supervivencia de la planta, ya que las espinas disuaden a los animales de pastar en ella, permitiendo que alcance la madurez y produzca sus abundantes semillas.

Además, el cardo ruso espinoso puede acumular ácido oxálico, una sustancia tóxica para algunos animales y humanos. El consumo de plantas maduras puede ser peligroso, especialmente para especies de ganado que no están adaptadas a este tipo de toxinas. A pesar de esto, en condiciones extremas, cuando el forraje escasea, algunos animales, como los camellos y ciertas razas de cabras y ovejas, pueden ingerir estas plantas espinosas, sobre todo si las lluvias han suavizado sus ramas.

Una Planta de Impacto Ecológico.

El impacto ecológico del cardo ruso espinoso es significativo. Su capacidad para competir con plantas nativas es alarmante, especialmente en zonas como el desierto de Jiménez, donde los recursos hídricos son escasos y la vegetación lucha por sobrevivir. Además de ser altamente invasiva, esta planta contribuye al deterioro de hábitats sensibles, afectando negativamente la biodiversidad local.

Una de las mayores preocupaciones en torno a Salsola tragus es su alta inflamabilidad. En su forma seca y rodante, puede convertirse en un agente propagador de incendios forestales. El viento no solo la hace rodar, sino que también puede arrastrar una planta encendida a través de grandes distancias, cruzando cortafuegos y poniendo en riesgo estructuras humanas en su camino. Esto ha llevado a que sea vista como una amenaza no solo para los ecosistemas, sino también para las comunidades humanas cercanas.

El Cardo Ruso en el Paisaje del Desierto de Jiménez.

En el desierto de Jiménez, el cardo ruso espinoso ha encontrado un terreno fértil para su expansión. Este vasto ecosistema, que abarca dunas, suelos arenosos y salinos, así como áreas perturbadas por la actividad humana, ofrece las condiciones ideales para que la planta se desarrolle. La sequedad del clima y los vientos frecuentes facilitan la dispersión de sus semillas, permitiéndole colonizar rápidamente nuevos territorios.

A pesar de su carácter invasivo, el cardo ruso espinoso también forma parte del paisaje visual del desierto. En su fase rodante, se convierte en un símbolo de los paisajes desolados y áridos, donde el viento domina y las plantas deben adaptarse a las condiciones más extremas. Su presencia recuerda a los forasteros que el desierto es un entorno implacable, pero lleno de vida, aunque sea en formas tan peculiares como esta.

El Desafío de Controlar su Expansión.

El control del cardo ruso espinoso es una tarea difícil. Las estrategias de manejo suelen enfocarse en su eliminación temprana, antes de que la planta madure y se convierta en rodadora. Sin embargo, debido a su rápida germinación y su capacidad de crecer en casi cualquier tipo de suelo, erradicarla por completo es casi imposible.

En algunas regiones, se han implementado programas de quema controlada, en los que las plantas rodadoras son eliminadas antes de que se conviertan en un peligro mayor. Sin embargo, este método puede tener efectos negativos en la flora y fauna local. Por otro lado, el uso de herbicidas también se ha propuesto como una solución, pero su eficacia es limitada, y puede dañar plantas nativas.

El cardo ruso espinoso o Salsola tragus es una planta que ha dejado una huella profunda en el desierto de Jiménez. Aunque en su juventud puede ser útil como forraje, su capacidad de convertirse en una planta rodadora altamente invasiva, espinosa e inflamable la convierte en una amenaza para los ecosistemas locales. Al mismo tiempo, es un recordatorio de la resiliencia de la naturaleza, que, incluso en las condiciones más duras, encuentra formas de sobrevivir y adaptarse.

Por: Gorki Rodríguez.

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