Fotografía: Gorki Rodríguez / HISTORIASMX / Ilustrativa.

Don Nieves Mendoza, un hombre forjado por la naturaleza dura del desierto de Chihuahua, dedicó más de cincuenta años de su vida a la producción de sotol, una bebida que arraigó profundamente en las tradiciones del norte de México. Su pasión y dedicación lo llevaron a obtener un permiso inusual para producir sotol en tiempos en que las autoridades destruían las vinatas. Su legado es recordado en la pequeña pero histórica vinata «Coyamito», que llegó a producir uno de los sotoles más apreciados de la región.

HISTORIASMX. – Don Nieves Mendoza dejó una huella indeleble en la historia de la producción de sotol en el estado de Chihuahua. Nacido en 1921 en Torreón, Coahuila, desde joven desarrolló una conexión especial con el sotol, una planta del desierto que produce un destilado fuerte y sabroso, tan emblemático de la región como lo es el tequila para Jalisco. A pesar de no haber comenzado a beberlo en su juventud, Mendoza se sintió atraído por el aroma que emanaba de las vinatas en las que trabajaba, un olor que lo acompañaría toda su vida y definiría su futuro.

Don Nieves conoció el sotol a finales de la década de 1930, cuando trabajaba en una cantina y empezó a involucrarse en el proceso de producción en una vinata local. Aunque al principio desconocía los secretos de la elaboración del sotol, con el tiempo, y bajo la guía de expertos vinateros, perfeccionó su oficio hasta convertirse en uno de los productores más destacados de la región. A lo largo de más de cincuenta años, Don Nieves trabajó incansablemente para preservar y perfeccionar la tradición del sotol, transformando su vinata «Coyamito» en un símbolo del saber artesanal de Chihuahua.

Una pasión inquebrantable por el sotol

La trayectoria de Don Nieves no fue sencilla. En los años 50, cuando empezó a dedicarse al sotol de manera formal, el panorama era desalentador para los productores artesanales. Las autoridades, en un intento de regular la producción de bebidas alcohólicas, destruyeron numerosas vinatas en todo Chihuahua. A pesar de las dificultades, Don Nieves, gracias a su persistencia y habilidad, logró obtener un permiso para continuar produciendo sotol legalmente, algo inusual en esa época. Mientras otros productores veían sus sueños desmoronarse, él consolidaba el suyo.

Durante los años, Don Nieves presenció cambios profundos en la industria del sotol. En sus primeras décadas de trabajo, el sotol era una bebida barata y poco apreciada fuera de las comunidades rurales.

Según relataba, en los años 50 una botella de medio litro de sotol costaba apenas veinticinco o treinta centavos, y una cerveza costaba aún menos. El sotol se servía en pequeñas copas, y su sabor fuerte y áspero lo convertía en una bebida reservada para aquellos acostumbrados a lo rústico y auténtico.

La vinata «Coyamito»: un símbolo de tradición

El sotol que Don Nieves producía era fruto de un proceso artesanal que cambió poco a lo largo de las décadas. La vinata, el lugar donde se elaboraba el sotol, era un espacio fundamental en esta tradición. Don Nieves explicaba con detalle cómo el sotol se recolectaba de las laderas de los cerros, donde crecía silvestre, y cómo las plantas eran cortadas cuidadosamente antes de ser transportadas a la vinata. Allí, en un horno subterráneo, las cabezas del sotol se cocían durante dos días con sus noches, un proceso que ablandaba la planta y le otorgaba su sabor característico.

Fiel a las prácticas tradicionales, Don Nieves nunca utilizó barricas para añejar el sotol, aunque admitió que le habría gustado probar algún día con una barrica de roble, ya que el sotol añejado adquiría un sabor más dulce y suave. A pesar de su apego a la tradición, siempre estuvo abierto a innovar y mejorar su producción, aunque las limitaciones económicas y la falta de recursos fueron un obstáculo constante para su sueño de crear una gran fábrica de sotol.

Un legado en cada botella

La historia de Don Nieves no solo es la de un hombre que dedicó su vida a la producción de una bebida tradicional, sino también un reflejo de la historia de Chihuahua, de su tierra y su gente. En su relato mencionaba cómo en los años 50 el sotol y la candelilla eran las principales actividades económicas en las áreas rurales de Coyame, donde las oportunidades de trabajo eran escasas y el sotol representaba una forma de vida para muchos. Sin embargo, con el tiempo, la sobreexplotación de la planta y la falta de regulación llevaron a la escasez del sotol silvestre, lo que obligó a los productores a replantearse su oficio.

El sotol «Coyamito» sigue siendo una bebida apreciada por aquellos que valoran el sabor auténtico y la historia detrás de cada botella. Don Nieves recordaba con orgullo cómo, en una ocasión, un empresario minero llevó varias barricas de su sotol a Japón, donde fue muy bien recibido. Este hecho no solo fue un testimonio de la calidad del producto, sino también del potencial que tenía el sotol para abrirse camino en mercados internacionales, si se le brindaba el apoyo necesario.

El futuro del sotol

A pesar de haberse retirado del oficio en los últimos años, Don Nieves seguía siendo una figura respetada y admirada en el mundo del sotol. Su visión y amor por esta bebida inspiraron a nuevas generaciones de productores, que buscan mantener viva la tradición artesanal del sotol en Chihuahua. Sin embargo, como él mismo advertía, el futuro del sotol dependería de la capacidad de los productores para replantar la planta y encontrar formas sostenibles de producción.

Para Don Nieves, el sotol no era solo una bebida, sino una forma de vida, una conexión con la tierra y las tradiciones de su pueblo. Su historia es un recordatorio de que detrás de cada botella de sotol hay décadas de conocimiento transmitido de generación en generación, una pasión por lo auténtico y una dedicación incansable a un arte que, aunque enfrentado a muchos desafíos, resistía el paso del tiempo.

Con información del Historiador Jesús Vargas.

Por: Gorki Rodríguez

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