Fotografía: Gorki Rodríguez / HISTORIASMX.

Pero al 14 de abril del 2025, ese mismo lugar luce completamente seco. El lecho de la laguna, que una vez albergó aves migratorias, ciervos, coyotes, y ganado en busca de pastura, hoy no es más que un paisaje desolador: grietas profundas, polvo suspendido, y un silencio que duele.


HISTORIASMX. – De un oasis resplandeciente a un páramo agrietado: la Laguna del Remolino y el silencio de un desierto más seco que nunca

Han pasado tres años desde que la Laguna del Remolino, ubicada en el municipio de Jiménez, Chihuahua, en medio del amplio valle que forman la Sierra de San Francisco y la Sierra del Diablo, alcanzó un nivel histórico de agua. En el 2022, tras una temporada de lluvias inusualmente generosa, el cuerpo de agua resurgió con fuerza, cubriendo de extremo a extremo el llano desértico con un espejo azul vibrante que reflejaba esperanza, vida, y la memoria de tiempos más húmedos.

Laguna al 14 de abril del 2025.

Pero al 14 de abril del 2025, ese mismo lugar luce completamente seco. El lecho de la laguna, que una vez albergó aves migratorias, ciervos, coyotes, y ganado en busca de pastura, hoy no es más que un paisaje desolador: grietas profundas, polvo suspendido, y un silencio que duele.


El esplendor del 2022: agua de sierra a sierra

Durante los meses de agosto y septiembre del 2022, luego de una primera mitad del año marcada por una intensa sequía, el cielo finalmente se abrió. Las oraciones de los campesinos y ganaderos, dirigidas a la Virgen de Guadalupe y a San Isidro Labrador, encontraron eco en tormentas que alimentaron los suelos resecos del sur de Chihuahua. La Laguna del Remolino, también conocida como Laguna del Torbellino, recibió tanta agua que llenó su cuenca de sierra a sierra, transformando el paisaje en un auténtico oasis desértico.

Laguna en Diciembre del 2022.

Desde lo alto de la Sierra de San Francisco se divisaba una cinta azul que recorría todo el llano, reflejando los cielos limpios del otoño. Aves migratorias como patos y gansos silvestres hicieron de la laguna su hogar temporal. El ganado pastaba tranquilo y las especies silvestres –como pumas, zorros, gatos monteses y cabras de monte– se acercaban en las madrugadas a beber de sus aguas.

“Parecía un mar en medio del desierto”, recuerda un hombre que por años ha cabalgado entre las dos sierras.
“Era un espectáculo ver cómo se levantaban las parvadas al caer el sol»

“En 2022 nos sentimos bendecidos. El pasto nació bonito y los animales andaban llenos. Hasta los venados bajaban a beber. No pensábamos que ese regalo se nos iba a acabar tan rápido…”


2025: una cuenca vacía, un desierto sin promesas

El contraste no podría ser más brutal. En abril de 2025, no ha caído una sola gota de lluvia en el municipio de Jiménez. El agostadero está seco, los campos abandonados, y la fauna cada vez más escasa. El paisaje parece sacado de un escenario posapocalíptico: la tierra está cuarteada, el viento levanta tolvaneras constantes y el calor abrasa desde temprano.

Laguna en el 2022.

No hay ni rastro de agua en la Laguna del Remolino. Las aves ya no regresan. Los vaqueros han tenido que mover su ganado kilómetros más lejos o venderlo. Y los pocos pastizales de toboso que alguna vez ofrecieron sustento, ahora son sólo paja seca. Los mezquites, aún resistentes, empiezan a mostrar signos de estrés hídrico.

“Da tristeza ver la laguna seca otra vez. Uno se acostumbra al polvo, pero no al silencio. Ya no se oye ni una rana, ni un ave… nada.”

“Hace tres años, aquí nadaban los patos y ahora ni los zopilotes quieren parar. El desierto ya no perdona.”

“Hemos pedido a Dios por la lluvia, pero no ha llovido ni un chisguete. Ya no sabemos qué hacer… si no llueve este año, muchos nos vamos a tener que ir de aquí.”


¿Dónde quedó la lluvia? El cambio climático, el hombre y la agonía del desierto

Muchos se preguntan por qué, si en años anteriores llovía al menos de forma esporádica, ahora el cielo se ha cerrado por completo. La respuesta apunta a una combinación peligrosa de factores: el cambio climático y el abuso humano de los recursos naturales.

Laguna al 14 de abril del 2025.

Los ciclos naturales han sido interrumpidos. La tala de árboles, la sobreexplotación de mantos acuíferos por la agricultura intensiva –especialmente por el cultivo de nogal en la región– y la falta de políticas ambientales efectivas han alterado el equilibrio de la región. La cuenca endorreica donde se encuentra la laguna no recibe recargas constantes, y la tierra ya no absorbe como antes, erosionada por el abandono y el mal uso.

“Se acabaron los árboles, los pozos no dan, y encima no llueve… el hombre le ha arrancado el alma al campo. ¿Qué más nos queda?”

El clima en el norte de México se está volviendo cada vez más extremo: veranos más calurosos, inviernos más secos, y lluvias que ya no siguen los patrones de antaño. La sequía actual no es sólo una anomalía temporal, es una señal de alerta que muchos siguen ignorando.


La memoria del agua: una advertencia silenciosa

La Laguna del Remolino no es sólo un espacio geográfico. Es un símbolo de cómo la naturaleza responde –o deja de responder– ante nuestras acciones. Su resurgimiento en 2022 fue un regalo, un recordatorio de que el agua aún puede volver si el equilibrio se restablece. Pero su desaparición en 2025 es también un aviso urgente: si seguimos agotando lo poco que queda, no habrá promesas para el mañana.

“Aquí crecimos con tormentas en verano. Ahora, los niños crecen sin ver llover…”

Mientras tanto, el sol sigue marcando la piel de quienes aún trabajan el campo. El viento seco arrastra las hojas quebradizas de los últimos mezquites. Y en el corazón del desierto chihuahuense, la Laguna del Remolino espera, vacía, silente… quizá por décadas más.


Por: Gorki Rodríguez.

Por historias

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