Fotografía: Gorki Rodríguez / HISTORIASMX.

El desierto central de Jiménez es mucho más que un espacio geográfico; es un lugar lleno de enseñanzas, historias y vida.

HISTORIASMX. – El desierto central del municipio de Jiménez, una extensión vasta y aparentemente inhóspita del desierto Chihuahuense, guarda historias, secretos y paisajes que solo quienes se aventuran a recorrerlo pueden comprender.

A bordo de una motocicleta y acompañado por Óscar Marta, un experimentado guía y profundo conocedor de estas tierras, emprendí un viaje que no solo me llevó a explorar la riqueza de su flora, sino también a descubrir un rincón histórico: la antigua hacienda de Chupaderos, una joya arquitectónica que resiste el paso del tiempo.

El inicio de la travesía: rumbo a la flora del desierto.

La jornada comenzó temprano, con el aire frío de la madrugada acariciando nuestras caras mientras las motos rugían a las afueras de Jiménez. El propósito del viaje era claro: explorar la flora del desierto y comprender cómo estas plantas han desarrollado estrategias únicas para sobrevivir en uno de los climas más extremos del mundo. Óscar, con su experiencia de años trabajando y recorriendo la región, me aseguró que cada planta tiene una historia, una función y un propósito que contar.

El desierto nos recibió con un horizonte infinito, donde el cielo y la tierra parecían encontrarse. A medida que avanzábamos, el paisaje desértico se transformaba. Pasábamos de planicies cubiertas de arena a terrenos pedregosos con formaciones rocosas que parecían esculturas creadas por el tiempo.

El cardenche: el guardián del desierto.

En nuestra primera parada, nos encontramos con un grupo de cardenches, cactus altos y robustos cuyas espinas largas parecían desafiar a cualquiera que intentara acercarse. Óscar explicó cómo esta planta es vital para el ecosistema del desierto.

Sus frutos púrpuras alimentan a pequeñas aves y mamíferos, mientras que su estructura proporciona refugio contra depredadores. “Sin el cardenche, muchas especies no tendrían un lugar seguro en estas tierras,” dijo mientras observábamos cómo un grupo de gorriones descansaba entre sus espinas.

La gobernadora: la planta sanadora.

Siguiendo nuestro camino, el aroma único de la gobernadora llenó el aire. Este arbusto verde es conocido por su capacidad de prosperar incluso en los suelos más áridos. Óscar arrancó una pequeña rama y la sostuvo frente a mí.

“Los antiguos habitantes del desierto usaban esto para curar heridas y aliviar dolores musculares,” explicó. La gobernadora, con sus propiedades medicinales y su habilidad para prevenir la erosión del suelo, es una de las plantas más importantes del desierto.

El mezquite: árbol de vida y sombra.

Cuando el sol alcanzó su punto más alto y el calor comenzó a hacerse insoportable, encontramos refugio bajo un mezquite. Este árbol es un verdadero sobreviviente. Sus raíces profundas lo conectan con fuentes de agua subterránea, permitiéndole prosperar en condiciones extremas.

Óscar tomó una de sus vainas y me mostró cómo los indígenas las convertían en harina para preparar alimentos. También señaló que su madera es usada para producir carbón, aunque la tala indiscriminada amenaza su existencia. “El mezquite es generoso, pero hay que cuidarlo,” dijo mientras descansábamos bajo su sombra.

El coyote: el espíritu del desierto.

En un lecho seco de arroyo, encontramos huellas frescas de un coyote, uno de los habitantes más emblemáticos del desierto. Aunque no logramos verlo, su presencia estaba en todas partes. Este animal, conocido por su astucia y adaptabilidad, juega un papel crucial en el equilibrio del ecosistema. Óscar relató historias de noches pasadas en el desierto, donde los aullidos de los coyotes resonaban como un recordatorio de que este lugar no está deshabitado, sino lleno de vida que sabe permanecer oculta.

El halcón peregrino: el vigilante del cielo.

Mientras continuábamos nuestro recorrido, un halcón peregrino surcaba los cielos con elegancia. Esta ave, reconocida por su velocidad y precisión, es un símbolo de la libertad del desierto. Desde lo alto, vigilaba el terreno en busca de presas.

Óscar me explicó que, aunque estas aves no son residentes permanentes, migran largas distancias para llegar a esta región y alimentarse. “Son parte del ciclo del desierto. Cada animal aquí tiene un propósito,” comentó mientras el halcón desaparecía en el horizonte.

Descubrimiento histórico: la hacienda de Chupaderos.

En un desvío del camino principal, Óscar me llevó a un lugar especial: la hacienda de Chupaderos, una construcción que alguna vez fue un importante centro agrícola y ganadero en la región. Aunque en ruinas, la estructura conservaba su majestuosidad. Sus paredes de adobe y piedra narraban historias de un pasado donde la vida giraba en torno al trabajo del campo y la lucha contra las adversidades del desierto.

Los alrededores de la hacienda estaban rodeados por mezquites y cardenches, como si la naturaleza intentara reclamar lo que alguna vez fue suyo. Sentí una conexión profunda con el lugar, como si las paredes hablaran del tiempo, de las personas que vivieron y trabajaron ahí, y de la relación íntima entre los seres humanos y el desierto.

La flora como centro de la experiencia.

Nuestro viaje no era solo una aventura en moto; era una exploración consciente de la flora del desierto. Cada planta que encontramos tenía una historia que contar y un propósito que cumplir en este complejo ecosistema. Desde los altos cardenches hasta los humildes arbustos de gobernadora, cada elemento del paisaje contribuye a la resiliencia del desierto Chihuahuense.

Óscar, con su conocimiento y amor por la región, me enseñó a mirar más allá de la superficie. Me mostró que incluso en un lugar donde aparentemente no hay vida, la naturaleza florece de formas sorprendentes.

El descanso bajo las estrellas.

Al final del día, montamos nuestra tienda cerca de un pequeño grupo de mezquites. El cielo nocturno, libre de contaminación lumínica, se iluminó con un espectáculo de estrellas que solo el desierto puede ofrecer. Sentados junto a la fogata, Óscar compartió historias de encuentros con animales salvajes y anécdotas sobre los misterios del desierto, mientras yo reflexionaba sobre todo lo que había aprendido.

El alma del desierto.

El desierto central de Jiménez es mucho más que un espacio geográfico; es un lugar lleno de enseñanzas, historias y vida. La travesía en motocicleta junto a Óscar Marta no solo me permitió conocer la flora única de esta región, sino también conectar con la historia y la esencia de un lugar que, aunque desafiante, es profundamente enriquecedor.

Si alguna vez tienes la oportunidad de recorrer el desierto Chihuahuense, no dudes en hacerlo. Es una experiencia que transformará tu visión del mundo. Te invitamos a explorar más sobre esta y otras historias en: historiasmx.com

Por: Gorki Rodríguez.

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