La gran cantidad de morteros, fijos y móviles, así como la representación de especies de plantas del desierto, indica que la tribu de los Pecos, que tuvo como asentamiento Jiménez, su dieta se basaba en la recolección, de plantas, hierbas, frutos y semillas.
HISTORIASMX. – En la parte central del territorio del municipio de Jiménez, la tribu Pecos, dejó una de las evidencias arqueológicas más fascinantes que hay en el municipio. Una serie de más de diez morteros de diferentes diámetros y profundidades, los cuales utilizaban principalmente para la molienda de granos y plantas, que los integrantes de esta tribu recolectaban y procesaban para su consumo.
Al inicio de una profunda cañada y a un costado del lecho de un arroyo que recorre desde la parte más superficial de terreno y hasta lo más hondo del cañón, más de diez morteros, separados uno del otro, fueron tallados sobre la roca expuesta, durante el periodo del 300 al 700 Después de Cristo, por integrantes de la tribu denominada, River Focus Pecos”.
Una de las principales características de esta tribu, con orígenes de los ríos del Pecos en Estados Unidos de Norteamérica, era que, para los asentamientos por parte de los integrantes de la tribu, se hacían casi siempre a los costados o cerca de grandes reservas de agua, como los son arroyos, ríos y lagunas. Cuerpos hídricos que los proveían de agua durante largos periodos o mientras el agua no era una consecuencia de migración.
La elaboración de estos morteros, en este sitio arqueológico en particular, y dado las condiciones geográficas del terreno en el que se encuentran, indican que, durante la estancia de los integrantes de la tribu, existía en este sitio un importante afluente de agua el cual pudo haber recorrido hasta lo profundo de la cañada. Asimismo, otra de las probabilidades de la construcción de estos morteros al lado del lecho del arroyo, fue que en este lugar el agua se almacenaba de manera natural por largos periodos.
Aunque en esencia era una tribu cazadora y recolectora, la presencia de una gran cantidad de morteros, tanto fijos como móviles, indica que los integrantes de la tribu ponían especial énfasis en la recolección de plantas, arbustos, frutos y granos para su subsistencia.
Para poder procesar ciertas plantas y granos, los integrantes de la tribu se valían de los morteros, en los cuales introducían desde plantas, granos y hasta frutos, los cuales, con la ayuda de una piedra ovalada, herramienta lítica, eran machacados al interior del mortero. Dependiendo del alimento que estuvieran procesando, el producto final podría ser desde un polvo fino, hasta una semi triturada o molienda. Esto dependía del modo de preparación en que fuera a ser ingerido el alimento.
Dentro del gran desierto Chihuahuense y del Bolsón de Mapimí, existen cientos de especies de plantas y cactus, que pueden ser utilizados desde fuente alimenticia, elaboración de diversas herramientas, como especias y hasta como medicina.
Asimismo, estos morteros servían también para la elaboración de medicina, mediante la mezcla de hierbas o cactus, o ambos. La mayoría de los integrantes de las tribus, en especial las mujeres, tenían el conocimiento de distintas hierbas y plantas del desierto con propiedades medicinales.
Aunque, en este sitio arqueológico, en el cual también existen pinturas rupestres, no hay evidencia del uso del peyote por parte de esta tribu, es muy probable que fuera procesado en los morteros y utilizado para cierto tipo de curaciones.
A unos cuantos metros de los morteros fijos, y justamente en la entrada, hay una roca de aparente material, caliza, de aproximadamente 150 kilos, en la cual los integrantes de la tribu realizaron varios morteros sobre la roca, de diferentes dimensiones.
Estos morteros, situados estratégicamente en la entrada de la semi-cueva, (durante su estancia, la cueva fue de mayor profundidad, dado que al exterior se aprecia que la erosión ha derribado parte de la misma), pudieron haber sido utilizados para la elaboración de tintes a base plantas y minerales, para crear las pinturas rupestres, teñir textiles o cueros, o bien para pintura corporal.
La cantidad de morteros, indica que los integrantes de la tribu, fue numeroso, por lo que la recolección de plantas, frutos, granos y hierbas fue esencial para su alimentación.
Una de las evidencias quizá más impactantes y relevantes de este sitio, es el petrograbado realizado en una de las cámaras de la semi-cueva, que corresponde a una palma en estado de floración (la flor es comestible), un indicio más de que para esta tribu a parte de la cacería, la recolección de flora del desierto fue parte de su dieta principal.
Por: Gorki Belisario Rodríguez Ávila.
Fotografía: HISTORIASMX.