Este fenómeno ha impactado no solo el suministro de agua para el consumo humano, sino también la producción agrícola, que es altamente dependiente del riego. Se estima que el 90% del agua extraída en la región se destina a la agricultura, en especial para el cultivo de alfalfa, lo que ha generado una presión insostenible sobre el acuífero. Sin cambios significativos en la gestión del agua, la crisis seguirá empeorando.
HISTORIASMX. – La Subcuenca del Río Florido, ubicada en la región de Camargo, Chihuahua, enfrenta una crisis ambiental que ha puesto en peligro tanto la sostenibilidad de la agricultura como el acceso a agua potable de calidad. La sobreexplotación de los acuíferos, junto con la creciente contaminación, ha deteriorado de manera alarmante los recursos hídricos, provocando consecuencias devastadoras para el medio ambiente y la población local.
El colapso hídrico en cifras
Uno de los problemas más críticos en la Subcuenca del Río Florido es el déficit en la extracción de agua. Mientras que la recarga natural del acuífero se estima en 440 hectómetros cúbicos (Hm³) al año, la extracción alcanza los 580 Hm³, resultando en un déficit anual de 140 Hm³. Esta sobreexplotación ha generado conos de abatimiento en áreas como la Colonia Búfalo y el sureste de Ciudad Jiménez, donde los niveles piezométricos han descendido hasta 45 metros desde 1988, un claro indicio de la severidad de la situación.
Este fenómeno ha impactado no solo el suministro de agua para el consumo humano, sino también la producción agrícola, que es altamente dependiente del riego. Se estima que el 90% del agua extraída en la región se destina a la agricultura, en especial para el cultivo de alfalfa, lo que ha generado una presión insostenible sobre el acuífero. Sin cambios significativos en la gestión del agua, la crisis seguirá empeorando.
Contaminación del agua: Un problema silencioso pero mortal.
Además de la sobreexplotación, la calidad del agua en la región se ha visto gravemente afectada. En pozos de agua potable como los de Las Virginias y Miramontes, los niveles de contaminantes como arsénico, cloruros, hierro, nitratos y selenio superan los límites establecidos por la norma NOM-127-SSA1-1994. Estos contaminantes provienen de desechos industriales, domésticos y prácticas agrícolas inadecuadas, lo que hace que el agua no sea apta para el consumo humano ni para el riego de cultivos.
El activista de la región sur del estado de Chihuahua, Belisario Rodríguez López, señala que debido a la sobreexplotación del manto freático, el municipio de Jiménez carece de agua de buena calidad. El profesor Rodríguez destaca que la poca agua disponible para uso público urbano está contaminada con arsénico, lo que obliga a los ciudadanos a pagar dos veces por el agua: una por el servicio de la Junta Municipal de Agua y Saneamiento (JMAS) y otra por la compra de agua purificada en garrafones.
Diversos estudios geohídricos y especialistas en la materia indican que los pozos del municipio de Jiménez registran una disminución en el espejo de agua de entre ocho a doce metros por año. Esta alarmante tendencia ha dejado estragos no solo sociales y económicos, sino también de salud pública, ya que la población ha estado expuesta a niveles peligrosos de arsénico en el agua.
Rodríguez López comenta que la sobreexplotación del acuífero comenzó en la década de los noventa y que poco se ha hecho desde entonces para mitigar los efectos. Además, señala que no solo los ciudadanos han sido afectados, sino también el sector agrícola, que depende en gran medida de un manto freático cuyos niveles están en continuo descenso. “Poco han hecho las autoridades para solucionar el problema”, afirma el activista. «Desgraciadamente, el acuífero Jiménez-Camargo, según estudios de CONAGUA, no tiene ya disponibilidad del vital líquido, por lo que las autoridades le han echado la culpa a la ciudadanía, cuando en realidad la problemática se debe a la sobreexplotación».
La presa Pico del Águila y la expansión de la frontera agrícola: Factores agravantes.
La construcción de la Presa Pico del Águila en la vertiente del Río Florido fue, según ambientalistas, un punto de inflexión en la crisis hídrica de la región. Al cortar el flujo de agua río abajo, se interrumpió la recarga natural de los acuíferos, acelerando la sobreexplotación. A esto se sumó la creciente demanda de agua por la expansión de las plantaciones de nogal para la producción de nuez pecanera en los municipios de Camargo, Jiménez, López y Coronado. Este cultivo es uno de los más demandantes en términos hídricos, y su expansión ha ejercido una presión insoportable sobre los recursos hídricos locales.
Organizaciones sociales denunciaron que, además de la presión que ejercen estas plantaciones, se ha incrementado la perforación ilegal de pozos, lo que ha acelerado el agotamiento del acuífero. A pesar de las alertas de la Comisión Nacional del Agua (CONAGUA) en 2015 y 2020 sobre la grave situación del acuífero Jiménez-Camargo, las autoridades han mostrado una notable inacción, permitiendo la expansión agrícola sin regulaciones efectivas.
Condiciones hidrogeológicas y monitoreo del acuífero.
El acuífero Jiménez-Camargo, con una extensión de 9,947.7 kilómetros cuadrados, abastece principalmente a los municipios de Camargo, Jiménez, López y Coronado. Según estudios realizados por la Universidad Autónoma de Chihuahua, el acuífero presenta una compleja dinámica hidrogeológica, con flujos subterráneos locales y regionales. El monitoreo piezométrico ha identificado variabilidad en los flujos, lo que sugiere la necesidad de un enfoque de gestión adaptativo y estratégico que considere tanto las zonas de recarga como las de descarga.
Sin embargo, los datos más recientes de CONAGUA indican que, lejos de mejorar, la disponibilidad de agua en el acuífero ha empeorado. En 2020, el déficit hídrico alcanzó los 192 millones de metros cúbicos anuales, una cifra que pone en grave riesgo la sostenibilidad del recurso. A pesar de las normativas vigentes, la falta de monitoreo y regulación ha permitido que el acuífero continúe en deterioro.
Propuestas de manejo sostenible.
Para enfrentar la crisis hídrica en la Subcuenca del Río Florido, es imperativo adoptar medidas urgentes de manejo sostenible. Entre las propuestas más destacadas se encuentra la creación de un Sistema de Información Geográfica (SIG) que permita el monitoreo constante de los niveles piezométricos, la calidad del agua y las zonas de recarga. Esto proporcionaría a las autoridades una herramienta crucial para la toma de decisiones informadas.
Además, se deben fomentar prácticas agrícolas más eficientes, como el uso de tecnologías de riego que optimicen el consumo de agua y la promoción de cultivos menos demandantes. La reducción del uso de agua en un 50% en las zonas de riego podría ayudar a recuperar los conos de abatimiento, evitando un colapso hídrico irreversible.
La regulación del uso del agua también debe reforzarse mediante la implementación de un sistema de permisos más riguroso y el establecimiento de límites claros para la extracción. Inversiones en infraestructura para el tratamiento de aguas residuales serían esenciales para reducir la contaminación y mejorar la calidad del agua.
La urgencia de una gestión efectiva.
La crisis del acuífero Jiménez-Camargo es el resultado de décadas de mala gestión de los recursos hídricos, caracterizada por la sobreexplotación, la contaminación y la falta de regulación. Si no se toman medidas inmediatas, la región se enfrenta a un futuro de escasez de agua, lo que afectará gravemente tanto a la agricultura como a la población local. Las políticas de manejo sostenible, el monitoreo constante y la promoción de un uso racional del agua son esenciales para mitigar los efectos de esta crisis.
Sin un cambio significativo en la forma en que se gestionan los recursos hídricos, la Subcuenca del Río Florido podría enfrentar un colapso total en los próximos años. La protección y recuperación del acuífero Jiménez-Camargo es un reto que debe ser asumido por todas las partes involucradas: autoridades, agricultores y sociedad civil. Solo mediante un esfuerzo conjunto será posible garantizar la disponibilidad de agua para las generaciones futuras.
Por: Gorki Belisario Rodríguez Ávila.