Cuando el sol apenas asoma detrás de las sierras del oriente, la bruma azulada que cubre los valles del Bolsón de Mapimà se tiñe lentamente de tonos anaranjados y rosados.
HISTORIASMX. – En el corazón del sur de Chihuahua, donde el cielo parece no tener fin y la tierra se funde con el horizonte, el municipio de Jiménez ofrece uno de los espectáculos más imponentes y silenciosos del norte de México: los amaneceres y atardeceres del Gran Desierto Chihuahuense.
No hacen falta filtros, ni grandes arreglos, ni más sonido que el silbido del viento seco cruzando entre las ramas espinosas del huizache o el susurro áspero de las vainas secas del mezquite golpeando el polvo. AquĂ, cada dĂa comienza y termina con una obra de arte en el cielo.
🌅 Un lienzo natural al amanecer
Cuando el sol apenas asoma detrás de las sierras del oriente, la bruma azulada que cubre los valles del BolsĂłn de MapimĂ se tiñe lentamente de tonos anaranjados y rosados. Desde los campos en las afueras de JimĂ©nez hasta los caminos rurales rumbo a las comunidades de Corraleño o La Esperanza, los primeros rayos del dĂa acarician un ecosistema que ha aprendido a florecer en la sequĂa.







Entre las plantas que capturan esta luz dorada están los nopales de espinas afiladas, las lechuguillas que se erizan como lanzas verdes entre las rocas, y los majestuosos mezquites (Prosopis spp.), árboles generosos que brindan sombra, alimento y madera, sĂmbolo vivo de la resistencia del desierto.
🌵 Botánica del silencio: flora tĂpica del desierto en JimĂ©nez
El desierto en JimĂ©nez no es una tierra vacĂa, sino un jardĂn silvestre de formas sorprendentes:
- Huizache (Vachellia farnesiana): árbol espinoso, de flores pequeñas y amarillas que perfuman el aire seco.
- Mezquite (Prosopis glandulosa): árbol noble de sombra generosa, flor de abejas y fruto para el ganado.
- Cactáceas (como el cardenche y la biznaga): pequeñas fortalezas de agua viva, protegidas por púas y adaptadas al sol.
- Sangre de drago y gobernadora (Larrea tridentata): plantas medicinales y rituales, guardianas de la salud popular.
🌇 Atardeceres que incendian la tierra
Cuando el sol comienza a declinar hacia el oeste, los colores del cielo en Jiménez se tornan intensos y dramáticos. Las nubes, si las hay, se tiñen de rojo, púrpura y dorado. El viento sopla con suavidad, y las siluetas de los cerros cercanos como el Cerro Blanco o las mesetas áridas del Rancho El Gato se recortan como sombras en un cuadro impresionista.
Es el momento perfecto para contemplar, reflexionar y agradecer. Muchos habitantes, al final de sus jornadas, se detienen un instante en sus porches, en las calles o en los caminos rurales para ver cĂłmo el dĂa se apaga con majestuosidad.
đź“· Un destino para la fotografĂa, la paz y la conexiĂłn con la naturaleza
Para los visitantes, fotĂłgrafos y viajeros de paso, JimĂ©nez se convierte en un destino discreto pero inolvidable. AquĂ, lejos del bullicio, los paisajes del desierto son tan amplios como la libertad misma.
No es raro encontrar a quien, sin decir palabra, simplemente se sienta frente al horizonte para ver cĂłmo el cielo cambia de color sobre los espinos. Cada amanecer es una promesa, cada atardecer un descanso. Y en medio, la vida sigue su curso, lenta y resistente como las plantas que decoran este paisaje de arena, roca y luz.
📍 Jiménez, una tierra que late con el desierto
Quienes viven aquĂ lo saben: el desierto tambiĂ©n florece. Y en JimĂ©nez, florece con historias, raĂces profundas y cielos que parecen hablarle al alma.
Asà que si alguna vez te encuentras buscando un sitio donde el tiempo se detenga y el paisaje te abrace, voltea al sur de Chihuahua, busca los caminos de tierra, respira hondo, y déjate llevar por el espectáculo diario del desierto chihuahuense.
Por: Gorki RodrĂguez.