La transparencia simulada: el doble discurso del gobierno municipal de Jiménez
HISTORIASMX. – En un país donde la exigencia ciudadana por la rendición de cuentas es cada vez más urgente, el municipio de Jiménez, Chihuahua, bajo la administración del partido Morena, ha optado por caminar en sentido contrario. A pesar del discurso oficial que pregona “gobierno abierto” y cercanía con el pueblo, la realidad en la práctica es otra: opacidad, dilación y simulación.
Desde hace meses, ciudadanos, periodistas e incluso organizaciones civiles han solicitado —vía la Plataforma Nacional de Transparencia— información pública sobre contratos, obras, gastos de representación, viajes, compras y nombramientos, entre otros temas. Sin embargo, las respuestas del municipio son una constante evasiva: silencio administrativo, respuestas incompletas o entregas de documentos ilegibles o irrelevantes.
Lo más preocupante es que esta no es una omisión casual, sino un patrón sistemático. En muchos casos, es sólo después de que el solicitante interpone un recurso de revisión ante el Instituto Chihuahuense para la Transparencia y Acceso a la Información Pública (ICHITAIP) cuando finalmente se entrega la información… y aun así, muchas veces llega fragmentada, manipulada o con datos que buscan confundir más que esclarecer.
¿De qué sirve un órgano garante si el municipio solo responde cuando se le obliga por la vía legal? ¿Qué clase de gobierno dice representar al pueblo si teme al escrutinio público?
La administración actual, encabezada por Morena, ha caído en una contradicción profunda: mientras se presenta como una fuerza política del cambio, repite prácticas del pasado que justamente motivaron la alternancia. La opacidad, la falta de acceso a la información y el desprecio por la ciudadanía informada son síntomas de un gobierno que se aleja de sus principios fundacionales.
Pero lo que ocurre en Jiménez no es un hecho aislado. Es un microcosmos de una tendencia preocupante a nivel estatal y nacional, donde varios gobiernos emanados de Morena han mostrado resistencias similares, como si el acceso a la información fuera un privilegio, y no un derecho constitucional.
En una época donde la desinformación es arma de control, la transparencia es la única defensa real que tiene el ciudadano común. Ocultar datos es un acto de poder, sí, pero también de miedo: miedo a que se sepa en qué y cómo se gasta el dinero público; miedo a que se documenten los favores, las omisiones, los contratos amañados o las licitaciones dirigidas.
Jiménez no necesita discursos vacíos ni gestos simbólicos. Necesita un gobierno que entienda que rendir cuentas no es una concesión, sino una obligación. Y si no están dispuestos a hacerlo voluntariamente, la ciudadanía debe seguir exigiéndolo por la vía legal, mediática y, cuando llegue el momento, electoral.
Porque lo que está en juego no es una hoja de Excel o un contrato escondido, sino el derecho a saber, a decidir y a vigilar al poder.
Por: Gorki Rodríguez.