Fotografía: Gorki Rodríguez / HISTORIASMX.

Tras los vestigios arqueológicos de los Tobosos: Morteros a un costado de un manantial

HISTORIASMX. – Entre las sierras San Francisco y El Diablo, en el municipio de Jiménez, Chihuahua, se encuentra un eslabón perdido de la tribu de los Tobosos. En este sitio, los vestigios arqueológicos y la talla lítica permiten comprender la forma de vida de estos nómadas, cazadores y recolectores.

Los Tobosos fueron una tribu destacada en la región del Desierto del Bolsón de Mapimí, que abarca Chihuahua, Coahuila y Durango.

Se caracterizaron por su destreza en el uso del arco y su resistencia a la conquista española hasta su exterminio a manos de los colonizadores.

Morteros: Huellas de la vida cotidiana de los Tobosos

A unos kilómetros de la frontera con Coahuila, en el valle entre la Sierra San Francisco y la Sierra El Diablo, los Tobosos fabricaron una serie de morteros. Estos instrumentos, tallados sobre roca dura, fueron utilizados para la molienda y trituración de alimentos, plantas y granos.

Tres morteros se hallan alineados, con diámetros de 15 a 20 centímetros y separados entre sí por 8 a 18 centímetros. Dos de ellos tienen una profundidad de más de 20 centímetros, mientras que el tercero alcanza los 30 centímetros.

Las marcas del cincel de piedra aún son visibles en las paredes de los morteros, permitiendo reconstruir su proceso de elaboración: el tallado comenzaba desde el centro y avanzaba hacia los costados hasta alcanzar la profundidad deseada.

La presencia del agua: Un indicio de asentamiento

A un costado de estos morteros, una grieta en la roca deja escapar el sonido del agua corriendo en su interior. Se cree que en el pasado existió un manantial, lo que habría sido un factor clave para la presencia de los Tobosos en el lugar. Carlos Medina, descubridor de los morteros, también halló las manos de piedra con las que la tribu molía granos y hierbas.

A seis metros de los tres morteros principales, se encuentra otro, en un punto estratégico cercano a la grieta de la roca. La presencia de vegetación ribereña, como jarillas de río, indica que el agua sigue presente en el subsuelo.

Fotografía: Gorki Rodríguez / HISTORIASMX.

“Yo pienso que los morteros fueron labrados aquí por los Tobosos porque antes emanaba agua de aquí, pudo haber un manantial. Es muy probable por la forma del terreno y la presencia de estas jarillas, además de que los integrantes de la tribu buscaban agua para su subsistencia”, comenta Carlos Medina.

Otros vestigios en la región: Petrograbados y construcciones circulares

A kilómetros de este hallazgo, en la Cascada de los Chuzos, se encuentran más de 10 morteros tallados en piedra junto al lecho de un arroyo, sugiriendo que antaño también hubo un manantial en la zona.

En la Sierra El Diablo, a más de 20 kilómetros de los morteros, se han localizado construcciones circulares de piedra, que funcionaban como viviendas de los Tobosos. Además, se han hallado fragmentos de la talla lítica, como escamas resultantes de la fabricación de puntas de flecha.

Estos vestigios constituyen una pieza clave para reconstruir la historia de los Tobosos, un pueblo que resistió con ferocidad la invasión española y que, a pesar de su desaparición, dejó huellas imborrables en el paisaje del desierto chihuahuense.

Ecos del pasado en la roca

Los morteros ubicados a un costado de la grieta donde aún se escucha fluir el agua son evidencia de que los Tobosos habitaron este lugar debido a la presencia de un manantial. Aunque el agua ya no emerge a la superficie, su rastro permanece, al igual que las herramientas de piedra que nos hablan de un pasado remoto.

Este hallazgo es una ventana al pasado, una prueba tangible de la habilidad y adaptabilidad de una tribu que, aunque hoy ya no existe, sigue contando su historia a través de la piedra y el eco

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