De acuerdo con estudios publicados por CONAGUA y el DOF, el acuífero Jiménez-Camargo acumula desde hace más de una década un déficit de extracción de más de – 167,374,574 de metros cúbicos por año.
Jiménez-Camargo, Chihuahua — Las recientes lluvias que devolvieron al Río Florido su caudal natural generaron alegría entre los habitantes de Jiménez, Coronado y Camargo. El agua bajó con fuerza por el lecho del río, cubriendo piedras secas y despertando la esperanza de que, quizás, el problema del agua comenzaba a revertirse. Sin embargo, la realidad es muy distinta y mucho más preocupante.
Bajo la superficie, el acuífero Jiménez-Camargo, la verdadera fuente de vida de la región, sigue en estado crítico. Lo que hoy corre por el río no se traduce en recarga efectiva. La infiltración pluvial es prácticamente nula, y los escurrimientos se pierden en el flujo superficial, sin regenerar el sistema subterráneo. Este fenómeno revela un conflicto estructural: la sobreexplotación del acuífero ha roto el equilibrio hídrico de todo el valle.
Déficit permanente y colapso en cámara lenta
De acuerdo con estudios publicados por CONAGUA y el DOF, el acuífero Jiménez-Camargo acumula desde hace más de una década un déficit de extracción de más de – 167,374,574 de metros cúbicos por año. Esto significa que se saca mucho más agua de la que entra al subsuelo, año con año. En palabras simples: se está vaciando lentamente un depósito que ya casi no se llena.
Cifras alarmantes del acuífero:
- Área cubierta: 9,948 km²
- Municipios incluidos: Jiménez, Camargo, López, Coronado, Allende, Matamoros, San Francisco de Conchos
- Volumen de extracción anual (2024): 303.1 millones de m³
- Uso agrícola: 96.4% del total extraído
- Disponibilidad actual: zona clasificada como sin disponibilidad para nuevos usos
Río seco, pozos sin control y represas ilegales
En condiciones naturales, el acuífero alimentaba con flujo base al Río Florido, especialmente en épocas de estiaje. Hoy esa relación se ha invertido. Las extracciones han vaciado el acuífero y el río ha dejado de recibir ese aporte subterráneo, secándose fuera de temporada.
A esto se suman prácticas que agravan el problema:
- Pozos ilegales que siguen operando en zonas agrícolas, particularmente en los cultivos de nogal, uno de los más sedientos del país.
- Represas clandestinas río arriba en los municipios de López y Coronado, que acaparan agua pluvial y evitan que fluya río abajo, alterando el equilibrio de todo el sistema hídrico natural.
El corazón del problema: el modelo agrícola extractivista
Los estudios de CONAGUA son contundentes: el 96.4% del agua extraída del acuífero se destina al uso agrícola, especialmente en sistemas de riego intensivo como el nogalero. Este cultivo, aunque rentable para unos cuantos, es ecológicamente inviable para una región semiárida que recibe apenas 340 mm de lluvia al año.
Esto ha dado lugar a un paisaje contradictorio: valles verdes sembrados de nogales, rodeados de comunidades que carecen de agua potable o la reciben contaminada. Es el reflejo de una política hídrica sin regulación efectiva, capturada por intereses productivos de gran escala.
La urgencia de obras de infiltración y justicia hídrica
Para revertir la tendencia, especialistas y técnicos coinciden en que es urgente implementar:
- Obras de infiltración pluvial: bordos, zanjas, presas de gavión y sistemas escalonados de retención que permitan que el agua de lluvia penetre el suelo y recargue el acuífero.
- Clausura y control de pozos ilegales, así como la actualización del padrón de concesiones reales.
- Eliminación de represas clandestinas y restitución del cauce natural del Río Florido.
- Reconversión del modelo agrícola actual, promoviendo cultivos menos demandantes de agua y sistemas agroecológicos sostenibles.
- Participación ciudadana y transparencia en la toma de decisiones sobre el uso del agua.
Conclusión: más allá del río, un sistema en crisis
El agua que hoy corre por el Río Florido no es señal de recuperación, sino de oportunidad perdida si no se actúa ya. El acuífero Jiménez-Camargo está colapsando, lentamente y a plena vista, ante la pasividad de autoridades y la voracidad de un sistema que privilegia la rentabilidad privada sobre la sustentabilidad colectiva.
Lo que está en juego no es solo el futuro agrícola de la región, sino el acceso mismo al agua para vivir. El río puede correr un par de días. El acuífero, si no se recarga, tardará décadas en recuperarse… o no lo hará jamás.
Por: Gorki Rodríguez.