La historia de los mulatos y negros en la región del Bolson de Mapimí durante los siglos XVII y XVIII es una narrativa de lucha y adaptación en un contexto colonial complejo. A través de su participación en los conflictos, su eventual reintegración a la sociedad y las documentaciones legales de su comercio, estos individuos ofrecen una perspectiva sobre las difíciles condiciones de vida, las relaciones interculturales y las dinámicas de poder en la colonia.
HISTORIASMX. – La historia de la esclavitud negra en la América española ha sido un tema de creciente interés para los investigadores en las últimas décadas, con estudios que revelan facetas complejas de la vida de los esclavos y sus resistencias. Esta investigación se centra en la experiencia de los esclavos fugitivos y sus alianzas con los pueblos indígenas en el septentrión novohispano, un aspecto crucial pero a menudo marginal en la narrativa histórica convencional.
Escapadas y Alianzas.
Desde el siglo XVII, el noreste de la Nueva España (actualmente el norte de México) fue escenario de diversas revueltas y alianzas entre esclavos fugitivos y pueblos indígenas. La Ley XXI del Título V de la Nueva Recopilación de las Leyes de Indias, promulgada por el rey Felipe II en 1571 y 1574, abordaba específicamente las sanciones para los negros y mulatos que escaparan de sus amos. No obstante, las fuentes históricas revelan que muchos esclavos se unían a comunidades indígenas para escapar de la opresión.
En Veracruz, en 1609, una notable rebelión de esclavos cimarrones se organizó bajo el liderazgo de un esclavo llamado Yanga. Esta comunidad, compuesta por negros cimarrones, indígenas y prófugos, se convirtió en una amenaza significativa para las rutas comerciales. El virrey Luis de Velasco tuvo que negociar con ellos, resultando en la fundación del pueblo de San Lorenzo de los Negros. Este pacto no solo destaca la resiliencia de los cimarrones, sino también la capacidad de negociación que tenían frente a la autoridad colonial.
Refugio en el Desierto.
El Bolsón de Mapimí, una región desértica en el noreste de la Nueva España, se convirtió en un refugio para los esclavos fugitivos y los rebeldes indígenas. La falta de minas y tierras fértiles hizo que esta área permaneciera fuera del control español durante gran parte de la época colonial. Los esclavos negros y los indígenas se unían en esta región, creando comunidades resistentes que atacaban los asentamientos coloniales cercanos.
Cautivos y Resistencia.
La historia también documenta varios casos de esclavos que fueron capturados por pueblos indígenas durante conflictos con los colonos españoles. En 1663, indios de las naciones tusares, babosarigames, tetecores y mamones de Coahuila atacaron la hacienda de San Pedro y llevaron cautivo a un joven esclavo negro, Nicolás de los Santos. Este evento es significativo porque muestra cómo los esclavos capturados se convertían en parte integral de las alianzas y conflictos regionales.
Nicolás de los Santos, quien fue rescatado en 1666, relató cómo los babosarigames lo habían intercambiado con otros pueblos indígenas y cómo estos grupos se organizaban para resistir y atacar a los españoles. Su testimonio ofrece una visión íntima de las alianzas entre los esclavos fugitivos y los pueblos indígenas, y su papel en la resistencia contra el dominio colonial.
Confrontaciones y Capturas.
En el contexto de la rebelión de los cimarrones y las alianzas con pueblos indígenas, las acciones de los rebeldes en 1663 y 1666 destacaron por su intensidad y la complejidad de las alianzas interétnicas. Tras los ataques, los rebeldes se dirigieron hacia el sur, donde asaltaron arrieros que transportaban maíz, asesinando a los arrieros y sacrificando las mulas. También capturaron a una india y dos jóvenes, mientras que más tarde, se enfrentaron con los soldados españoles de Saltillo. La batalla resultó en la muerte de un rebelde y la captura de una parte de la caballada robada. Sin embargo, la fuga de uno de los jóvenes cautivos y la captura de la caballada en Agua Nueva demostraron la persistencia y habilidad táctica de los rebeldes.
Nicolás de los Santos, quien fue capturado por los rebeldes y mantenido en cautiverio, proporcionó detalles sobre las numerosas naciones indígenas involucradas en la resistencia. Su relato incluyó la participación de los babosarigames, tusares, mamones, y otros grupos indígenas que formaban una confederación de resistencia. Su testimonio mostró la complejidad y la escala de las alianzas que se habían formado en contra de los colonos españoles, así como las tácticas utilizadas para desestabilizar la región.
Condena y Juicio.
El castigo ejemplar para los rebeldes y los cautivos se volvió una práctica común. En mayo de 1666, el general Diego de Valdés ordenó la ejecución del indio Miguelillo, quien había sido capturado y se le había acusado de colaborar con los rebeldes. Esta medida buscaba servir como un escarmiento para otros posibles colaboradores y garantizar la disciplina entre los pueblos indígenas.
Por otro lado, el caso de Nicolás de los Santos reveló la complejidad de la administración colonial y la lucha por el control de los cautivos. A pesar de las pruebas de su propiedad, la disputa entre Francisco Gómez de la Vega y el gobernador Antonio de Oca Sarmiento complicó la restitución del esclavo. Gómez de la Vega tuvo que presentar una serie de documentos y testimonios para reclamar la devolución de Nicolás, lo que refleja las complicaciones legales y burocráticas inherentes al dominio colonial.
El Caso de Nicolás de Castañeda.
Un caso similar de cautiverio y resistencia es el de Nicolás de Castañeda, un niño mulato capturado en 1688 por indios rebeldes en el reino de Galicia. A diferencia de muchos cautivos que buscaban escapar, Nicolás permaneció con los cocoyomes durante una década. Su testimonio, dado en 1699, reveló que, a pesar de tener oportunidades para escapar, optó por quedarse debido a su adaptación a la vida entre los indígenas.
Este caso resalta un aspecto fascinante de la vida de los cautivos: la posibilidad de adaptación y resistencia. Nicolás de Castañeda se integró a la vida de los cocoyomes, participando en sus incursiones y actividades. Su decisión de permanecer con sus captores ilustra la complejidad de la identidad y las circunstancias de los cautivos en la América colonial.
La Resistencia Indígena y la Captura de Nicolás de Castañeda.
El 28 de marzo de 1698, los indios cocoyomes, entre los que se encontraba el mulato Nicolás de Castañeda, perpetraron un ataque mortal en el presidio del Pasaje. En esta incursión, la vida de Diego López, Joseph de Vidarte, Juan de la Riva, Alejo de Medina, Juan Morcillo y Sebastián Durán, soldados del presidio, se vio truncada. La violencia y la destreza táctica de los rebeldes, liderados por el mulato cautivo, demostraron la severidad del conflicto. Nicolás de Castañeda, cuya participación en los saqueos y asesinatos fue confirmada por los sobrevivientes, fue condenado a servir aprisionado durante diez años en un mortero de la jurisdicción del Parral.
El Cautiverio y la Huida de Nicolás de Castañeda.
El 11 de mayo de 1699, Nicolás de Castañeda fue entregado a Domingo de la Puente, minero y vecino del real de San Francisco del Oro, para su custodia durante diez años. Sin embargo, Castañeda huyó poco después del mortero donde estaba aprisionado. Su desaparición suscitó la sospecha de que pudo haber regresado con los cocoyomes, quienes retomaron sus actividades de saqueo poco después de establecer la paz.
Los Nuevos Desafíos: Joseph y el Negro Juan.
A principios del siglo XVIII, la provincia de Santa Bárbara en Nueva Vizcaya enfrentó una escalada de violencia. Los cocoyomes, aliados con chizos, sisimbles y otras tribus, formaban un grupo formidable de más de doscientos guerreros que asolaban la región. Entre los rebeldes se encontraban dos esclavos fugitivos: Joseph y el negro Juan. Estos individuos, originalmente propiedad de hacendados locales, se habían unido a los indígenas alzados y contribuido a la ola de ataques.
El 23 de mayo de 1715, un informe de Diego Pacheco reveló que siete de sus sirvientes fueron víctimas de los cocoyomes, incluyendo a tres cautivos, entre ellos Joseph Xavier García, quien había sido esclavo en la hacienda de Diego Moreno. Joseph Xavier García y Dionisio Aparicio de los Reyes, otro cautivo, lograron escapar de los indios después de ser capturados y relataron sus experiencias al gobernador Manuel San Juan de Santa Cruz. La brutalidad de los rebeldes, así como la participación activa de Joseph en los ataques, fueron documentadas a través de sus relatos.
La Vida en Cautiverio: Joseph Xavier y los Indios Cocoyomes.
Los testimonios de Joseph Xavier García y Dionisio Aparicio describieron la vida en cautiverio y las atrocidades cometidas por los cocoyomes. Joseph, quien se hacía llamar Tobal entre los indígenas, participaba activamente en los ataques, e incluso se mostraba más cruel que sus compañeros indígenas. Durante una incursión, los cocoyomes mataron a varios leñadores y tomaron cautivos adicionales. A pesar de las oportunidades de escapar, Joseph y Dionisio permanecieron en cautiverio hasta que lograron liberarse.
La Captura de Diego Martín.
En octubre de 1716, Diego Martín, un joven mestizo de doce años, fue capturado por los cocoyomes mientras trabajaba en la hacienda de San José de la Mimbrera. Diego Martín permaneció con los cocoyomes durante un año y describió las actividades diarias de la tribu, incluyendo el saqueo de caballada y otros bienes. La información obtenida de Diego Martín contribuyó a una comprensión más completa de las dinámicas de los ataques indígenas y las condiciones en las que los cautivos eran mantenidos.
El Mulato Joseph y el Negro Juan: Los Últimos Años de las Hostilidades.
En los años siguientes a las negociaciones de 1720, la región continuó siendo un escenario de conflictos. Aunque el gobernador Martín de Alday había conseguido que los cocoyomes aceptaran una paz temporal, la estabilidad no perduró. Los ataques y las incursiones por parte de los grupos indígenas y los bandoleros persistieron, reflejando la fragilidad de los acuerdos y las tensiones subyacentes que continuaban presentes en la región.
En 1721, poco después de las promesas de paz, los informes comenzaron a mostrar que los cocoyomes y sus aliados seguían realizando incursiones esporádicas, a menudo liderados por aquellos que habían sido parte de los enfrentamientos previos. La presencia del mulato Joseph y el negro Juan en estas actividades se mantuvo como un enigma. Aunque la paz fue proclamada, los conflictos entre los diferentes grupos indígenas y las incursiones en territorio español continuaron, lo que sugiere que la resolución definitiva de las tensiones aún estaba lejos.
Reaparición y Desapariciones.
La reaparición de Joseph y Juan en la escena de conflicto no fue inusual. A pesar de las promesas de paz y las apariencias de reconciliación, los lazos que estos individuos mantenían con las facciones indígenas revelaron una dinámica compleja. En 1723, un nuevo informe menciona la aparición de un grupo de rebeldes en la región de la Sierra Mojada, dirigido por líderes indígenas conocidos por su asociación con Joseph y Juan. Aunque no se pudo confirmar la presencia exacta de los dos esclavos en estos ataques, su influencia y liderazgo sobre los grupos indígenas seguían siendo un tema de preocupación para las autoridades coloniales.
En 1724, un notable cambio ocurrió cuando el mulato Joseph y el negro Juan desaparecieron de los registros oficiales. No se encontraron informes claros sobre su destino. Se especula que ambos pudieron haber sido eliminados en enfrentamientos posteriores o que, en un giro sorprendente, pudieron haber logrado establecerse en un lugar seguro fuera del alcance de las autoridades coloniales.
Legado y Consecuencias.
El impacto de los líderes esclavos sobre los grupos indígenas y su participación en los conflictos armados dejó una marca duradera en la historia regional. La presencia de Joseph y Juan, y su influencia sobre los cocoyomes y otros grupos, subraya cómo las dinámicas de poder y lealtad eran fluidas y cambiantes en el contexto de la colonia. Los conflictos entre indígenas y colonos no solo estaban marcados por cuestiones territoriales y económicas, sino también por las complejas interacciones entre individuos que cruzaban las fronteras de raza y estatus social.
La persistencia de los enfrentamientos y las hostilidades en la región a lo largo de los años refleja las dificultades de implementar una paz duradera en un contexto tan volátil. La historia de Joseph y Juan, junto con la continua resistencia indígena, pone de relieve las tensiones inherentes a la colonización y la complicada relación entre los diferentes actores en esta historia de resistencia y conflicto.
Así, la memoria de estos eventos y personajes sigue siendo un testimonio de las complejas interacciones sociales y políticas en la frontera colonial, donde las promesas de paz a menudo eran efímeras y las luchas por el poder continuaban.
El Legado de los Esclavos y los Indios en la Nueva Vizcaya.
La compleja historia de los mulatos y negros en la región del Bolson de Mapimí refleja una narrativa de resistencia, lealtades cambiantes y desafíos en la integración social durante el periodo colonial. Los cuatro casos destacados en el reportaje ofrecen un vistazo profundo a cómo estos individuos, inicialmente cautivos, lograron influir en los eventos y en la dinámica de poder en la región.
Rebeldía y Condena: El Caso de los Escapados.
En 1722, la captura de los cocoyomes y su envío en cadena a la Ciudad de México fue un acto ejemplar de la represión colonial. Sin embargo, la suerte de los esclavos Joseph y Juan cambió drásticamente cuando escaparon de la cruel condena impuesta a sus antiguos aliados. Su escape subraya no solo la desesperación de los cautivos por evitar el castigo, sino también la eficacia de sus redes de apoyo entre los grupos indígenas y el conocimiento del terreno que les permitió eludir la condena.
La Rehabilitación y el Retorno a la Sociedad Colonial.
A pesar de los cruentos episodios en los que participaron, tres de los cuatro esclavos mencionados lograron reintegrarse a la sociedad colonial. Esta reintegración refleja las dinámicas sociales de la época, donde los antiguos enemigos podían ser absorbidos de nuevo en el tejido social colonial, ya sea por la influencia de las autoridades, la demanda de mano de obra o la necesidad de consolidar acuerdos de paz. El cuarto esclavo, que había crecido entre los indios hasta la adultez, también muestra cómo el estatus de esclavo podía, irónicamente, ofrecer ciertas protecciones y oportunidades de escape.
La Rebeldía Persistente y la Aceptación del Estatus.
La historia de los esclavos y su relación con los grupos indígenas demuestra que no todos aceptaron su estatus dentro de la sociedad colonial. Mientras algunos esclavos se adaptaron y aceptaron su rol en la estructura social, otros continuaron desafiando las normas establecidas, uniendo fuerzas con los grupos indígenas para resistir la dominación colonial. Esta resistencia reflejaba la complejidad de la identidad y la lealtad en un contexto de opresión y conflicto.
Documentación de Venta: Un Ejemplo del Comercio de Esclavos.
El apéndice documental presenta un ejemplo significativo del comercio de esclavos en la época. La escritura de venta de Regina y su hijo Nicolás de los Santos ilustra las prácticas legales y sociales en torno a la propiedad de esclavos. Este documento no solo muestra el valor económico asignado a los esclavos, sino también el proceso formal de su venta y transferencia de propiedad, subrayando la deshumanización inherente a la institución de la esclavitud.
La historia de los mulatos y negros en la región del Bolson de Mapimí durante los siglos XVII y XVIII es una narrativa de lucha y adaptación en un contexto colonial complejo. A través de su participación en los conflictos, su eventual reintegración a la sociedad y las documentaciones legales de su comercio, estos individuos ofrecen una perspectiva sobre las difíciles condiciones de vida, las relaciones interculturales y las dinámicas de poder en la colonia. La resistencia y la adaptación de estos esclavos resaltan las complejas realidades sociales y políticas del periodo, recordándonos la resistencia y la lucha por la libertad en una época de intensas tensiones y transformaciones.