Aunque es considerada una plaga, esta hormiga cosecha hojas de arbustos o árboles para producir hongo, el cual usan como alimento.
HISTORIASMX. – En el Desierto Chihuahuense, habita un diminuto insecto cosechador de hojas, la hormiga cortadora de hojas, arriera o Atta cephalote por su nombre científico. Pese a que esta especie puede ser un problema en zonas agrícolas, derivado al daño que puede ocasionar a los cultivos; es un insecto increíble que cosecha hojas de matorrales o árboles para poder alimentarse.
Dentro del complejo esquema de trabajo que poseen, las hormigas obreras, las cuales son las encargadas de hacer, mantener, limpiar y alimentar el nido, cumplen la importante labor de cortar materia vegetal con sus poderosas mandíbulas, la cual llevan hasta el nido en donde es depositada.
En su mayoría, la materia vegetal que recolectan estas hormigas, son hojas, las cuales son indispensables para su alimentación, ya que, a partir de esta cosecha, se crea un hongo el cual usan como alimento.
Esta hormiga, en los últimos años, se ha convertido en una plaga que ha venido afectando de manera significativa la agricultura y los ecosistemas en América Latina: la Hormiga Arriera (Atta cephalotes).
Originaria del neotrópico y distribuida desde la Argentina hasta el sur de Estados Unidos, estas hormigas han demostrado ser insectos altamente perjudiciales debido a su avanzada organización social, su capacidad para cosechar hojas y cultivar hongos, y su adaptabilidad a entornos modificados por actividades humanas.
Impacto económico y ambiental:
La expansión de la Hormiga Arriera ha dejado su marca en diversos cultivos y ecosistemas. En El Salvador, por ejemplo, tras la quema y tala de bosques, estas hormigas se han convertido en una plaga defoliadora, causando pérdidas económicas significativas a productores de hortalizas, frutas y árboles forestales. Además, han demostrado su capacidad para dañar la infraestructura de las viviendas al construir túneles en su hábitat natural.
En Argentina, el impacto se ve exacerbado por condiciones climáticas más rigurosas hacia el sur, lo que implica una importante pérdida de individuos. Su presencia ha llevado a la disminución de la productividad y rentabilidad en diversos cultivos y plantaciones forestales, afectando a más de 47 cultivos agrícolas y hortícolas, así como a especies forrajeras y forestales.
Biología y ciclo de vida.
Estas hormigas pertenecen al género Atta, conocido por su organización social altamente estructurada. Las colonias cuentan con castas que se encargan de buscar alimento y cuidar a otros miembros, sacrificando la perpetuación de sus propios genes para asegurar la supervivencia de la colonia.
Su ciclo de vida, desde huevo hasta adulto, incluye etapas como larva, pupa y la emergencia de reproductores adultos.
Dinámica de la plaga.
Los hormigueros de la Atta cephalotes pasan por diferentes estadios de formación hasta alcanzar la madurez, aproximadamente a los 36-38 meses de edad. Un hormiguero maduro puede albergar hasta 12 millones de individuos. Su actividad se divide en la recolección de material vegetal, el cultivo del hongo y la disposición final de desechos.
Factores facilitadores y alternativas de control.
La relación entre la intervención humana en los ecosistemas y el aumento de las poblaciones de hormigas arrieras es evidente. Actividades como pastoreo, quema, tala y cambios en el uso del suelo han contribuido a su proliferación. Para controlar esta plaga, se proponen diversas alternativas:
- Control Cultural: Destinado a la destrucción de hormigueros nuevos y la utilización de cultivos trampa para intoxicar a las hormigas.
- Control Físico-Mecánico: Incluye la destrucción mecánica de hormigueros, insuflación de cal agrícola molida y la búsqueda manual de reinas para su eliminación.
- Control Biológico: Utilización de predadores, parásitos y microorganismos patógenos, así como cebos con hongos que han demostrado ser efectivos.
- Control Químico: Aunque se recomienda con precaución, se incluyen insecticidas específicos y otras sustancias para combatir el hongo y las hormigas.
La fungicultura, práctica milenaria de cultivo de hongos, no es exclusiva de los seres humanos. En un asombroso giro evolutivo, algunas especies de hormigas del género Atta se destacan como expertas agricultoras de hongos, llevando a cabo esta actividad mucho antes que nosotros, hace millones de años.
Un vistazo a las hormigas Atta.
Dentro del reino de las hormigas, las del género Atta son pioneras en la fungicultura. Estas hormigas, conocidas como hormigas arrieras, cultivan el hongo Leucoagaricus gongylophorus, estableciendo una simbiosis mutualista obligada.
Vivendo en nidos complejos, pueden alcanzar hasta 1.5 metros de altura y varios metros de profundidad, formando una intrincada red de túneles y cámaras subterráneas.
Ciclo de vida del cultivo.
El proceso comienza con la fundación del hormiguero por una reina fértil, que siembra el hongo en sus excrementos para iniciar el cultivo. La reina se encarga del cuidado inicial de las larvas, y cuando las obreras nacen, asumen la responsabilidad del hongo. Este es cultivado en cámaras subterráneas, asegurando un suministro constante de alimento.
Estrategias de cultivo.
El hongo cultivado, Leucoagaricus gongylophorus, es un saprófito, alimentándose de materia orgánica en descomposición. Las hormigas recolectan fragmentos vegetales, principalmente hojas frescas, para alimentar al hongo. Sorprendentemente, este hongo, mientras está bajo el cuidado de las hormigas, permanece en una fase asexual llamada bromatia, sin desarrollar esporocarpos.
Complejidades del cultivo.
Aunque las hormigas han desarrollado mecanismos eficientes para proteger sus cultivos, enfrentan desafíos de competidores y microorganismos nocivos. Las glándulas metapleurales de las hormigas producen compuestos antibióticos fungicidas, y algunas especies mantienen asociaciones simbióticas con actinobacterias que también producen antibióticos, contribuyendo a la protección del hongo.
Lecciones de la naturaleza.
Este fascinante mundo de la fungicultura en hormigas arrieras nos enseña que la agricultura y la protección de los cultivos son prácticas que se han desarrollado de manera sorprendente en el reino animal mucho antes de la aparición de la humanidad. Mientras exploramos nuevas formas de agricultura sostenible, podríamos encontrar inspiración en la ingeniosa colaboración entre las hormigas y sus hongos cultivados.
Fotografía: Gorki Rodríguez / HISTORIASMX.