El Enigma de los Petrograbados de los Pecos: Historia, Naturaleza y Cosmovisión en el Corazón del Desierto Chihuahuense

HISTORIASMX. – En el corazón del vasto y árido desierto de Jiménez, Chihuahua, un lugar cargado de historia y misterio se alza como testimonio de una época remota: La Cascada de los Chuzos, también conocida como La Cañada Roja.

Este rincón agreste, rodeado de formaciones rocosas y cañadas profundas, alberga uno de los conjuntos de arte rupestre más impresionantes y enigmáticos del norte de México. Los petrograbados encontrados aquí no solo hablan de la vida cotidiana de los antiguos cazadores-recolectores nómadas, sino también de su profunda conexión con el entorno y el cosmos.

Un Viaje en el Tiempo: Petrograbados del Desierto

Los petrograbados de La Cascada de los Chuzos fueron registrados por primera vez en 1979 por el destacado arqueólogo Luis Aveleyra Arroyo de Anda.

Estas manifestaciones artísticas, que datan de entre el 1000 a.C. y el 200 d.C., incluyen figuras antropomorfas, representaciones de puntas de flecha tipo Shumla, animales, formas geométricas y elementos celestes. Cada línea, cada figura tallada en la roca cuenta una historia de adaptación, supervivencia y espiritualidad en un entorno hostil.

Un Paisaje Esculpido por el Tiempo

El sitio arqueológico está ubicado en una cañada que desciende más de 100 metros, moldeada por milenios de erosión hídrica sobre un sustrato compuesto de caolín, cantera y micro sílice.

Durante la temporada de lluvias, el área cobra vida con cascadas efímeras que fluyen durante meses, alimentando la vegetación y proporcionando un oasis temporal en el desierto. Este fenómeno geológico convirtió a La Cañada Roja en un punto de referencia para los antiguos nómadas que recorrían el Bolsón de Mapimí.

Arte en la Roca: Simbolismo y Función

Entre las numerosas representaciones destaca un grupo de puntas de flecha tipo Shumla, datadas entre 1000 a.C. y 200 d.C., un diseño que demuestra la habilidad técnica y el conocimiento práctico de estas comunidades. Las figuras antropomorfas se presentan con extremidades alargadas y detalles que podrían estar relacionados con rituales o representaciones de personajes importantes en su cultura.

Otro elemento notable es la presencia de una figura humana acompañada de 15 círculos concéntricos, los cuales han sido interpretados por arqueólogos como una representación del cielo nocturno del Bolsón de Mapimí, un reflejo del conocimiento astronómico y espiritual de las tribus que habitaron esta región. Estas imágenes no solo son arte, sino también un mapa simbólico del entorno natural y celestial que los rodeaba.

Un Ecosistema de Recursos Vitales

El arte rupestre no se limita a representaciones humanas y celestes. También se encuentran grabados que ilustran elementos de la flora local, como una palma de yucca en floración, una planta fundamental para la subsistencia de los antiguos habitantes. La Yucca filifera, capaz de alcanzar alturas de más de 10 metros, ofrecía alimento, fibras para la elaboración de textiles y materiales para la construcción de herramientas.

La Cascada de los Chuzos en Contexto: Un Corredor Cultural

El sitio no está aislado en su importancia. Forma parte de un corredor cultural que incluye otros lugares emblemáticos como Los Remedios, Cueva de las Campanas y Peñoles, donde se han descubierto vestigios similares de arte rupestre y actividad humana. Este corredor evidencia un patrón de movilidad y uso estratégico del paisaje por parte de los nómadas cazadores-recolectores del periodo Arcaico Tardío.

El Valor Histórico y su Preservación

El legado de La Cascada de los Chuzos no solo radica en su riqueza arqueológica, sino también en su capacidad de conectar el pasado con el presente. Cada petrograbado es un testimonio del ingenio y la resiliencia de las comunidades que habitaron el desierto chihuahuense hace miles de años. Sin embargo, este patrimonio enfrenta desafíos importantes, como el vandalismo, el cambio climático y la falta de recursos destinados a su preservación.

Por: Gorki Rodríguez.

La protección y difusión de este sitio son fundamentales para garantizar que las futuras generaciones puedan aprender y maravillarse con el legado de los pecos, los antiguos guardianes del desierto. En cada línea tallada en la roca, en cada símbolo que desafía el paso del tiempo, encontramos una invitación a reflexionar sobre nuestra propia relación con la naturaleza y la historia.

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