Fotografía: Raíchali / Archivo.

La Sierra Tarahumara, con su riqueza natural y cultural, está en peligro. Detener la devastación forestal requiere un esfuerzo conjunto de autoridades, comunidades y ciudadanos para recuperar la esperanza de un futuro sostenible en esta región.

HISTORIASMX. – En las imponentes montañas de la Sierra Tarahumara, un conflicto silencioso pero devastador está transformando los frondosos bosques en territorios desolados. Chihuahua, una región históricamente reconocida por la riqueza de sus ecosistemas, ahora figura en la lista de las zonas críticas forestales del país. La tala ilegal, el lavado de madera y la violencia vinculada al crimen organizado están arrasando con la biodiversidad, desplazando comunidades indígenas y mestizas, y dejando una estela de destrucción ambiental y social.

Tala ilegal: el motor oculto de la crisis.

La tala clandestina en la Sierra Tarahumara no es un fenómeno nuevo, pero su intensificación en los últimos años ha encendido todas las alarmas. Según la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat), Chihuahua se ha convertido en una de las regiones con mayor nivel de deterioro forestal junto con entidades como Guerrero, Michoacán, San Luis Potosí y Ciudad de México. Lo que era una actividad ilícita a pequeña escala ha crecido hasta convertirse en una lucrativa fuente de ingresos para organizaciones criminales que controlan vastas extensiones de bosque.

Los municipios de Bocoyna, Guachochi, Guadalupe y Calvo, y Madera son algunos de los más afectados por esta práctica. En estas zonas, los enfrentamientos entre grupos criminales por el control del territorio son frecuentes, y las comunidades que dependen del bosque se encuentran atrapadas en medio del conflicto. La violencia ha obligado a miles de personas a abandonar sus hogares, buscando refugio lejos de sus tierras ancestrales.

El impacto ambiental y social: una tragedia en expansión.

El licenciado Óscar González Luna, subsecretario de Gobierno, subraya que la tala ilegal no solo está destruyendo los recursos forestales, sino que también está ocasionando daños irreversibles en el equilibrio ambiental de la región. La deforestación está provocando deslaves, aumentando la frecuencia e intensidad de los incendios forestales y alterando el clima local. «La sierra está sufriendo un proceso acelerado de degradación. Las lluvias ya no llegan como antes, los suelos están secos y las temperaturas más elevadas hacen que los incendios sean incontrolables», señala.

Eva Pérez, habitante de la comunidad de Bosques de San Elías Repechique en Bocoyna, comparte su preocupación: “Los manantiales se están secando, los aguajes desaparecen, y los árboles jóvenes que antes atraían la lluvia ya no existen. Es una tragedia para todos nosotros”. La desaparición de los recursos hídricos y el colapso del ecosistema están afectando la calidad de vida de las comunidades, quienes ven cómo su entorno natural se degrada día tras día.

Esfuerzos para combatir la tala ilegal: avances y desafíos.

Durante el 2023, gracias a las denuncias ciudadanas y operativos conjuntos, se logró el aseguramiento de más de 6,900 metros cúbicos de madera ilegal con un valor estimado en más de 116 millones de pesos. Además, 10 personas fueron detenidas y procesadas por delitos forestales. Este año, en junio de 2024, la Policía Forestal reportó la detención de cinco individuos involucrados en actividades ilícitas, junto con el aseguramiento de 233 unidades de madera y seis vehículos. Sin embargo, estos esfuerzos son apenas un paliativo frente a la magnitud del problema.

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Las autoridades han intensificado las revisiones en aserraderos y el monitoreo de guías forestales, pero la tala ilegal continúa en zonas alejadas y de difícil acceso, donde la vigilancia es limitada y la influencia de los grupos criminales es fuerte.

El llamado a la conciencia: la lucha por salvar los bosques.

El licenciado González Luna ha reiterado la importancia de la denuncia ciudadana y la necesidad de que toda la sociedad tome conciencia sobre el impacto de la tala ilegal. «Este problema no solo afecta a las comunidades rurales, es una amenaza para todos. La deforestación altera el ciclo hidrológico, lo que afecta la disponibilidad de agua y la estabilidad climática en toda la región», afirma.

En la última década, el número de zonas críticas forestales en Chihuahua ha aumentado de manera alarmante. En 1997, solo se registraban dos áreas; en 2009, la cifra ascendió a cuatro, y desde 2019 se cuentan cinco zonas devastadas por la tala ilegal. Este crecimiento refleja una realidad desalentadora: los bosques de la Sierra Tarahumara están siendo arrasados a un ritmo insostenible.

Un futuro incierto para la Sierra Tarahumara.

El panorama es desolador. La combinación de la tala clandestina, los incendios provocados y la violencia ha creado una crisis ambiental y social sin precedentes en la región. Mientras la deforestación avanza, las comunidades pierden su hogar, su cultura y su sustento. La lucha por proteger los recursos naturales de la sierra no solo es una cuestión de seguridad ambiental, sino de justicia social para los habitantes que han vivido durante generaciones en estas tierras.

La Sierra Tarahumara, con su riqueza natural y cultural, está en peligro. Detener la devastación forestal requiere un esfuerzo conjunto de autoridades, comunidades y ciudadanos para recuperar la esperanza de un futuro sostenible en esta región.

Con información de Vennesa Rivas.

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