Fotografía: Reidezel.

Villa se dirigió a la casa número 14 de la Avenida Juárez, residencia de Evarista Reyes, viuda del coronel villista Miguel González, quien había muerto en la batalla de Paredón.

HISTORIASMX. – En la madrugada del domingo 22 de septiembre de 1918, Francisco Villa y su lugarteniente Martín López llevaron a cabo un brutal ataque en Ciudad Jiménez, Chihuahua, que en ese momento estaba defendida por el general Mateo Muñoz. Tras apoderarse de la población, los villistas comenzaron a saquear el comercio y las viviendas locales, desatando el caos y el terror entre los habitantes.

El Atroz Crimen en la Casa Número 14.

Villa se dirigió a la casa número 14 de la Avenida Juárez, residencia de Evarista Reyes, viuda del coronel villista Miguel González, quien había muerto en la batalla de Paredón. En la casa también se encontraban sus hijas Sahara y Antonia González, y su nieta Eva Isaura Bazán, de nueve meses, hija de Antonia. El esposo de esta última, el capitán Jesús Bazán, había sido asesinado meses antes por órdenes de Villa.

La Masacre Familiar.

Al llegar a la casa, Villa inició una discusión con Antonia González, quien sostenía a su hija en brazos, y les disparó a ambas a quemarropa. Villa continuó su brutal persecución cuarto por cuarto, asesinando a todas las mujeres con su revólver 44-40. A la pequeña Eva Isaura la mató de manera aún más cruel, estrellándola contra el quicio de la puerta de la sala después de arrebatársela a la niñera.

En el interior de la casa quedaron los cadáveres de:

  • Evarista Reyes
  • Su hermana Coleta, que estaba de visita
  • Sus hijas Antonia y Sahara González

Una amiga de la familia, Dolores Valles Jordán, describió la terrible escena en una carta, revelando detalles desgarradores del crimen.

Testigos y Entierro.

El crimen fue atestiguado por las sirvientas, quienes lograron escapar por las ventanas y por las paredes del corral de la casa. Eusebio Lira, esposo de Domitila Díaz Chacón, tía materna de la señora González, se encargó de enterrar los cadáveres de las cinco mujeres. Al encontrarse con Villa al salir de la finca, este le dijo: “A usté lo dejo viejo pa´que las entierre.” Auxiliado por Pedro González Palacios, hermano del extinto coronel Miguel González, y por Ignacio G. Cerritos, don Eusebio levantó los cadáveres, los llevó al panteón en una vieja calesa y los sepultó sin ninguna ceremonia. Las actas de defunción fueron levantadas 13 días después por Marcial Arciniega ante las autoridades.

Más Víctimas del Asalto.

Ese mismo día también murieron los comerciantes Joaquín Aguilera y Elías Aún a manos del líder guerrillero, aumentando el número de víctimas de este ataque despiadado.

Este trágico episodio refleja la crueldad y violencia desmedida de Francisco Villa durante la Revolución Mexicana, dejando una huella imborrable en la historia de Ciudad Jiménez, Chihuahua.

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