En el municipio de Jiménez, Chihuahua, existe una representación rupestre en soporte de petrograbado, que representa la floración de una palma yucca, así como de otras especies de flora de la región.
HISTORIASMX. – A través de las pinturas rupestres, petrograbados y rastros de la presencia humana (tribus nómadas, cazadoras y recolectoras) en el gran desierto Chihuahuense y del Bolsón de Mapimí, se puede estudiar el cómo estás tribus vivían, así como parte de su dieta.
Mayormente, las interpretaciones del arte rupestre son asociadas a ritos, ceremonias y aspectos religiosos, pero a través de estos vestigios los cuales son información, se puede saber más sobre aspectos esenciales de la vida de diferentes tribus que habitaron los desiertos antes mencionados.
En el municipio de Jiménez, Chihuahua, en uno de los sitios arqueológicos, habitado por el Desarrollo Cultural River Focus Pecos, con fecha cronológica del 300 al 900 D.C. (Después de Cristo), queda la evidencia de varios de los petrograbados más importantes del municipio, que evidencian la recolección y consumo de plantas por parte de los integrantes de esta tribu.
Dentro de la primera cámara donde se ubican los vestigios, se encuentra la representación de una palma de yucca en estado de floración, con un tamaño de aproximadamente veinte centímetros de alto. A un costado de este petrograbado, se encuentran también otras representaciones de plantas, las cuales eran utilizadas por los integrantes de la tribu como alimento.
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Para los integrantes de esta tribu en particular que tuvo una breve estancia en el territorio de Jiménez, la flor de palma debió representar una fuerte importante de alimento y parte de su dieta principal, dado que esta planta fue dibujada en la semi-cueva, tallando su aspecto y forma, hasta convertirse en un petrograbado.
No solo la palma de yucca fue proveedora de alimento para las tribus, también esta planta fue aprovechada para la elaboración de tejidos, mediante la transformación de las fibras de sus hojas.
Así como la representación de esta palma, en este sitio arqueológico en particular, se pueden visualizar otros aspectos de la dieta de esta tribu como venados y conejos.
Hábitat de la Palma Yucca.
En las vastas planicies de México, entre los estados de Coahuila, Nuevo León, Zacatecas, San Luis Potosí, Tamaulipas, Guanajuato, Querétaro, Hidalgo, Michoacán y México, se alza una imponente presencia natural: la Yucca filifera.
Este tesoro botánico, que alcanza alturas impresionantes de más de 10 metros, despliega una arquitectura única, con plantas viejas ramificadas hasta 40 ramas.
Estructura y características distintivas.
Las hojas de la Yucca filifera son testigos de su esplendor, llegando a dimensiones notables de hasta 55 cm × 3,6 cm. Estas hojas lineares oblanceoladas, rígidas y ásperas en ambas superficies, presentan un fenómeno particular: numerosos filamentos espiralados de color blanco, fácilmente quebradizos, que adornan las hojas jóvenes, dotándolas de una belleza única.
Ciclo de vida y distribución geográfica.
El ciclo vital de esta especie es un espectáculo que se despliega de fines de abril a fines de mayo. La Yucca filifera encuentra su hogar en planicies con suelos profundos, ya sea bien drenados o con deficiente drenaje en cuencas endorreicas, a altitudes que oscilan entre 500 y 2400 metros sobre el nivel del mar. Su presencia destaca principalmente en el matorral desértico.
Como dato curioso, los amantes de la botánica pueden explorar esta maravilla en el jardín botánico de la UNAM, donde se puede obtener información adicional sobre esta especie fascinante.
Misterios de la reproducción y polinización.
Las Yuccas, incluida la Yucca filifera, poseen la capacidad de reproducirse tanto sexual como vegetativamente. La polinización, un ballet natural, se lleva a cabo con la ayuda de una pequeña mariposa conocida como la mariposa de la yuca. Esta colaboración es esencial para el desarrollo de la larva en el interior de los frutos, mientras que el adulto transporta el polen desde las anteras hasta el estigma, facilitando la vida y reproducción de la planta.
Los porcentajes de germinación de las semillas oscilan entre 60% y 80%, aunque la viabilidad alcanza solo un 48%. A pesar de esto, el crecimiento de las plántulas es lento, inicialmente confundiéndose con gramíneas y posteriormente transformándose en plantas suculentas. Las hojas embrionales, péndulas y azul verdosas, persisten durante al menos un año antes de ser reemplazadas por las hojas características de la etapa adulta.
Es entre los 18 meses y 3 años cuando la Yucca filifera se presenta en toda su majestuosidad, totalmente provista con sus hojas maduras y listas para enfrentar los desafíos del entorno.
Legado en la taxonomía botánica.
Esta maravilla natural fue descubierta y descrita por J. Benjamin Chabaud en 1876, dejando su huella en la taxonomía botánica con su publicación en la Revue Horticole.
La Yucca filifera, con su imponente presencia y su intrincado ciclo de vida, se erige como un símbolo de la diversidad y la resistencia de la flora mexicana. Cada aspecto de esta especie, desde sus ramas hasta sus hojas y su peculiar proceso de polinización, nos invita a maravillarnos ante la complejidad y belleza del mundo natural.
Flor de palma en la cocina actual en México.
En los rincones áridos y cálidos de México, donde el sol acaricia la tierra y el viento susurra historias ancestrales, florece una joya culinaria: la Flor de Izote. Más allá de su papel ornamental, esta flor, conocida científicamente como Yucca filamentos, se revela como un tesoro comestible que ha conquistado el paladar de quienes habitan en estados como Veracruz, Tamaulipas y San Luis Potosí.
En el mosaico floral de México, la Flor de Izote destaca por su tonalidad entre blanca y verde, una apariencia brillante, carnosa y frágil. Su nombre, derivado del náhuatl izotl, nos sumerge en la rica herencia lingüística de la región. Cultivada inicialmente por su valor estético, la Flor de Izote ha transcendido su función decorativa para convertirse en un ingrediente culinario invaluable.
En la cocina mexicana, la Flor de Izote no es solo un adorno; es protagonista de platillos tradicionales que han resistido la prueba del tiempo. Desde los estados del norte, como Coahuila y Nuevo León, hasta las exuberantes tierras de Chiapas, la Flor de Izote se encuentra en mesas donde la tradición y la creatividad culinaria se entrelazan.
En el Salvador, esta flor es venerada como la flor nacional, y su presencia en la mesa es un tributo a la riqueza de la tierra. En combinación con cebollas, tomates y huevos revueltos, se sirve como un desayuno tradicional, acompañado con tortillas calientes que añaden un toque reconfortante.
La Flor de Izote no solo es una delicia para el paladar, sino también una fuente de nutrientes esenciales. En una investigación reciente, se descubrió que 100 gramos de los pétalos de la flor contienen 273 miligramos de ácido ascórbico, 95 miligramos de calcio y 2,6 gramos de proteínas.
En la cocina mexicana, la versatilidad de la Flor de Izote se manifiesta en una variedad de preparaciones. Desde tacos en el estado de México, sazonados con chorizo frito, hasta postres en Guerrero donde se combinan con guayaba, cada región aporta su toque único a este manjar. Texmoles en Veracruz, tamales, tortitas de huevo, ensaladas, chiles rellenos de flor de izote en escabeche, chileatole y más, ilustran la riqueza de la tradición culinaria mexicana.
Desafíos de conservación y protección.
A pesar de su importancia cultural y culinaria, la Flor de Izote enfrenta amenazas que requieren atención urgente. Clasificada como ‘Sujeta a protección especial’ por la Norma Oficial Mexicana NOM-059-SEMARNAT-2010, esta planta endémica de México está en peligro de extinción. El saqueo de especímenes adultos para el comercio internacional, agravado por su lenta tasa de crecimiento y dependencia de hábitat y polinizadores especializados, presenta un desafío significativo.
La Convención Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres CITES, en 2013, reguló el comercio internacional de la Flor de Izote para salvaguardar su supervivencia. La Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad (Conabio) destaca la importancia de preservar esta especie biológicamente rara y endémica, recordándonos que la conservación de la biodiversidad es fundamental para proteger nuestras raíces y sabores únicos. La Flor de Izote, más que un ingrediente, es un recordatorio de la conexión entre la naturaleza, la cultura y la cocina que debe ser preservada para las generaciones venideras.
Por: Gorki Belisario Rodríguez Ávila.
Fotografía: HISTORIASMX / Gorki Rodríguez.