Fotografía: Gorki Rodríguez / HISTORIASMX.

El sotol, esa planta del desierto que ha acompañado la historia de las culturas del norte de México desde tiempos inmemoriales, guarda secretos que apenas comienzan a revelarse. Su presencia en la dieta y las festividades de las civilizaciones prehispánicas ha despertado un interés renovado en la arqueología y la etnohistoria, destacando la profunda relación entre los pueblos del desierto y este singular agave.

La herencia prehispánica del sotol: Entre rituales y tradición.

HISTORIASMX. – Hablar del uso y significado del sotol en la época prehispánica no es una tarea sencilla. Aunque existe evidencia arqueológica que apunta a su producción y consumo en asentamientos tan importantes como Paquimé, la información disponible es fragmentaria y no ha sido objeto de estudios exhaustivos. Paquimé, una joya arqueológica y centro neurálgico de comercio y religión en la Gran Chichimeca, fue uno de los sitios clave donde se elaboraba y utilizaba el sotol. Sin embargo, los estudios sobre su producción en tiempos prehispánicos se han centrado principalmente en las prácticas de destilación clandestinas que emergieron en el siglo XX.

A diferencia de la abundante documentación sobre las civilizaciones mesoamericanas, como los mexicas y los mayas, el norte de México cuenta con escasos registros escritos sobre la vida cotidiana y las costumbres de las culturas del desierto. Esta asimetría en la documentación histórica ha retrasado el conocimiento sobre los usos rituales y cotidianos del sotol en las antiguas civilizaciones norteñas.

Las investigaciones arqueológicas llevadas a cabo por Charles Di Peso entre 1958 y 1961 en Paquimé han arrojado luz sobre el posible uso ceremonial del sotol. Uno de los descubrimientos más relevantes en este contexto fue la Casa de los Hornos, una construcción dedicada a la producción de esta bebida embriagante. Este complejo contaba con cuatro hornos cónicos de aproximadamente 2 por 3 metros de diámetro, con paredes forradas de piedra, que, según los restos de fibra y piedras quemadas encontrados en su interior, se utilizaban para cocinar la planta del sotol y obtener un licor fermentado.

Un legado escondido bajo las arenas del desierto.

Aunque la evidencia arqueológica sugiere que el sotol se utilizaba en grandes cantidades durante las festividades religiosas, los detalles sobre su elaboración y consumo siguen siendo un misterio. Paquimé, que floreció entre el 1250 y el 1450 d.C., se caracterizó por un sofisticado sistema hidráulico y una clara división arquitectónica entre áreas habitacionales y zonas cívico-religiosas. Los hornos para el sotol se encontraban al norte de la ciudad, pero también se ha documentado la existencia de otro horno hacia el sur, en las inmediaciones del Montículo de los Héroes, lo que refuerza la idea de que el sotol jugaba un papel central en las celebraciones y rituales de esta sociedad.

Sin embargo, no hay evidencia concluyente de que los pueblos prehispánicos del norte de México hayan practicado la destilación intencional de sotol, a diferencia de lo que ocurre con el mezcal y el pulque en otras regiones del país. Es posible que, debido a las altas temperaturas del desierto, la fermentación natural de la bebida haya provocado un proceso de evaporación y condensación que pudo haber generado un licor más concentrado, pero esto es meramente especulativo.

Los mitos detrás de las bebidas embriagantes.

Para entender mejor el significado del sotol en tiempos prehispánicos, es útil hacer paralelismos con lo que sabemos sobre las bebidas fermentadas en otras culturas de Mesoamérica, particularmente los mexicas. Fray Bernardino de Sahagún, en su obra Historia General de las Cosas de Nueva España, documenta detalladamente el proceso de elaboración del pulque, una bebida hecha a base de la miel de maguey, que presenta ciertas similitudes con la forma en que podría haberse producido el sotol en Paquimé. Sahagún describe cómo se agujeraba el meollo del maguey y se raspaba para extraer la miel, la cual se cocía o hervía para luego fermentar. Este proceso, según la evidencia arqueológica, pudo haber sido similar en la producción del sotol.

Además de su consumo ritual, las bebidas fermentadas como el sotol también tenían un lugar en la vida cotidiana, aunque quienes abusaban de ellas eran mal vistos. Los cronistas describen que el consumo desenfrenado de estas bebidas era considerado una falta grave en muchas culturas prehispánicas. Este detalle nos permite vislumbrar el papel del sotol no solo como un licor festivo, sino también como un elemento regulado por normas sociales estrictas.

Un campo de estudio inexplorado.

Aunque se han hecho algunos avances en la comprensión del sotol y su importancia cultural, aún queda mucho por investigar. Los estudios actuales tienden a enfocarse más en el proceso de producción del sotol en tiempos modernos, como el siglo XX, y en casos etnoarqueológicos contemporáneos, como los realizados entre los guarijíos. Estas investigaciones ofrecen algunas pistas sobre el posible uso del sotol en tiempos antiguos, pero las preguntas más fundamentales sobre su papel en la vida ceremonial, religiosa y cotidiana de las civilizaciones del norte de México siguen sin respuesta.

Fotografía: Gorki Rodríguez / HISTORIASMX.

Lo que está claro es que el sotol es una bebida con profundas raíces en la historia del desierto chihuahuense. Aunque su producción en masa no se ha documentado hasta épocas relativamente recientes, su uso milenario sigue siendo motivo de fascinación para arqueólogos e historiadores. La investigación arqueológica en Paquimé ha revelado solo la punta del iceberg de lo que fue un complejo sistema cultural en el que el sotol jugaba un papel fundamental.

El sotol: Entre la historia y la contemporaneidad.

Hoy en día, el sotol es ampliamente reconocido como una bebida alcohólica típica del norte de México, particularmente en Chihuahua, Coahuila y Durango. Sin embargo, su historia como fuente de alimento y bebida fermentada entre las tribus antiguas del desierto sigue siendo un terreno fértil para la investigación. Los descubrimientos en Paquimé han sentado las bases para una mayor comprensión de cómo esta planta fue parte integral de la dieta y los rituales de los antiguos habitantes del desierto chihuahuense, y cómo su legado ha perdurado hasta nuestros días.


Por: Gorki Belisario Rodríguez Ávila.

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