Este sapo, que puede crecer hasta unos 19 centímetros de largo, es el más grande de los Estados Unidos, excluyendo al sapo de caña no nativo (Rhinella marina).
HISTORIASMX. – El sapo del desierto sonorense o sapo del río Colorado (Incilius alvarius, antes Bufo alvarius) es una especie de anfibio que ha captado la atención tanto de herpetólogos como de practicantes neochamánicos debido a las bufotoxinas presentes en sus secreciones cutáneas, conocidas como ‘veneno del sapo’. Estas toxinas se han convertido en un componente central de rituales neochamánicos modernos, promovidos por sus supuestos efectos espirituales y terapéuticos.
Descripción y Distribución.
Este sapo, que puede crecer hasta unos 19 centímetros de largo, es el más grande de los Estados Unidos, excluyendo al sapo de caña no nativo (Rhinella marina). Su distribución abarca el suroeste de Estados Unidos, particularmente en el sureste de California, sur de Arizona y noreste de Nuevo México, extendiéndose hacia el noroeste de México, en Sonora y Sinaloa. Su hábitat incluye tierras bajas áridas, praderas secas y bosques de robles, sicomoros y nogales en cañones de montaña.
Secreción y Composición Química.
Las bufotoxinas, una secreción lechosa que protege al sapo de depredadores, se producen en las glándulas parótidas situadas detrás de los ojos y en otras partes de la piel. Un estudio publicado en el Journal of Analytical Toxicology en 2021 reveló que la secreción contiene varios compuestos triptamínicos, incluyendo 5-MeO-DMT (5-metoxi-N,N-dimetiltriptamina), el principal componente activo. Otros compuestos incluyen bufotenina, DMT y varios alcaloides adicionales, todos ellos con potentes efectos psicoactivos.
Uso en el Neochamanismo.
El uso neochamánico de las bufotoxinas del sapo comenzó a ganar popularidad en los años ochenta dentro de círculos new age y ha sido relacionado con culturas indígenas del desierto de Sonora. En 2011, esta práctica fue introducida al grupo étnico comca’ac (Seri) de Punta Chueca, Sonora, por una organización civil de Hermosillo. La sustancia se fuma en pipa o se inhala a través de vaporizadores, en rituales que buscan experiencias espirituales profundas o terapias alternativas para tratar enfermedades psiquiátricas como ansiedad, depresión y trastornos de estrés postraumático.
Impacto y Controversias.
A pesar de la popularidad creciente de este uso, no hay evidencia científica concluyente que respalde los efectos terapéuticos del veneno del sapo, y su consumo puede conllevar riesgos graves para la salud. Un caso notable es el del actor Nacho Vidal, quien fue investigado por homicidio involuntario tras la muerte del fotógrafo José Luis Abad durante un ritual con este veneno en 2020.
Además, la creciente demanda ha llevado a preocupaciones sobre la conservación de la especie. La explotación del sapo a través del «ordeño» de sus toxinas no solo le causa estrés, sino que también afecta su capacidad de supervivencia. Los sapos más grandes, que son recolectados con mayor frecuencia, tienen más huevos y son cruciales para la reproducción de la especie. Desplazar a estos sapos de su hábitat también aumenta el riesgo de muerte al no reconocer su entorno, dejándolos vulnerables a ser atropellados o cazados.
Estado de Conservación.
La Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) considera a Incilius alvarius como una especie de «preocupación menor» desde 2004, pero estudios recientes sugieren que esta clasificación debería revisarse debido a la explotación creciente y el impacto ecológico. Se ha argumentado que la recolección indiscriminada y el tráfico de anfibios están contribuyendo a la disminución de su población.
Reflexión Final.
El sapo del desierto sonorense se encuentra en una encrucijada entre la fascinación espiritual y la necesidad urgente de conservación. Mientras su veneno sigue siendo buscado por sus efectos psicoactivos, es crucial equilibrar el respeto por las prácticas culturales emergentes con la protección de la biodiversidad y la integridad ecológica de las especies.