El siguiente año, 1907, la fábrica se registró oficialmente como propiedad de Bronnimann y Jordana. Aparte de producir mezclilla, la empresa diversificó su producción al elaborar pantalones y blusas, consolidando su presencia en el mercado textil de la región.
HISTORIASMX. – Enclavada en el municipio de Jiménez desde la década de 1860, la fábrica textil Dolores fue testigo de una serie de eventos que reflejan las complejidades de la industria en Chihuahua durante el siglo XIX. Este establecimiento, marcado por la inestabilidad en el suministro de materia prima, experimentó al menos cinco cambios de propietario entre 1878 y 1907, lo que lo convierte en un símbolo de la lucha por mantener la producción en un entorno desafiante.
La historia de Dolores comienza con Canuto Estavillo, quien fundó y administró la fábrica hasta su muerte. A su fallecimiento, el establecimiento pasó a manos de su hija Felipa Estavillo. Sin embargo, Felipa, tras contraer matrimonio con el doctor Ignacio M. Ramos, cedió la administración a su esposo. Bajo la dirección del doctor Ramos, la fábrica alcanzó su mayor capacidad de producción, con 1,200 husos y 100 telares, aunque procesaba solo 55,230 kg de algodón, una cantidad significativamente menor a lo que podría haber manejado.
Durante este periodo, la fábrica se caracterizó por la desigualdad en los salarios y la composición de su fuerza laboral. Los jornales fluctuaban entre 12.5 centavos y un peso, con una clara preferencia por la contratación de mujeres y niños, quienes representaban el 58% y el 12% de la mano de obra, respectivamente, y siempre recibían los salarios más bajos. A pesar de la diferencia en la cantidad de materia prima procesada, la fábrica Dolores logró producir 4 millares de piezas de manta de algodón al mes, que se vendían en el mercado local a precios de 2.50 a 3 pesos.
El año 1889 marcó un punto de inflexión para la fábrica. Debido a un adeudo de 10 mil pesos fuertes contraído en 1883, Dolores fue sometida a un juicio hipotecario. El fallo no fue favorable para los propietarios, y todos los bienes de la fábrica, incluyendo edificios, maquinaria y derechos de agua, fueron rematados. No obstante, en un giro inesperado, Juan B. Baca y Hermano adquirieron la propiedad 18 meses después, beneficiándose de una exención fiscal de diez años sobre el capital invertido.
A lo largo de los años, la propiedad de la fábrica cambió de manos varias veces. En 1895, El Economista Mexicano mencionaba a Prats y Jordana, una sociedad española, como los nuevos dueños de Dolores, destacándola como la única fábrica de hilados y tejidos en Chihuahua que pagaba el impuesto correspondiente, aunque su cuota de 750 pesos era una de las más bajas del país.
En 1906, el alemán Adolfo Bronnimann tomó las riendas de la fábrica, cuya producción anual alcanzaba las 7,300 piezas de mezclilla, valoradas en 60,810 pesos. Bronnimann modernizó la planta, introduciendo maquinaria movida por vapor con una potencia de 80 HP y un consumo de 1,095 toneladas de combustible al año. En esta época, la fábrica empleaba a 100 operarios, entre los cuales había 30 hombres y 70 mujeres, todos ellos ganando 75 centavos diarios.
El siguiente año, 1907, la fábrica se registró oficialmente como propiedad de Bronnimann y Jordana. Aparte de producir mezclilla, la empresa diversificó su producción al elaborar pantalones y blusas, consolidando su presencia en el mercado textil de la región.
La historia de la fábrica Dolores es un testimonio de la resistencia y adaptación frente a los cambios económicos y sociales. Aunque la fábrica enfrentó numerosos desafíos, desde cambios de propiedad hasta dificultades financieras, logró mantenerse operativa y contribuir al desarrollo industrial de Jiménez, dejando una huella imborrable en la historia de la región.