Siete “Corralitos”, por su forma circular, construidos en piedra, fueron descubiertos en el faldeo de la Sierra del Diablo, los cuales fueron habitados por tribus nómadas, cazadoras y recolectoras.  

HISTORIASMX. – Seis de la mañana del sábado 02 de septiembre, el sol comenzaba su resplandor, elevándose desde los altos picos de La Sierra Ojo del Almagre, división del estado de Chihuahua y Coahuila. El frío, se sentía entre la piel, pues, aunque durante todo el día los calores eran infernales, el frío ya se hacía presente en las madrugadas y primeras horas del día en La Sierra del Diablo. 

La actividad comenzó temprano, pues la mejor hora para ir en busca de los corralitos, era antes que el sol cobrará intensidad. Al espacio de una maleta de espalda; botellas de agua, dulces, suero e instrumentos digitales para realizar el estudio del sitio arqueológico, llenaron el espacio vació. 

En el municipio de Jiménez, Chihuahua, se tiene registro de al menos el transitar y habitar, de tres tribus: Tobosos, River Focus Pecos y una que, por los vestigios arqueológicos, data del periodo antes de Cristo. Lo que evidencia la gran diversidad de civilizaciones que transitaron y habitaron el último municipio considerado la Puerta de Oro del Estado Grande, Chihuahua. 

En esta ocasión, llegamos al faldeo en motocicleta, en un recorrido por un camino pedregoso, en línea recta de 12 kilómetros.

Se desconoce que tribu realizo estas contracciones, pero existe la posibilidad de que fueran obra de los Tobosos.

El fresco de la mañana fue nuestro café para despertar, con una vista única a la Sierra del Diablo, que con cada kilómetro que avanzábamos los cerros de formas irregulares se acercaban a nosotros, dándonos la bienvenida. 

Durante el primer viaje a realizar el estudio de la Planta del Sotol, uno de los objetivos prioritarios, era documentar el sitio arqueológico, pero dado a que, no llevábamos la ubicación exacta no dimos con el sitio. 

Luego de 20 minutos de recorrido en moto hasta el faldeo de la Sierra, la ruta por donde pueden circular vehículos concluyó, y emprendimos el trayecto a píe. 

El crujir de la tierra a cada paso, indicaba la ausencia de agua de lluvia. Las hojas del sotol rasgaron la chamarra de mezclilla, ese ruido cuando algo se desgarra, pero aun así y pese a la vegetación espesa, y después de cruzar dos lechos de arroyo secos, llegamos hasta donde se encontraban los encinos, señal de que estábamos cerca del sitio arqueológico.  

Avanzamos, unos metros más adelante de la franja de los encinos, hasta la arista de uno de los tantos acantilados de la Sierra –Ya llegamos, en esta parte donde se ve deslavado más para arriba comienzan los corralitos- y dicho hecho, no avanzamos ni diez metros cuesta arriba, cuando frente a nosotros apareció el primer Corralito. 

De este tipo de construcciones, existe otras en el municipio de Jiménez, así como en el municipio de Coronado, en el lugar conocido como Peñoles.

Las condiciones geográficas en donde se ubican los corralitos fueron bien elegidas por la tribu de nómadas, cazadores y recolectores, que los construyó y habitó. Dado que, está a orillas de un acantilado y una cordillera de bajo relieve, que forman un microclima único, que tiene una temperatura hasta cierto punto estable en temporadas extremas de calor y frío.  

Asimismo, la altura en donde se ubican los corralitos, fueron ubicados de tal modo que dio una visión única del llano que separa las sierras del Diablo y Ojo Almagre, para así poder estar en vigilia ante la llegada de integrantes de otras tribus, así como del transitar de la fauna, principalmente los venados y jabalí, los cuales cazaban para alimentarse. 

El corralito número uno, es de un diámetro de aproximadamente dos metros por unos 80 de alto. Construido, esencialmente de piedras acomodadas a la perfección. 

El término corralito se acuñó, dado a la forma circular que se asemeja a un corral. 

Contiguo al primer corralito, se encuentran los otros 6 corralitos de diferentes tamaños, de los cuales al menos tres de estos se encuentran ya prácticamente destruidos, por cuestiones naturales como: aire y lluvia, principalmente. 

Estas construcciones circulares de piedra fueron construidas principalmente como un refugio en donde los integrantes de las tribus de nómadas, cazadores y recolectores se guarecían de la madre naturaleza, así como de los peligros de la fauna, como osos, pumas y gatos monteses.  

Los pisos de los corralitos, para una mayor comodidad, eran acojinados con pasto y hojas de palma, convirtiendo así estos espacios, en térmicos, además que brindaban una mayor comodidad, alejada del suelo. 

Asimismo, estos corralitos, eran cubiertos en la parte donde finalizaban las hileras de roca, con hojas de palma, las cuales fungían como techo durante las épocas climáticas climáticas… Continuará.  

Por: Gorki Belisario Rodríguez Ávila.  

Fotografía: Gorki Belisario. 

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