La Sierra Tarahumara concentra el 32% de los casos en el estado, exponiendo el rezago en servicios de salud y la falta de políticas efectivas.
HISTORIASMX. – La alarmante incidencia de embarazos infantiles en Chihuahua, que quedó evidenciada con el caso de una niña de 10 años que dio a luz en la Sierra Tarahumara en 2023, refleja una problemática que va más allá de cifras: es el resultado de violencia sistemática, desigualdad social y rezago en salud y educación sexual. Durante ese año, se registraron un total de 277 embarazos infantiles en la entidad, de los cuales el 32% ocurrieron en la Sierra Tarahumara, una región donde la vulnerabilidad y la falta de acceso a servicios básicos agravan la situación.
Cifras que preocupan: el rostro del problema en Chihuahua
En 2023, Chihuahua registró un total de 3,263 nacimientos de madres menores de 17 años, según datos del INEGI. Los municipios con mayor incidencia fueron Ciudad Juárez con 70 casos, Guachochi con 37 y Chihuahua capital con 36. A pesar de que la Sierra Tarahumara tiene una población significativamente menor que la capital, con 290,419 frente a 937,674 habitantes, la incidencia de casos en la región serrana supera por mucho a la de áreas urbanas.
La disparidad en el acceso a servicios de salud es un factor clave. Mientras que en la capital sólo el 10% de la población carece de atención médica, en la Sierra Tarahumara esta cifra asciende al 75%, lo que dificulta la detección, seguimiento y prevención de casos de embarazo infantil.
La violencia sexual como causa subyacente
La mayoría de los embarazos infantiles en Chihuahua son el resultado de violación infantil, según organizaciones como el Centro de Atención a la Mujer Trabajadora. Sin embargo, muchas veces las clínicas rurales no reportan estos casos y las fiscalías no actúan de oficio, lo que perpetúa un ciclo de impunidad y falta de justicia para las víctimas.
La representante del Centro, Martha Teresa González Rentería, señala que la falta de educación sexual adecuada, la ausencia de políticas públicas efectivas y los prejuicios conservadores en la sociedad chihuahuense contribuyen a que esta problemática no se erradique. “Estos embarazos son una forma de violencia sistemática que destruye los proyectos de vida de las niñas y las condena a la dependencia económica y emocional,” destacó González.
Riesgos físicos y psicológicos para las niñas madres
El embarazo infantil tiene consecuencias devastadoras en la salud física y mental de las menores. Los cuerpos de las niñas no están preparados para los periodos de gestación, lo que las hace más susceptibles a complicaciones graves como hemorragias, abortos espontáneos y mortalidad materna o infantil.
Jesús Ramón Lozano Saucedo, presidente del Colegio de Médicos de Chihuahua, indicó que, aunque existen unidades de alto riesgo en hospitales como el Central, muchas niñas llegan sin el apoyo necesario de sus familias, lo que agrava su situación. Además, subrayó que la inmadurez física y emocional de estas niñas las incapacita para cuidar a un recién nacido, perpetuando problemas como la violencia familiar y la deserción escolar.
Un sistema de salud insuficiente en la Sierra Tarahumara
La falta de infraestructura en la Sierra Tarahumara es una de las principales causas de la alta incidencia de embarazos infantiles. En municipios como Guachochi, Bocoyna y Guadalupe y Calvo, donde los casos son más frecuentes, el 75% de la población no tiene acceso a servicios de salud adecuados. Esto impide la prevención, detección y seguimiento de embarazos en niñas y adolescentes.
Por otro lado, la falta de personal médico capacitado también limita la aplicación de la NOM-046, que permite la interrupción legal del embarazo en casos de violación infantil. En lugares como Cuauhtémoc, los médicos se niegan a realizar estos procedimientos, lo que deja a las niñas sin alternativas legales y seguras.
Educación sexual deficiente y barreras sociales
La educación sexual en Chihuahua sigue siendo laica en el discurso, pero conservadora en la práctica, lo que limita la comprensión y el acceso de niñas, niños y adolescentes a métodos anticonceptivos. Las campañas de prevención suelen enfocarse en la entrega de anticonceptivos, pero dejan de lado temas esenciales como el consentimiento, la violencia sexual y la igualdad de género.
Según González Rentería, “no basta con repartir condones o pastillas; necesitamos un cambio cultural profundo que elimine los prejuicios y estigmas hacia la educación sexual.” Además, es necesario trabajar directamente con las familias para generar un entorno de confianza y apoyo en temas de salud reproductiva.
El camino hacia la erradicación del embarazo infantil
México, junto con sus 32 entidades, se ha comprometido a erradicar el embarazo infantil para 2030 como parte de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS). Sin embargo, en Chihuahua, este objetivo parece estar lejos de cumplirse.
Para lograr avances significativos, es urgente implementar políticas públicas efectivas que obliguen a las autoridades a seguir y reportar casos de embarazo infantil. Además, se requiere capacitar al personal médico para atender estos casos desde una perspectiva de género y garantizar la aplicación de la NOM-046. Fortalecer las campañas educativas para eliminar prejuicios y promover la educación sexual integral en comunidades rurales y urbanas es también una prioridad.
Una problemática que no puede esperar más
El embarazo infantil en Chihuahua es un reflejo de la desigualdad estructural que afecta a las niñas y adolescentes más vulnerables, especialmente en la Sierra Tarahumara. Mientras las autoridades no asuman su responsabilidad y la sociedad no rompa con sus prejuicios, miles de niñas seguirán enfrentando un futuro truncado por la violencia, la falta de oportunidades y el abandono institucional. La pregunta ahora es: ¿Cuánto tiempo más permitiremos que la infancia sea sacrificada en nombre del silencio y la indiferencia?