Fotografía: Cortesía, Venessa Rivas.

El embalse de La Boquilla y los lagos adyacentes enfrentan niveles de agua críticos debido a una sequía prolongada y la extracción masiva de agua para cultivos de nogal y alfalfa. Las comunidades que dependen de estos recursos se ven afectadas por la falta de agua, lo que está generando desesperación, pérdidas de empleo y un ecosistema en grave peligro.

HISTORIASMX. – En el corazón del estado de Chihuahua, el panorama en torno a la presa La Boquilla y otros cuerpos de agua como El Tigre y el lago Toronto, ubicados en San Francisco de Conchos y Valle de Zaragoza, es desolador. La prolongada sequía que azota la región, junto con la implacable extracción de agua para la agricultura de alto consumo, como los cultivos de nogal y alfalfa, ha creado una crisis que no se veía en más de 30 años. Los habitantes de los alrededores viven entre la incertidumbre y la desesperación, pues el recurso vital que mantiene viva la región se agota de manera acelerada.

Un panorama crítico: La Boquilla en sus niveles más bajos.
A pesar de que la Comisión Nacional del Agua (Conagua) reporta que la presa La Boquilla se encuentra al 15.8% de su capacidad, los habitantes aseguran que el nivel es incluso más bajo. Se ha implementado una nueva medición, incrementando 2.5 metros más para seguir extrayendo agua en favor de los distritos de riego, lo que ha encendido las alarmas en las comunidades cercanas.

Los pescadores de la zona, organizados en la Sociedad Cooperativa de Productores Pesqueros y Acuacultura (Socopelto 05), junto con la asociación civil Guardianes, han sido testigos de esta disminución. «Antes, la barandilla quedaba bajo el agua; ahora está completamente expuesta«, comenta un pescador mientras señala las marcas en la cortina de la presa. Para ellos, la nueva regla pintada junto a la cortina no es más que un recordatorio de la creciente escasez y de la impunidad con la que se sigue extrayendo agua.

El impacto de la agricultura intensiva: Nogales y alfalfa secan la región.
Uno de los principales factores que agravan esta situación es la demanda masiva de agua por parte de los cultivos de nogal y alfalfa, dos productos que requieren enormes cantidades de líquido. Estos monocultivos se han expandido en la región, secando pozos, ríos y ahora las presas que alimentan no solo a los agricultores, sino también a las comunidades locales.

La agricultura intensiva en esta área ha causado un desgaste implacable en los recursos hídricos. Para los pobladores, el crecimiento desmedido de los nogales ha sido una maldición disfrazada de progreso. Si bien ha generado empleos, ha dejado sin agua a los habitantes de los alrededores, quienes dependen del lago para sus necesidades básicas y su sustento.

Guardianes del agua: La lucha por un recurso que se agota.
Ante la inacción de las autoridades, los habitantes de San Francisco de Conchos, Boquilla y otras comunidades han formado la asociación civil Guardianes, con el objetivo de preservar el agua de la presa La Boquilla y el lago Toronto. Valeria Salcido, una de las integrantes más activas, señala que la presa, que una vez fue fuente de riqueza, hoy representa una batalla constante. «Es injusto que los que vivimos aquí no tengamos acceso al agua mientras grandes productores continúan beneficiándose. Nuestras fuentes de empleo están desapareciendo, y muchas familias están pensando en migrar«, comenta con preocupación.

Durante tres meses, los habitantes realizaron manifestaciones pacíficas en los alrededores de la presa, intentando que las autoridades locales los escucharan. Sin embargo, sus esfuerzos no lograron ningún resultado concreto. El nivel del agua sigue disminuyendo, y con él, la esperanza de los habitantes por preservar el lugar que durante décadas les ha brindado sustento.

Un ecosistema en peligro: Aves, peces y fauna en riesgo.
El impacto ambiental no se ha hecho esperar. A lo largo de la presa, aún se pueden ver aves migratorias como el colimbo y la garza, pero la falta de agua está poniendo en grave riesgo sus hábitats. Las islas que alguna vez sirvieron como refugio para estas especies ahora están secas y expuestas a los depredadores. Coyotes, zorros y pumas acechan a las pocas aves que quedan, mientras que especies acuáticas como el bagre y la tilapia criolla han visto reducir drásticamente su población. Muchas especies, como las anguilas de río y las tortugas, han desaparecido por completo.

Alonso Montañez, otro miembro de Guardianes, comenta que el bajo nivel del lago ha dejado al descubierto montículos de piedra y tierra que antes estaban sumergidos. «Las aves ya no tienen dónde refugiarse, y los peces, cada vez más débiles, terminan atrapados en las redes», señala. Este desequilibrio ha generado una pérdida significativa de biodiversidad, afectando también a los pescadores, quienes ahora luchan por encontrar especies suficientes para su subsistencia.

Un futuro incierto: Comunidades al borde del colapso.
Las consecuencias humanas de esta crisis son igual de alarmantes. Las comunidades que rodean el lago y la presa dependen del agua no solo para su consumo, sino para sus actividades económicas. Sin agua, los agricultores locales pierden sus cultivos y los pescadores no encuentran suficiente pesca. La falta de soluciones ha dejado a muchos habitantes en la incertidumbre, con el temor de que, si la situación continúa, se verán forzados a abandonar sus tierras.

«Nosotros vivimos del agua, y si se va, ¿qué nos queda? Es un recurso vital que ya no tenemos, y las autoridades no están haciendo nada para detener esta tragedia«, comenta un agricultor que ha visto cómo sus pozos se han secado en los últimos meses.

La urgencia de acciones concretas.
El futuro de las comunidades alrededor de La Boquilla y otros cuerpos de agua de la región depende de medidas urgentes que frenen la extracción desmedida y controlen la sequía que ha venido agravándose en las últimas décadas. Sin acciones contundentes, tanto el ecosistema como las poblaciones que dependen de estos recursos corren el riesgo de desaparecer.

La esperanza de los habitantes reside en que las autoridades reconozcan la magnitud de la crisis y actúen en consecuencia, preservando el agua, no solo para los agricultores, sino para todos aquellos que han hecho de esta región su hogar durante generaciones.

Por: Gorki Rodríguez.

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