Fotografía: Moisés Gamboa / Alberto Quiñonez.

Parral, pueblo minero fundado en 1631, está rodeado por majestuosos cerros cuya cima es digna de admirar. Estas elevaciones geográficas han encerrado a Parral, cuna de hombres fuertes y trabajadores, por cientos de años en una fosa terrestre que le ha impedido crecer.

Los Cerros que Rodean a Parral.

Las montañas que rodean «La Capital del Mundo» han sido nombradas según sus formas y cualidades. Dichos cerros han caracterizado a Parral a lo largo de los años, forjando una identidad perene e inmortal, siendo envidia de todos los municipios circunvecinos. Entre estos montes se encuentran:

  • Cerro de la Antena
  • Cerro de la Muela
  • Cerro de la Prieta
  • Cerro de las Borregas

Todos estos montículos tienen una historia, real o fantástica, que al ser contada, llena de orgullo y felicidad a los oriundos de Parral.

Cerro de la Prieta.

Del Cerro de la Prieta nació Parral, pues con su producto le dio de comer, y más que eso, fama internacional.

Cerro de la Muela.

Con el Cerro de la Muela se enamoró Parral, pues con su gran belleza y particularidad lo cautivó, creando en él un sentimiento de grandeza y hermosura.

Cerro de la Antena.

El más alto, el más grande, el más imponente, el Cerro de la Antena, conocido también como el Cerro de la Mesa por su amplitud, brinda protección a Parral, cubriéndolo de las inclemencias que por detrás le llegan.

Cerro de las Borregas.

Todos son bellos y especiales según sus características, sin embargo, hay uno en especial que ha hecho creer en una infinidad de fantasías, el Cerro de las Borregas. Misterioso nombre que quizá provenga del cuadrúpedo lanudo, o tal vez de una historia que se perdió con el tiempo. El Cerro de las Borregas llena de curiosidad a cualquier nativo o visitante que conoce su leyenda.

De Historia a Fantasía: La Leyenda del Cerro de las Borregas.

Cuentan los de Parral que a los pies de este cerro hay una cueva, que al ingresar en ella, el panorama se convierte en una trágica vivencia. La fría y húmeda caverna esconde un grandioso tesoro, el cual es incalculable e infinito, que cambia dependiendo de quién cuenta la historia, pues cada relator adapta el tesoro según sus ambiciones.

Estando en las entrañas del viejo cerro se aparece un apache, el cual fue bautizado como Victorio, que preguntará lo siguiente: ¿Todo o nada?

Con sus manos él mostrará la inmensidad del tesoro, todo aquello que se ambiciona está allí. Te lo puedes llevar si respondes «todo», pero te lo llevas todo, todo. En caso contrario de que aceptes el botín y no logras llevártelo todo, que es lo más probable, Victorio nunca te dejará salir. Te quedarás por una eternidad, o quizá más tiempo.

Si decides llevarte «nada», nada te llevas, ni siquiera tu vida. Otra versión menos tormentosa concluye así: Si respondes «todo» tienes que llevarte todo, si no lo consigues, tienes que dejar lo que llevas contigo, hasta tu ropa.

Si tu respuesta es «nada», no hay problema, nada ganas y nada pierdes.

Sin duda, el tesoro del apache Victorio es una leyenda viva, pues en sí comprende un lugar real y meramente representativo, historia que viaja a partir de la imaginación con un personaje atípico, que aún sobrevive en la memoria parralense.

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