La cueva forma parte de una cañada de más de 100 metros de profundidad, recorrida por un antiguo arroyo que en su momento proveyó agua, peces y plantas comestibles a los habitantes de este entorno.
HISTORIASMX. – En lo profundo de una cañada oculta en el sur de Chihuahua, una flor tallada en piedra milenaria cuenta la historia olvidada de una tribu que halló en la palma de yuca más que alimento: halló vida.
🏞️ Entre sierras y silencio: el santuario oculto de Los Monitos
En una cueva escondida entre dos sierras bajas del municipio de Jiménez, se encuentra un sitio arqueológico que resguarda pinturas y petrograbados realizados hace más de mil años. El lugar —cuya ubicación exacta se reserva para protegerlo— fue investigado por el arqueólogo Luis Aveleyra, quien determinó que los grabados pertenecen al desarrollo cultural Pecos Rivers Focus, entre los años 300 y 900 D.C.
La cueva forma parte de una cañada de más de 100 metros de profundidad, recorrida por un antiguo arroyo que en su momento proveyó agua, peces y plantas comestibles a los habitantes de este entorno.
🌸 El mensaje en la roca: la flor de palma de yuca como símbolo de vida
Entre figuras de animales, cazadores y proyectiles tipo Shumla, destaca una imagen insólita: una palma de yuca en plena floración. Este detalle no es trivial. Según los expertos, esta representación sugiere que los miembros de la tribu no solo cazaban, sino que eran recolectores expertos de flora comestible.
✨ “La flor de la palma de yuca es comestible y nutritiva”, “Representarla en estado de floración revela su importancia vital para la tribu.”
En el sitio también se hallaron morteros tallados en piedra, utilizados para triturar flores, hierbas y pigmentos. Dos de ellos se encuentran a escasos metros del petrograbado de la palma, lo que fortalece la hipótesis de que esta planta fue un recurso alimenticio crucial para los antiguos habitantes del Bolsón de Mapimí.
🐟 Vida en el agua: peces y morteros en el corazón de la cañada
Las pinturas rupestres también revelan un ecosistema vibrante: peces, ciervos, hombres cazando y el propio paisaje serrano están representados con trazos hechos con minerales de hierro, aplicados cuidadosamente sobre las paredes de la cueva.
El arroyo, hoy apenas un hilo de agua o seco en partes, en aquel entonces era un cuerpo de agua vital. La tribu se asentaba a sus márgenes, aprovechando sus recursos al máximo: bebían, pescaban, cazaban y recolectaban, en un ciclo sostenible de supervivencia.
🧭 Tribus del tiempo: los Pecos Rivers y los Tobosos
Aunque los Tobosos (1000 a 1800 D.C.) fueron la tribu más influyente de la región, los vestigios de los Pecos Rivers Focus revelan una presencia aún más antigua. Esta cultura, compartida con el suroeste de Texas, se caracteriza por asentarse cerca de ríos y arroyos, como el que surca esta cañada.
El arte rupestre hallado en Los Monitos es una de las manifestaciones más antiguas del pensamiento simbólico y ecológico de los pueblos nómadas que vivieron entre Chihuahua, Durango y Coahuila.
🌱 El legado vivo de una flor silvestre
En los valles y lomeríos de Jiménez, aún crecen palmas de yuca silvestres, descendientes directas de aquellas que hace siglos alimentaron a los Pecos Rivers. La flor que hoy adorna paisajes áridos, ayer fue símbolo de supervivencia, arte y espiritualidad.
El petrograbado de la palma no es solo una representación botánica. Es un registro de la sabiduría ecológica de un pueblo que entendía su entorno, lo respetaba y vivía en simbiosis con él.
📜 Un llamado a la preservación
Este descubrimiento arqueológico —uno de los más significativos de la región— reafirma la importancia de proteger el patrimonio cultural de Chihuahua. Sitios como la Cueva de los Monitos son archivos naturales de la historia humana, contada no con palabras, sino con minerales, fuego y piedra.
Cada figura grabada en la roca es una ventana a un mundo desaparecido… uno que, sin embargo, aún vive en la floración silvestre de una palma de yuca.