Originalmente llamado “Los Moctezumas”, este asentamiento fue descrito en los años 30 como un montículo de adobe mezclado con arena, donde afloraban estructuras arquitectónicas, tiestos y huesos de animales.
Un punto crucial entre culturas milenarias
HISTORIASMX. – En el árido corazón del desierto chihuahuense, entre bolsones sedimentarios y serranías ígneas, yace uno de los yacimientos arqueológicos más relevantes del norte de México: Villa Ahumada.

A pesar de la escasa atención institucional y la limitada cobertura académica, este asentamiento destaca como un nodo cultural de primer orden entre las culturas Paquimé y Jornada Mogollón, y revela huellas de ocupación humana que datan de hace más de 11,000 años.
Un pasado que emerge de la tierra
Primeros pobladores y periodos arqueológicos
Desde el Paleoindio, se ha constatado la presencia humana mediante puntas tipo Clovis y Folsom, así como otras menos comunes, como Scottsbluff y Plainview.

Sin embargo, es en el Arcaico Tardío donde los vestigios se multiplican: puntas de proyectil elaboradas en pedernal, materiales térmicos y la aparición de asentamientos indican una intensificación en el uso del paisaje.
El sitio arqueológico Villa Ahumada
Originalmente llamado “Los Moctezumas”, este asentamiento fue descrito en los años 30 como un montículo de adobe mezclado con arena, donde afloraban estructuras arquitectónicas, tiestos y huesos de animales. Se ubica a solo 500 metros del río Carmen, un afluente estacional que marcó la vida del asentamiento.

La evidencia sugiere que el lugar fue habitado entre los siglos XIII y XV d.C., durante el periodo Formativo Tardío o Periodo Medio. La ocupación principal corresponde a gentes de la subcultura Jornada Mogollón, que interactuaron intensamente con la cultura Paquimé, sin llegar a integrarse plenamente a su sistema económico.
Cerámica: identidad y contacto cultural
La cerámica hallada en Villa Ahumada es abundante, variada y reveladora. Se han identificado al menos 39 tipos cerámicos, con una gran presencia de estilos de El Paso, Casas Grandes, y especialmente el Villa Ahumada Policromo, que aparece en todos los niveles estratigráficos, aunque destaca en el Estrato II. Esta diversidad indica un punto de encuentro cultural más que una simple frontera entre civilizaciones.

En términos cuantitativos, el sitio presenta uno de los mayores índices de densidad cerámica de Chihuahua, lo que lo convierte en una fuente clave para estudiar las relaciones entre culturas del suroeste estadounidense y del norte de México.
Restos arqueozoológicos: una dieta marcada por la cacería
Las excavaciones en la parte norte del sitio revelaron más de 22,000 fragmentos óseos, de los cuales se identificaron más de 11,000. Increíblemente, un 97.1 % de estos pertenecen a lagomorfos: conejos y liebres. Esta proporción sugiere una economía fuertemente basada en la caza menor, muy distinta a la de Paquimé, donde predominaban especies de mayor tamaño como venados y berrendos.
El uso de puntas de proyectil pequeñas tipo Caracara, Harrel, Toyah y Fresno, asociadas a restos de conejos, indica un sistema de caza sofisticado y selectivo, posiblemente más organizado que las redadas juveniles descritas para Paquimé.
La turquesa: materia prima y símbolo de poder
Uno de los hallazgos más impactantes de Villa Ahumada es la cantidad de fragmentos y desechos de turquesa encontrados. El sitio muestra evidencia clara de talleres donde esta piedra semipreciosa era tallada y pulida antes de ser intercambiada con Paquimé. Más del 83 % de los fragmentos recuperados corresponden a residuos de fabricación, lo que indica una producción local a pequeña escala pero especializada.

Esto contrasta con Paquimé, donde solo el 12 % eran residuos, y donde se ha propuesto que la turquesa era valorada por razones sociales más que económicas. En Villa Ahumada, sin embargo, se observa una valoración utilitaria y comercial de la piedra.
¿De dónde venía la turquesa?
Las fuentes más probables son los depósitos de la Sierra Jarilla, en Nuevo México, a unos 200 km al noreste. Investigadores han propuesto rutas de transporte que conectaban los distritos mineros con Villa Ahumada a través de puntos como Fort Hancock y Álamo Mountain, rutas posiblemente no controladas por Paquimé.
Consideraciones finales: ¿Por qué importa Villa Ahumada?
La región ha sido ignorada por la arqueología nacional. Mientras estados vecinos como Texas, Arizona y Nuevo México han sido ampliamente estudiados, Chihuahua sigue siendo una zona oscura en el mapa arqueológico. El trabajo de Rafael Cruz y Timothy D. Maxwell busca corregir esa omisión y resaltar la importancia de Villa Ahumada no sólo como un sitio arqueológico excepcional, sino como testimonio tangible de la interacción, resistencia e innovación de las culturas que habitaron este cruce del desierto.
Por: Gorki Rodríguez.