Fotografía: Luis Castillo.

En campamentos improvisados, cientos de migrantes luchan contra la adversidad mientras sueñan con llegar a Estados Unidos.

HISTORIASMX. – En los campamentos Clave Vallejo y Avenida 100 Metros, ubicados en la alcaldía Gustavo A. Madero de la Ciudad de México, cientos de migrantes enfrentan un Año Nuevo sin cena, uvas ni tradiciones familiares. Lejos de casa, entre condiciones precarias y un frío implacable, mujeres, hombres y niños de Honduras, Guatemala, Cuba, Haití, Colombia y Venezuela sobreviven en “ranchitos” construidos con materiales reciclados.

Condiciones precarias

Al recorrer los campamentos, el hacinamiento y los malos olores son evidentes. Ropa usada, juguetes rotos, carriolas viejas y colchones desgastados llenan el entorno, reflejando las difíciles condiciones que enfrentan los migrantes. Niños como los de Saraí Martínez, originaria de Honduras, brincan entre colchones mientras sueñan con cruzar la frontera.

“Estamos a la deriva, viviendo una situación muy fuerte”, comparte Saraí, quien fue víctima de un asalto en el que perdió sus documentos. “Ya no queremos estar aquí, pero no podemos regresar a nuestros países”.

El lado más duro del tránsito migratorio

Los migrantes enfrentan un camino plagado de extorsión, discriminación, violencia y robos. Para Alejandro, de 25 años, quien ha atravesado siete países, “todo el mundo te extorsiona. Este año no habrá cena ni regalos para mis hijos porque no hay plata”.

Mientras tanto, Noeli, una migrante venezolana, recuerda cómo tuvo que abandonar un cuarto en el Centro Histórico porque no podía pagar la renta. “Vivir aquí es muy difícil, pero también hemos encontrado personas buenas que nos han ayudado”.

Fe y resiliencia frente a las adversidades

A pesar de las adversidades, los migrantes mantienen la fe. Yasnel Auscastegui, también venezolana, describe su situación como “triste”, lejos de las alegres celebraciones familiares de Año Nuevo en su país. Sin embargo, confía en que “Dios tiene la primera y última palabra” y espera alcanzar la frontera con Estados Unidos, incluso frente a las amenazas del regreso de Donald Trump al poder.

“Que Dios abra el corazón de Trump”, dice Saraí Martínez, mientras lucha por dar un futuro mejor a sus hijos.

Una travesía de dolor y esperanza

Para estos migrantes, el Año Nuevo no será un festejo, sino un recordatorio de su lucha diaria. A pesar de todo, su meta sigue siendo llegar al vecino país del norte, donde esperan encontrar mejores oportunidades y un nuevo comienzo.

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