Fotografía: Raíchali Chihuahua.

La crisis en la Sierra Tarahumara es un reflejo claro de la sobreexplotación de los recursos naturales, la tala ilegal de árboles como el pino y la sobreexplotación del agua.

HISTORIASMX. – Tras cuatro años de sequía continua en el estado de Chihuahua, la devastación causada en la Sierra Tarahumara es palpable en varios frentes, extendiéndose más allá de la mera escasez de agua. La crisis en la Sierra Tarahumara es un reflejo claro de la sobreexplotación de los recursos naturales, la tala ilegal de árboles como el pino y la sobreexplotación del agua. Estos factores han exacerbado la sequía, afectando a múltiples sectores y poniendo en riesgo la vida y el sustento de las comunidades locales.

Impacto en el Turismo.

El sector turístico, que depende en gran medida de la belleza natural y la diversidad de la región, se ve gravemente afectado. Los ríos y arroyos, que suelen ser un atractivo turístico principal de esta zona del estado, se han secado o reducido a meros hilos de agua, disminuyendo así el atractivo de la zona para los visitantes. Los lugares emblemáticos como el Lago de Arareco, ubicado en el municipio de Bocoyna, y la Cascada de Cusarare, en el municipio de Guachochi, están experimentando una notoria disminución en sus niveles de agua. Durante años, estas joyas naturales han sido reconocidas por sus impresionantes paisajes, pero la prolongada sequía ha dejado una marca evidente en su entorno.

El Lago de Arareco, que solía reflejar el esplendor de la Sierra Tarahumara, ahora muestra orillas expuestas y niveles más bajos de agua. Por su parte, la Cascada de Cusarare, que solía rugir con fuerza, ahora fluye con una menor intensidad, alterando la imagen majestuosa que solía ofrecer a los visitantes.

Martin Carrasco Escamilla, guía de turismo y representante de la agencia «San Martín», con sede en el Pueblo Mágico de Creel, ha compartido sus impresiones sobre la situación actual. Destaca que los centros recreativos están sumidos en una “tristeza” notable debido a la temporal pérdida de lugares de gran atractivo turístico. Carrasco Escamilla ha confirmado que la escasez de agua en sitios específicos, como los mencionados anteriormente, está impactando negativamente en la industria turística local. La ausencia de estos atractivos naturales limita las opciones de promoción y dificulta la atracción de visitantes, generando un impacto directo en el flujo turístico y, por ende, en la economía local.

Agricultura y Ganadería en Crisis.

La agricultura y la ganadería, pilares económicos de muchas comunidades en la Sierra Tarahumara e incluso fundamentales para el autoconsumo, están sufriendo consecuencias desastrosas. La disminución significativa en la producción de cultivos y pastos ha afectado la disponibilidad de alimentos tanto para consumo local como para la comercialización. Esto no solo impacta la economía de los agricultores y ganaderos locales, sino que también tiene repercusiones a nivel regional, contribuyendo a la inseguridad alimentaria y a la escalada de los precios de los alimentos.

Mateo Ruiz Duarte, residente de la comunidad San Ignacio de Arareco, situada a solo 1 kilómetro del Lago de Arareco, compartió su preocupación ante esta crisis sin precedentes. Señaló que la sequía está teniendo un impacto devastador en las familias de los Pueblos Originarios, privándoles de alimentos y generando serios problemas de salud. Ruiz Duarte expresó una creencia arraigada en la comunidad: que la falta de lluvias es un castigo divino, y para revertirlo, llevan a cabo rituales de sacrificio de ganado en busca de la misericordia de Dios y la llegada del tan necesario agua. Esta declaración refleja la profunda conexión entre la sequía y las creencias culturales arraigadas en las comunidades afectadas, así como la urgente necesidad de soluciones.

«Hemos hecho enojar a Dios, por eso no nos manda las lluvias. Por eso hacemos fiesta para sacrificar nuestras vaquitas, para comer en la comunidad y compartir con Dios para que nos traiga el agua», expresó Mateo Ruiz. A pesar de la sequía, la fe sigue siendo un motor de esperanza para los campesinos tarahumaras, quienes aguardan con optimismo la próxima semana para sembrar maíz, frijol y algunas hortalizas, confiando en que este año sea más favorable para sus cosechas.

Suministro de Agua para Consumo Humano.

En un recorrido por los principales puntos en la Sierra Tarahumara, se ha detectado que el suministro de agua para consumo humano se ha vuelto cada vez más precario. Las comunidades rurales dependen en gran medida de fuentes de agua locales, como pozos y manantiales, que están secándose o disminuyendo su caudal. Esto pone en riesgo la salud y el bienestar de los habitantes locales, que enfrentan dificultades para acceder a agua potable suficiente y de calidad.

Ejemplos de Desafíos en Sitios Emblemáticos.

Los lugares emblemáticos como el Lago de Arareco y la Cascada de Cusarare no son los únicos afectados. Desde hace poco menos de un mes, visitantes del Parque Nacional Cascada Basaseachi, ubicado a poco más de tres horas de la capital del estado, comenzaron a compartir el panorama desolador en el que se encuentra este punto principal de turismo en la Sierra Tarahumara, al no tener prácticamente agua corriendo por sus enormes montañas. La carencia de agua es notoria, desde la entrada a la Sierra Tarahumara, en el Río Santa Isabel, que es un punto de encuentro familiar. En los últimos meses, la afluencia de visitantes se ha reducido ante la ausencia de agua que solía correr por el lugar.

El Parque Nacional Cascada de Basaseachi, en el municipio de Ocampo, y los atractivos turísticos de alta escala ubicados en los municipios de Bocoyna y Guachochi también presentan afectaciones por la falta de humedad, ante las condiciones climáticas que actualmente mantiene el estado de Chihuahua. La cascada, reconocida por su icónica caída de agua, actualmente se encuentra seca. Considerada la segunda más alta del país, solo superada por la Cascada de Piedra Bolada, cuenta con una altura de 246 metros y se destaca como la quinta más grande de América y la vigésima primera a nivel mundial.

Un Llamado a la Acción.

La situación en la Sierra Tarahumara es crítica y requiere una intervención urgente. Los efectos devastadores de la sequía, exacerbados por la sobreexplotación de los recursos naturales, la tala ilegal y la sobreexplotación del agua, han puesto en peligro no solo los recursos naturales y la economía local, sino también la vida de las comunidades que dependen de ellos.

Es imperativo que SEMARNAT, CONAGUA y el Gobierno Federal tomen medidas inmediatas y efectivas para abordar esta crisis. Se necesitan acciones concretas para:

  • Regular y controlar la tala ilegal de árboles.
  • Implementar prácticas sostenibles de gestión del agua.
  • Promover la reforestación y conservación de los bosques.
  • Garantizar el acceso a agua potable para todas las comunidades.

La sequía en la Sierra Tarahumara es un llamado de atención sobre la urgente necesidad de cambiar nuestras prácticas y proteger nuestro medio ambiente para las generaciones futuras. La intervención de las autoridades es crucial para revertir esta situación y asegurar un futuro sostenible para la Sierra Tarahumara y sus habitantes.

Tala Ilegal en la Sierra Tarahumara: Una Lucha por la Supervivencia

La tala ilegal es una problemática permanente en la Sierra Tarahumara de Chihuahua, y desde 2015 se ha incrementado de forma alarmante. Según la Red en Defensa del Territorio Indígena (Redeti), los criminales cuentan con una extensa red de complicidades “con agentes estatales y no estatales”, lo que agrava la situación y pone en peligro los recursos naturales de la región.

Impacto en los Municipios.

Las afectaciones más graves se detectan en los municipios de Guadalupe y Calvo, Bocoyna, Guachochi y Madera, tres de los cuales tienen una población mayoritariamente de pueblos originarios. Esta situación es aprovechada por grupos del crimen organizado para cometer dicha actividad delictiva en contubernio con “mestizos”, quienes se ostentan como dueños del bosque al amparo de títulos de propiedad que les otorgó el Registro Agrario Nacional.

En San Juanito, en el municipio de Bocoyna, la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente (Profepa) identificó el año pasado esta región como área crítica forestal. San Juanito forma parte de las ocho zonas de atención prioritaria a nivel nacional por el número de aserraderos clausurados y madera asegurada en operativos. Las otras siete áreas críticas incluyen la reserva de la biosfera de Calakmul en Campeche, el corredor biológico Ocuilan y el Parque Nacional Lagunas de Zempoala en el Estado de México, la selva Lacandona en Chiapas, la sierra Costa Grande en Guerrero, los municipios de Talpa de Allende, Mascota y Vallarta en Jalisco, la región aguacatera de Michoacán, y Tulum y Bala’an Ka’ax en Quintana Roo.

Operativos y Desplazamientos.

Durante 2022, los inspectores de Profepa realizaron 51 operativos, 974 recorridos y 428 filtros en estas ocho zonas. En San Juanito, se llevaron a cabo alrededor de siete operativos. Sin embargo, en Guadalupe y Calvo, parte del llamado Triángulo Dorado, la tala ilegal ha derivado en el desplazamiento de personas y en el asesinato de indígenas que defienden el bosque. Ejemplos trágicos de esto son los homicidios de Isidro Baldenegro López en 2017 y de Julián Carrillo Martínez en 2018, ambos líderes de la comunidad rarámuri Coloradas de la Virgen. También fue asesinado en 2017 Juan Ontiveros Ramos, activista y líder de Choréachi (Pino Gordo).

Choréachi es una comunidad que no cuenta con el reconocimiento legal del Estado mexicano sobre la posesión ancestral de su territorio desde agosto de 1969, cuando el gobierno entregó 15,200 hectáreas a mestizos para el aprovechamiento del bosque, quienes nunca han habitado el territorio. Esta causa ha generado un litigio ante tribunales agrarios, que mientras se resuelve impide talar el bosque o iniciar actividades de minería. Sin embargo, un grupo de mestizos, vinculado al crimen organizado, sigue ilegalmente cortando árboles y desde finales de 2013 ha generado una violencia sistemática en contra de los rarámuris.

Denuncias y Falta de Acción.

La Red Nacional de Organismos Civiles de Derechos Humanos Todos los Derechos para Todas y Todos (Red TDT), junto con la Redeti, ha denunciado que de Guadalupe y Calvo se ven salir camiones cargados de madera debido a la ausencia de vigilancia y de programas de protección forestal, y porque existen redes de empresas que trabajan en la región con permisos irregulares. La Redeti subraya que la autorización de licencias de aprovechamiento forestal a personas que indebidamente ostentan títulos sobre los territorios indígenas trae como consecuencia la explotación de los bosques.

Las comunidades indígenas y organizaciones de la sociedad civil han interpuesto múltiples denuncias ante instancias como la Profepa, la Fiscalía General de la República y su homóloga estatal, pero las acciones realizadas no son significativas y tampoco contribuyen a detener la extracción forestal ilegal. Según Redeti, este contexto de omisiones, aunado a la violencia que prevalece en la Sierra Tarahumara, propicia la devastación en los bosques, lo que se refleja en la cotidianidad de las personas afectadas: “donde hubo agua, fauna, pinos y ecosistemas biodiversos de cientos de años, ahora ven destrucción”.

Protocolo de Atención.

En febrero de este año, y como parte de las acciones para combatir la tala clandestina en la región serrana de Chihuahua, la fiscalía estatal informó de un protocolo de atención coordinado con autoridades de los tres órdenes de gobierno. Este protocolo incluía capacitar a comisarios ejidales, personal de la Agencia Estatal de Investigación, Ejército Mexicano, Guardia Nacional y policías municipales en la identificación de documentos, requisitos para el transporte, el aprovechamiento de los recursos forestales, intervenciones contra la tala ilegal y detenciones.

No obstante, según los datos abiertos de las fiscalías de distrito Zona Occidente y Zona Sur, en lo que va del año solo fueron reportados cinco despliegues policiales en los municipios de Guadalupe y Calvo, Moris, Guachochi, El Vergel y Urique para dar seguimiento a denuncias por el mencionado delito. En Guachochi, en mayo pasado, la Secretaría de Seguridad Pública del estado dio a conocer que se efectuó un operativo tras la detención de Reyes C.G., alias El Reyes, líder de una de las bandas delincuenciales que mantenían asolada esta zona. Las autoridades aseguraron varios camiones que transportaban madera, cuyos conductores no acreditaron la legal procedencia de estos recursos.

Mientras tanto, en Urique las acciones policiales son permanentes desde junio del año pasado a consecuencia del asesinato de dos integrantes de la comunidad jesuita de Cerocahui y a medidas cautelares dispuestas por la Comisión Interamericana de Derechos Humanos. La vigilancia en la zona ha redundado en el decomiso de madera obtenida de manera ilícita.

Un Llamado Urgente a las Autoridades.

La devastación en la Sierra Tarahumara es una tragedia ecológica y humana que requiere una acción inmediata y decisiva. Las comunidades indígenas, con su rica cosmovisión y conocimiento ancestral, son vitales para combatir la crisis climática. La lucha por el ecosistema es también por la supervivencia de la cultura y la identidad de los pueblos rarámuri, ódami, o’oba y warijó.

Es crucial que SEMARNAT, CONAFOR, y el Gobierno Federal intensifiquen sus esfuerzos para proteger los bosques y las comunidades indígenas de la Sierra Tarahumara. Se necesitan medidas urgentes para:

  • Aumentar la vigilancia y los operativos contra la tala ilegal.
  • Sancionar severamente a los responsables, incluyendo a aquellos con complicidades en el gobierno.
  • Implementar programas de protección y conservación forestal robustos.
  • Garantizar la posesión legal de los territorios ancestrales a las comunidades indígenas.

La tala ilegal no solo destruye los bosques, sino que también socava la supervivencia de las comunidades indígenas y su derecho a vivir en paz y dignidad en sus tierras ancestrales. Es momento de actuar y detener esta devastación antes de que sea demasiado tarde.

Por: Gorki Rodríguez.

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