Aunque su función es supervisar y auditar, la realidad muestra que su papel ha sido reducido a ser cómplices silenciosos del desvío de recursos públicos.
HISTORIASMX. – La figura del síndico municipal, en teoría, debería representar un contrapeso fundamental dentro de los ayuntamientos. Su función principal es la de supervisar el correcto uso de los recursos públicos, garantizar la transparencia en la administración municipal y defender los intereses de la ciudadanía. Sin embargo, en la práctica, esta figura ha sido cooptada y transformada en una mera extensión del poder de los presidentes municipales, funcionando como un engranaje más en el mecanismo de encubrimiento de la corrupción.
Un papel clave en la rendición de cuentas
El síndico tiene la obligación de vigilar las finanzas municipales, revisar cuentas públicas y denunciar irregularidades en la administración de los recursos. Sin embargo, en la mayoría de los municipios, este cargo es ocupado por personajes afines a los alcaldes, que lejos de ejercer su función fiscalizadora, terminan solapando actos de corrupción y manejos irregulares de fondos.
En muchos casos, los síndicos no son elegidos por su capacidad de supervisión o independencia, sino por su lealtad al grupo político en el poder. Esta realidad ha convertido a esta figura en un simple trámite burocrático, en lugar de un verdadero defensor de la legalidad y los intereses ciudadanos.
El síndico como protector del desfalco municipal
La complicidad de los síndicos con los presidentes municipales se traduce en un sinfín de irregularidades que afectan directamente a la población. En muchos municipios, se han detectado esquemas de desfalco, desvío de recursos, licitaciones amañadas y pago de «moches» a proveedores y contratistas afines a los alcaldes. Estas prácticas continúan impunes debido a la inacción de los síndicos, quienes deberían denunciar estos hechos en lugar de encubrirlos.
El problema radica en que los síndicos, en lugar de actuar como auditores independientes, se convierten en operadores políticos del presidente municipal. Su silencio y omisión permiten que los malos manejos sigan ocurriendo, asegurando la impunidad de quienes saquean las arcas municipales.
Reformas necesarias para una verdadera fiscalización
Para que la figura del síndico deje de ser un títere del poder municipal y se convierta en un verdadero vigilante de los recursos públicos, es urgente implementar reformas que garanticen su independencia. Algunas medidas necesarias incluyen:
- Elección ciudadana: Que los síndicos sean elegidos por voto directo y no como parte de la planilla del presidente municipal.
- Autonomía financiera y operativa: Que cuenten con presupuesto propio y acceso directo a la información financiera del municipio.
- Mecanismos de denuncia y protección: Creación de instancias independientes que reciban denuncias de síndicos sobre actos de corrupción sin represalias.
- Sanciones severas por omisión: Aplicación de sanciones administrativas y penales a síndicos que encubran actos de corrupción.
Sin estas reformas, la figura del síndico seguirá siendo un instrumento del poder municipal, incapaz de garantizar la transparencia y la correcta administración de los recursos públicos. La ciudadanía debe exigir rendición de cuentas y poner fin a la simulación de fiscalización que impera en los municipios de todo el país.