Fotografía: Archivo.

La crisis hídrica ha puesto en jaque no solo a los pescadores, sino a toda la región. Si no se toman medidas urgentes para detener la sobreexplotación del agua y apoyar a las comunidades afectadas, el Lago Toronto y todo lo que depende de él pronto serán solo un recuerdo.

HISTORIASMX. – «Se llevaron el agua y se llevaron todo», lamenta Gerardo Delgado, un pescador que ha vivido durante sus 69 años en la comunidad de El Toro, a orillas del Lago Toronto, mejor conocido como La Boquilla. Hoy, la comunidad se enfrenta a una de sus peores crisis debido a la depredación hídrica que ha secado el lago y amenaza con hacer desaparecer esta forma de vida.

La escasez de agua ha causado un colapso social y económico en la región. El nivel del lago ha bajado tanto que ya no es rentable para los pescadores continuar con su labor. A lo largo de la ribera, las lanchas están varadas, y los residentes ya no cuentan con agua potable. Las comunidades de la ribera alta, como El Toro, El Ancón, El Campamento, El Salitre, El Sepulvedeño y El Polvo, que dependen casi exclusivamente de la pesca, ven con desesperanza cómo se les agota el recurso que ha sustentado a sus familias por generaciones.

Una Comunidad a Punto de Desaparecer

“Estamos pensando en irnos, para qué nos vamos a quedar si no hay pesca”, confiesa Gerardo Delgado. Los pescadores de El Toro, que antes podían salir desde sus casas y subirse directamente a sus lanchas para comenzar la jornada de pesca, ahora deben recorrer más de seis kilómetros hasta la orilla del lago. Esa misma orilla que alguna vez estuvo llena de agua y peces, ahora es un paisaje desolado de sequía y tierra agrietada. La comunidad está al borde de la migración masiva, ya que sin pesca no hay vida.

Una Pesca que se Agota

El Lago Toronto es vital para las comunidades que dependen de su pesca, pero la sequía prolongada ha reducido la cantidad de pescado disponible. Jesús Tereso Rodríguez González, otro pescador de la zona, lamenta que “entre más bajo está el charco, menos pescado sale”. El problema se agrava por la falta de atención de las autoridades. «Solo cuando alguien anda haciendo política se acuerdan de nosotros», denuncia Tereso. Mientras tanto, la única ayuda que reciben es un apoyo anual de 7 mil pesos de Conapesca, una cifra insuficiente para sostener a sus familias.

A pesar de que algunos pescadores también cuentan con ganado para complementar sus ingresos, la sequía ha afectado gravemente a este sector. Los campos ya no producen sorgo, maíz o frijol, y el poco ganado que les queda está en riesgo de morir de hambre y sed. La falta de apoyo estatal o municipal solo ha empeorado la situación.

El Agua se Va, la Pesca Desaparece

Los relatos de los pescadores son conmovedores y muestran un panorama desolador. César Ignacio, un joven pescador de 29 años, relata que antes podía sacar 40 kilos de tilapia fileteada, mientras que ahora apenas si alcanza los 7 kilos. El pescado, que antes era una fuente de ingresos estable, ha bajado tanto de precio que ya no es rentable. La tilapia se paga a 35 pesos el kilo para los pescadores, mientras que en los comercios se vende a 80 pesos. La carpa se paga a 15 pesos el kilo, y el más cotizado, el black bass, llega a 100 pesos.

Pero con la pesca tan baja, los pescadores tienen que recorrer largas distancias para comercializar su producto, lo que les genera más gastos en gasolina y apenas les deja alguna ganancia. “Sacamos lo necesario para comer”, dice César, resignado. Muchos han abandonado la pesca, y algunos ya han migrado a otras regiones, buscando mejores oportunidades. Intentaron sembrar, pero la falta de lluvias hizo que las cosechas fracasaran.

Zonas Desoladas y Sin Futuro

El panorama es igual de sombrío para el ganado. Los pocos que quedan, intentaron sembrar sudán y avena, cultivos más resistentes a la sequía, pero estos tampoco prosperaron. Las vacas pastan cerca de las riberas en busca de alimento, y los pobladores han tenido que cavar hoyos en los arenales para extraer agua salada, que el ganado apenas si bebe.

El agua salada, supuestamente filtrada del mismo lago, es otro misterio que ha complicado aún más la vida en El Toro. El agua es tan salada que no puede usarse ni siquiera para el quehacer doméstico, ya que ni el jabón logra hacer espuma.

Una Migración Inevitable

Gerardo Delgado, con la tristeza de quien ha visto desaparecer todo lo que conocía, comenta que muchas familias ya piensan en migrar. El Borracho, una zona donde las lanchas están paradas, muestra niveles de agua alarmantemente bajos. Con la evaporación y las continuas fugas de agua, Gerardo teme que el lago simplemente desaparezca. «Aquí nacimos, pero vamos a tener que salir a la aventura para sobrevivir», dice con resignación.

Las Autoridades Ignoran a los Pescadores

Para los pescadores de la zona, el apoyo del gobierno ha sido nulo. «El Gobierno del Estado solo apoya a los ricos», denuncia Gerardo. «Nosotros los pescadores no somos nada, los dueños del agua son los grandes productores». Las pipas de agua, cuando llegan, cuestan 100 pesos por mil litros, un lujo que pocos pueden permitirse. Mientras tanto, las comunidades de pescadores dependen de un pozo con una planta de ósmosis inversa que apenas da abasto para satisfacer las necesidades básicas.

La situación en El Toro y las comunidades cercanas es crítica. Sin agua, no hay vida, y las pocas familias que quedan no saben cuánto tiempo más podrán resistir.

Sin Agua, Sin Futuro

El Lago Toronto, que alguna vez fue una fuente inagotable de recursos, hoy está al borde de la desaparición. Sin agua, las comunidades de pescadores como El Toro están condenadas a desaparecer, obligadas a buscar una nueva forma de vida en otro lugar. Mientras tanto, el gobierno parece ignorar la gravedad de la situación.

“Queremos que vengan a ver la realidad, que no tomen una decisión detrás de un escritorio”, dice Manuel Arturo Araiza, presidente de la Sociedad Cooperativa de Valle de Zaragoza. Aunque reconoce que la agricultura genera empleo, también exige que se voltee a ver al sector pesquero, que está literalmente a la deriva.

La crisis hídrica ha puesto en jaque no solo a los pescadores, sino a toda la región. Si no se toman medidas urgentes para detener la sobreexplotación del agua y apoyar a las comunidades afectadas, el Lago Toronto y todo lo que depende de él pronto serán solo un recuerdo.

Por: Gorki Belisario Rodríguez Ávila.

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