Este sistema, aunque rudimentario en apariencia, cumple una función vital: nivelar los caminos de terracería que, con el constante tránsito de vehículos, especialmente de camionetas con suspensión elevada, desarrollan irregularidades o “bordos”.
HISTORIASMX. – En los rincones más alejados del campo mexicano, donde el asfalto aún no ha llegado y los caminos de terracería son el único vínculo con el mundo exterior, existe una herramienta tan sencilla como ingeniosa que ha sido clave para el mantenimiento diario de estas brechas polvorientas: la rastra de neumáticos.
Una solución nacida de la necesidad
La vida en el campo demanda creatividad. Allí donde las instituciones públicas no tienen presencia continua y el mantenimiento de los caminos rurales es nulo o esporádico, los propios habitantes han ideado formas eficaces de conservar transitables sus rutas de acceso. Una de estas formas es la elaboración y uso de las llamadas “rastras” hechas con neumáticos viejos unidos con alambre o jalgón, enganchadas a la bola del jalón de una troca o camioneta.
Este sistema, aunque rudimentario en apariencia, cumple una función vital: nivelar los caminos de terracería que, con el constante tránsito de vehículos, especialmente de camionetas con suspensión elevada, desarrollan irregularidades o “bordos”. Estas ondulaciones, conocidas comúnmente como «washboards» o «ondulación por suspensión», deterioran el camino y dificultan la conducción.
El principio es simple, pero su impacto es profundo
La rastra funciona arrastrando los neumáticos sobre el camino mientras el vehículo circula. El peso y la fricción de los neumáticos ayudan a emparejar la superficie, rellenar las grietas y eliminar los bordos más marcados. Se trata de una especie de “planchado del camino”, que al repetirse con frecuencia, prolonga la vida útil de la vía y mejora significativamente las condiciones de tránsito para vehículos ligeros y pesados por igual.
El proceso no requiere de maquinaria pesada, ni de mantenimiento sofisticado. Basta con tener a mano unos tres o más neumáticos viejos, alambres resistentes o cadenas, y una camioneta con bola de remolque. Esta sencillez convierte a las rastras en una herramienta accesible para cualquier ranchero o habitante del campo.
Una práctica de comunidad y cooperación
Uno de los aspectos más nobles de esta práctica es su espíritu colaborativo. En muchos ejidos, ranchos y comunidades rurales, es común ver que los vecinos que transitan el camino con rastra la dejan al llegar al entronque o punto de conexión con una carretera más transitada. La dejan allí, a un costado del camino, para que otro conductor pueda acoplarla a su vehículo y continuar el mantenimiento.
De esta manera, sin necesidad de acuerdos formales ni supervisión gubernamental, se construye una cadena de cuidado comunitario que beneficia a todos: desde el vaquero que va por forraje, hasta la familia que acude al pueblo por despensa o el estudiante que necesita llegar a la secundaria rural.
Resiliencia y autosuficiencia rural
En tiempos donde la infraestructura rural enfrenta rezagos severos y las comunidades son a menudo ignoradas por los programas de mantenimiento vial, las rastras se alzan como un símbolo de autosuficiencia rural. Lejos de los reflectores, sin presupuesto ni manual técnico, esta práctica representa una cultura del «hazlo tú mismo» profundamente enraizada en la lógica del campo: si no lo hacemos nosotros, nadie más lo hará.
Además, el uso de neumáticos reciclados da una segunda vida a un residuo altamente contaminante, convirtiéndolos en aliados del mantenimiento rural y reduciendo la necesidad de invertir en materiales más costosos o contaminantes.
El futuro de los caminos está en la tracción del pasado
El ejemplo de las rastras nos recuerda que muchas soluciones efectivas no nacen en oficinas, sino en la tierra misma. En un mundo donde las tecnologías prometen eficiencia pero muchas veces excluyen, estas prácticas tradicionales ofrecen una ruta alternativa: práctica, comunitaria y resiliente.
Es momento de reconocer el valor de estas iniciativas rurales y de fomentar su preservación y perfeccionamiento, no con la intención de reemplazarlas, sino de apoyarlas. En cada curva emparejada por una rastra, en cada bordo eliminado con el roce de un neumático viejo, hay una muestra de dignidad campesina, ingeniería popular y amor por la tierra.
Por: Gorki Rodríguez.