Fotografía: HISTORIASMX.

El problema no termina ahí. El sistema de posgrado en la UACH, junto con los profesores, los representantes de la carrera y los directivos, parece estar diseñado para proteger y perpetuar esta estructura conservadora.

HISTORIASMX. – La Maestría en Periodismo y Poder, ofrecida por la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Autónoma de Chihuahua (UACH), se presenta como un baluarte académico, alabado por su prestigio y por la calidad de su formación. Sin embargo, detrás del brillo y el renombre, se esconde una realidad menos gloriosa: una estructura que parece estar diseñada para moldear mentes acorde a un sistema conservador y excluir a aquellos que se desvían de su doctrina.

En teoría, esta maestría promete una formación rigurosa y democrática, ofreciendo a sus alumnos una plataforma para desarrollar una voz crítica y un pensamiento independiente. En la práctica, no obstante, la situación es muy distinta. Varios alumnos han señalado que la autonomía en el aula es una ilusión. Profesores como Rodrigo Tarango y Ramón Gerónimo, en particular, ejercen un control sobre las clases que va más allá de lo académico. Los estudiantes se encuentran obligados a pedir permiso a estos profesores para poder asistir a sus materias, un procedimiento que refleja una clara falta de respeto por la autonomía académica y personal.

Esta dinámica no es simplemente una cuestión de estilo docente. En un entorno que debería fomentar el debate y la libertad de pensamiento, se impone una visión conservadora que se refleja en la forma en que se maneja la maestría. La promesa de una educación plural se desvanece cuando los estudiantes que cuestionan el sistema se encuentran marginados y excluidos. La maestría, que debería ser un bastión de pensamiento crítico y libertad académica, se convierte en una herramienta de conformidad y represión.

El problema no termina ahí. El sistema de posgrado en la UACH, junto con los profesores, los representantes de la carrera y los directivos, parece estar diseñado para proteger y perpetuar esta estructura conservadora. Aquellos que se atreven a desafiar el statu quo se enfrentan a una falsa democracia que, lejos de ser un foro de debate abierto, actúa como un mecanismo de exclusión. Los estudiantes que intentan señalar las fallas del sistema o las deficiencias en la formación se ven rápidamente marginados, en una maniobra que refleja una complicidad total entre el cuerpo académico y los representantes del posgrado.

En un mundo en constante cambio, el papel del periodista ha evolucionado. Ya no es suficiente con seguir las reglas gramaticales y ortográficas; el periodista moderno debe ser también un experto en tecnología y programación. La maestría en Periodismo y Poder, sin embargo, parece estar atrapada en un pasado romántico, donde el periodista es visto como un idealista que escribe a la luz de la luna, en lugar de un profesional adaptado a las exigencias actuales del campo.

La realidad es que esta maestría no solo falla en preparar a los estudiantes para los desafíos del periodismo contemporáneo, sino que también actúa como una red de control ideológico, moldeando a los alumnos para que se alineen con una visión conservadora. En lugar de fomentar un ambiente de pensamiento crítico y autonomía, se impone una visión monolítica que premia la conformidad y castiga la disidencia.

Periodismo y Poder en la UACH se presenta como una paradoja: una maestría que debería ser un faro de libertad y pensamiento crítico, pero que en realidad actúa como un aparato de control y exclusión. La promesa de una educación libre y democrática se ve opacada por un sistema que premia la conformidad y castiga la divergencia. Es hora de que se haga una reflexión profunda sobre la verdadera misión de esta maestría y sobre el papel que debería jugar en la formación de periodistas en un mundo moderno y dinámico.

Por: Gorki Rodríguez.

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