Fotografía: teddy eduardo iglesias.

Ojuela es un lugar donde el pasado y el presente se entrelazan en un paisaje desolado pero lleno de historia.

HISTORIASMX. – Escondido entre las áridas montañas del estado de Durango, México, se encuentra Ojuela, un poblado fantasma que alguna vez fue una próspera ciudad minera. Este lugar, ahora desolado, guarda en sus calles polvorientas y ruinas de piedra, los ecos de un pasado glorioso, marcado por la extracción de oro, plata, zinc y manganeso. A tan solo 15 minutos al este de Mapimí y aproximadamente a una hora de Torreón, Ojuela es un rincón olvidado que merece ser redescubierto.

Clima y Ubicación.

El clima semiseco y semicálido de la región, influenciado por la extensa área desértica del Bolsón de Mapimí, es un reflejo del entorno inhóspito que rodea a Ojuela. Este clima, junto con la remota ubicación del pueblo, contribuye a su atmósfera de aislamiento, acentuada por el camino empedrado y de terracería que conduce a él.

Historia: El Auge y la Caída de Ojuela.

El nombre de Ojuela proviene del conquistador español Francisco de Ojuela, quien descubrió las riquezas minerales del lugar durante la época colonial. Desde entonces, Ojuela se convirtió en un centro minero de gran importancia, alcanzando su apogeo en la segunda mitad del siglo XIX. Para entonces, la ciudad era un modelo de planificación y prosperidad, con calles empedradas, templos, tiendas, un casino, canchas de tenis, y hasta albercas. La población de 5,083 habitantes rivalizaba con la cercana villa de Mapimí.

Sin embargo, la bonanza no duraría para siempre. Con el agotamiento de las vetas y la inundación de las minas, la explotación minera se volvió insostenible. Los reajustes de personal comenzaron en los años veinte, y para 1931, la mayoría de los trabajadores había sido despedida. Con el cierre definitivo de las operaciones mineras, Ojuela se convirtió en un pueblo fantasma, abandonado a la erosión y al olvido.

Mina La Ojuela.

La mina La Ojuela, descubierta en 1599 por el sacerdote jesuita Servando de Ojuelos, fue durante siglos una de las joyas de la minería en México. La riqueza de sus depósitos de plomo, oro y plata atrajo a técnicos y administradores que convirtieron a Ojuela en una de las bonanzas más importantes del país. En 1891, la minera Peñoles adquirió la mina y continuó con la explotación hasta profundidades de 650 metros. La mina alcanzó fama mundial en 1927 cuando fue visitada por el mineralogista W.F. Foshag, quien documentó la gran diversidad de minerales que se encontraban en ella.

El Puente Colgante de Ojuela: Una Maravilla de la Ingeniería.

Uno de los elementos más icónicos de Ojuela es su puente colgante, una obra maestra de la ingeniería construida en 1892 por el ingeniero alemán Santiago Minhguin. Este puente, que mide 336 metros de largo y pesa más de 112 toneladas, une las cimas de dos barrancas separadas por un abismo de 180 metros de profundidad. Su estructura, sostenida por inmensas torres de acero y cables también de acero, es un testimonio de la capacidad humana para superar las barreras naturales más formidables.

El puente de Ojuela es más que una obra de ingeniería; es la puerta de entrada a los túneles de la mina de Santa Rita, que llevan a un balcón natural con vistas panorámicas de las tonalidades desérticas del Bolsón de Mapimí. Este paisaje, que incluye la enigmática Zona del Silencio, es un recordatorio de la belleza y el misterio que aún habita en esta región olvidada.

Economía y Turismo.

A pesar de su abandono, Ojuela ha comenzado a atraer a un número creciente de turistas, especialmente desde que Mapimí fue declarado Pueblo Mágico. En el periodo 2007-2010, se creó la Sociedad de Producción Rural (SPR) «Mapimí y Ojuela», encargada de gestionar el complejo turístico. Aunque existen planes para desarrollar un hotel boutique, la falta de acuerdos con la empresa propietaria de la mina ha retrasado el proyecto.

El Ferrocarril de Mapimí y su Conexión con Ojuela.

El desarrollo de Ojuela estuvo íntimamente ligado al ferrocarril que operó en Mapimí a finales del siglo XIX y principios del siglo XX. Este ferrocarril, construido para apoyar la minería y la fundición en la región, conectaba Mapimí con la vía del Ferrocarril Central Mexicano, permitiendo la exportación de minerales a Estados Unidos. Aunque hoy en día el ferrocarril es solo un vestigio del pasado, su legado perdura en la historia de la minería en Ojuela.

Ojuela es un lugar donde el pasado y el presente se entrelazan en un paisaje desolado pero lleno de historia. Sus ruinas, su imponente puente colgante, y las historias de su época de oro hacen de este poblado un destino fascinante para los amantes de la historia y la aventura. Aunque Ojuela haya caído en el olvido, su legado perdura, esperando ser descubierto por quienes buscan explorar los rincones más ocultos de México.

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