El frío estaba ya ingresando, y se sentía en las madrugadas y amaneceres, pues las precipitaciones pluviales registradas en las sierras el Diablo, Ojo del Almagre y Peñoles, fueron factor clave para mañanas de entre los 10 a 17 grados centígrados en el semidesierto del municipio de Jiménez.  

HISTORIASMX. – A escasos kilómetros de la guardarraya de Jiménez, Chihuahua y Coahuila, la madrugada de una mañana fresca, casi fría, parecía de día, pues la luna en todo su esplendor brillaba intensamente, alumbrando el vasto llano de la sierra Ojo del Almagre, Peñoles y El Diablo, así como la extensa pradera. 

Fijamente, sujetado de un poste de metal, sostén de un pequeño tejaban, un termómetro de mercurio, antes de los primeros rayos de luz solar, marcaba 10 grados centígrados, avanzando hasta los 17 grados alrededor de las siete de la mañana. 

El viento moderado, soplaba por el llano, hasta impactar con la Sierra el Diablo y retornando a la pequeña cabaña fría y alentadora para iniciar el día con la mente despejada. 

A diferencia de las zonas urbanas, -aquí cerca de la Sierra el Diablo, el frío ya estaba entrando, pues en las noches era necesario ya una ligera chamarra y en las madrugadas ya una chamarra acogedora-. La noche anterior en casi todas las sierras antes mencionadas, llovizno, lo que impulsó el clima fresco en esta última región de Chihuahua. 

Detrás de la sierra de Peñoles, el sol ya energía rápidamente, reflejando sus rayos dorados, en los arbustos del semidesierto y cañones de la Sierra el Diablo. 

Anteriormente, en la cabaña de estancia no había indicador alguno, de temperatura, salvo el termómetro de una troca el cual, en el mes de diciembre del 2022, indicó una temperatura de menos cinco grados centígrados, -así era el frío en esta parte del semidesierto-. 

Con este nuevo instrumento expuesto al exterior, se podría tener una lectura de la temperatura más confiable. Aunque durante las noches y madrugadas el termómetro descendía, en las mañanas ascendía hasta llegar a su pico, las tres de la tarde, de una temperatura de 40 grados centígrados, aún extremadamente calurosa. 

Esas mañanas frescas, casi heladas, hacían que ya las parvadas de “chanates, pecho amarillo” fueran lentas, por lo entumecido de su cuerpo por el fresco, buscando los puntos altos de los mezquites para poder calentarse y así emprender el vuelo en busca de comida.  

Finalmente, el sol salió, y conforme las horas transcurrieron, la temperatura avanzó en el termómetro, así hasta llegar a los 40 grados centígrados.

Por: Gorki Belisario Rodríguez Ávila. 

Fotografía: Historiasmx / Gorki Rodríguez.

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