Las pinturas plasmadas en la roca representan en primera instancia, la ubicación del sitio en específico, mediante triángulos entrelazados unos con otros que significan la presencia de cerros que rodean al lugar donde fueron pintadas las representaciones rupestres.
Historias. – Al resguardo entre los pasadizos, cuevas y recovecos formados por grandes piedras de granito que erigen los cerros conocidos como Peñoles, se encuentran aún algunas pinturas rupestres dibujadas por la tribu de nómadas cazadores-recolectores, Los Tobosos.
En la porción sur del municipio de Coronado, pasando por la comunidad de Iturralde, se encuentran como grandes monumentos que forman todo tipo de figuras los cerros conocidos como peñoles.
Hace más de mil años atrás, Peñoles fue ocupado por una tribu de nómadas cazadores-recolectores a quienes se les designó el nombre de los Tobosos.
Los Tobosos tuvieron su área de influencia en la región del Bolsón, hoy conocida como el Bolsón de Mapimí, comprendido por los estados de Chihuahua, Coahuila y Durango. En su transitar por Chihuahua, recorrieron parte de los municipios de la región sur, Jiménez, López y Coronado.
En el transitar de la tribu, llegaron a Peñoles, por el año de 1450 D.c., fecha que es considerada como la primera ocupación.
La cosmovisión de los Tobosos, en conjunto con el clima, plantas, animales y geografía de cada sitio al que llegaban o transitaban, era plasmado en lugares que la tribu consideraba como estratégicos.
Desde el primer asentamiento de los Tobosos, y los posteriores, dejaron plasmadas en las paredes de la roca en Peñoles, parte de su cosmovisión, tal es el caso de las que quizá sean las mejor conservadas de todo el sitio, las ubicadas en el laberinto.
En la parte centro-sur de Peñoles y escondida por dos grandes encinos se encuentra el pasadizo del Laberinto, el cual conduce hasta las pinturas rupestres. A través de un asombroso y serpenteante camino.
El recorrido inicia por un gran pasillo formado por grandes piedras que se erigen del suelo al cielo por alrededor de más de 8 metros de altura, formando un tragaluz que deja pasar la luz hasta el camino del pasillo helado y húmedo.
Avanzando por el camino del Laberinto se tendrán que sortear diferentes obstáculos contrastados con la poca luz que hay durante todo el trayecto que en ocasiones se torna en la oscuridad total, hasta por fin ver la luz detrás de otro encino que se ubica en la parte final del Laberinto, el cual se tendrá que pasar y ajustar la ruta en dirección derecha, para llegar así por fin a las pinturas rupestres.
Las pinturas plasmadas en la roca representan en primera instancia, la ubicación del sitio en específico, mediante triángulos entrelazados unos con otros que significan la presencia de cerros que rodean al lugar donde fueron pintadas las representaciones rupestres.
Asimismo, se hacen presentes las representaciones rupestres de venados, lo que sugiere que Peñoles en aquel entonces fue un lugar donde habitaron grandes manadas de venados, los cuales fueron parte de su dieta principal de alimentación.
A un costado del venado, los Tobosos dejaron plasmado un corral, lo que pude sugerir si bien la domesticación del venado como ganado o de alguna otra especie.
Las pinturas del Laberinto, por su ubicación en donde fueron plasmadas, se han conservado de los diferentes eventos climatológicos y de la destrucción del ser humano, misma área que donde se encuentran ubicadas, el camino conduce a otros vestigios arqueológicos que tendrán que ser abordados en otra entrega por separada.
Por. Gorki Belisario Rodríguez Ávila.
Fotografía: Historias / Gorki Rodríguez.