La guerra silenciosa del agua en el desierto chihuahuense

Las comunidades afectadas forman parte de la cuenca Santa Clara-El Carmen, que alimenta la presa Las Lajas. El problema no es nuevo, pero la indiferencia de las autoridades lo ha hecho crecer hasta convertirse en una crisis ambiental y social.

HISTORIASMX. – En el árido paisaje del norte de Chihuahua, en los municipios de Namiquipa, Riva Palacio y Buenaventura, se libra una batalla silenciosa pero crucial: la lucha por el agua. Campesinos organizados, hartos del saqueo de los mantos acuíferos y del desinterés institucional, se han unido bajo un mismo nombre: Colectivo Defensores del Agua del Desierto Chihuahuense.

Una historia de abandono y resistencia

«Todo empezó hace diez años», relata Joaquín Solorio, ejidatario de Buenaventura y uno de los fundadores del colectivo. Agricultores comenzaron a instalar pozos clandestinos en zonas donde está prohibido perforar desde 1955, sobreexplotando un recurso ya escaso en una región en veda.

Las comunidades afectadas forman parte de la cuenca Santa Clara-El Carmen, que alimenta la presa Las Lajas. El problema no es nuevo, pero la indiferencia de las autoridades lo ha hecho crecer hasta convertirse en una crisis ambiental y social.

El avance menonita: tecnología, poder y tierra

Grupos menonitas —una comunidad religiosa que migró a México en 1922— han sido señalados como los principales responsables de esta sobreexplotación. Con tecnología avanzada, riego mecanizado y respaldo financiero internacional, han convertido zonas áridas en campos fértiles… a costa de los demás.

Mientras a nuestro ejido se le conceden seis hectáreas para riego, ellos están regando hasta 200 hectáreas”, denuncia Joaquín Solorio. “Perforan pozos de hasta 300 metros, cuando nosotros solo tenemos acceso a pozos de 100 metros. Están acabando con el acuífero”.

Permisos falsos y corrupción oficial

La perforación de pozos profundos y la construcción de presas privadas en tierras ejidales no podría haberse hecho sin complicidad oficial. “Los permisos son ilegales o inexistentes, pero las autoridades federales y estatales los permiten”, acusan los integrantes del colectivo.

Aunque la CONAGUA y la SEMARNAT se han comprometido públicamente a tomar medidas, la maquinaria prometida para derrumbar presas ilegales nunca llegó. Las promesas fueron reemplazadas por el silencio institucional.

Milpas secas y comunidades sin agua

La situación es crítica. En el municipio de Buenaventura hay 1,315 productores afectados y en Ahumada, otros 1,854. El volumen de agua extraído por los pozos ilegales ya está dejando pozos secos y ríos con caudales mínimos, condenando al fracaso a los cultivos de subsistencia.

Para el próximo año el agua no va a alcanzar, ni con lluvias”, advierte Solorio. “Y el gobierno sigue callado. Así empieza la primera guerra por el agua”.

Un enfrentamiento que encendió las alarmas

La situación llegó al límite cuando integrantes del colectivo confrontaron a una perforadora trabajando en la zona de la cuenca del Carmen. Pidieron ver los permisos. La respuesta fue represión.

Hubo un enfrentamiento armado con la policía. El resultado: miedo, tensión… y más indignación. El Estado, lejos de mediar, se posicionó del lado del capital y la ilegalidad.

La lucha apenas comienza

Hoy, el Colectivo Defensores del Agua del Desierto Chihuahuense se mantiene firme. Conformado por campesinos, ejidatarios y defensores ambientales, su objetivo es claro: detener la destrucción del acuífero y exigir justicia hídrica para sus comunidades.

Han acudido a instancias nacionales e internacionales. Llevan pancartas, documentos, testimonios. Pero sobre todo, llevan la urgencia de una tierra que se está secando y de una vida que depende del agua.

¿Primera guerra por el agua?

Las palabras de Joaquín Solorio resuenan como una advertencia que ya no se puede ignorar:

Si no se da una atención adecuada, empezará en México la Primera Guerra por el Agua”.

El tiempo se agota. El agua también.

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