Fotografía: Gobierno de México.

Con una historia que abarca siglos, los Guarijíos, un grupo indígena de las sierras de Sonora y Chihuahua, han resistido los embates del tiempo y las adversidades para preservar su identidad, su territorio y su rica cosmovisión. Hoy, mientras enfrentan los desafíos de la modernidad, su lucha por mantener viva su cultura continúa siendo un testimonio de resiliencia y fortaleza.

HISTORIASMX. – Los Guarijíos, o «la gente del monte», como se autodenominan en su propio idioma, son uno de los grupos indígenas más antiguos de la región norte de México. Su territorio ancestral se extiende entre los estados de Sonora y Chihuahua, dos áreas montañosas donde han mantenido un profundo vínculo con la naturaleza a lo largo de los siglos.

Con raíces que se remontan a la familia de etnias taracahitas, comparten lazos culturales y lingüísticos con grupos como los Tarahumaras y Cahítas, aunque también se perciben ciertas influencias de los Mayos. A pesar de estas conexiones, los Guarijíos han logrado mantener una identidad cultural propia, definida por sus tradiciones, su idioma y su forma de vida, basada en la caza, la pesca y la recolección.

La conexión con la tierra: un modo de vida ancestral.

Durante más de 200 años, los Guarijíos han practicado la agricultura en sus tierras, cultivando alimentos de manera sustentable. Aunque en la actualidad enfrentan la presión de la expansión agrícola y ganadera, siguen defendiendo su derecho a las tierras que han ocupado durante siglos.

La naturaleza juega un papel central en la vida diaria de los Guarijíos. Sus tradiciones, festividades y rituales están profundamente conectados con su entorno natural. La caza y la pesca, por ejemplo, no solo son actividades de subsistencia, sino que también forman parte de rituales que celebran la relación entre el ser humano y el mundo natural.

Sin embargo, la pérdida de sus tierras tradicionales y el avance de la modernidad han impactado severamente su modo de vida. Los Guarijíos se enfrentan a la difícil tarea de adaptarse a los nuevos tiempos sin perder su esencia, una lucha constante por preservar su cultura en medio de un mundo en cambio.

Referencias históricas: contacto con los jesuitas y rebelión indígena.

El primer contacto registrado de los Guarijíos con los misioneros jesuitas ocurrió alrededor de 1620, cuando los colonizadores españoles iniciaron la evangelización de la región. Fue entonces cuando los jesuitas comenzaron a interactuar con los Chínipas, y más tarde atrajeron también a los Guarijíos. Esta etapa de contacto inicial estuvo marcada por un proceso de asimilación cultural y resistencia indígena.

En 1632, los Guarijíos se unieron a una rebelión indígena contra la colonización española. Junto con los Chínipas y Guazapares, se levantaron en armas contra la imposición de las misiones jesuitas y la ocupación de sus tierras. Este conflicto resultó en la muerte de dos misioneros, lo que desencadenó una brutal represión por parte de las autoridades españolas.

Como consecuencia, muchos Guarijíos fueron desplazados de sus tierras originales en Sonora y se trasladaron a la sierra de Chihuahua. Este desplazamiento dio lugar a la división del grupo en dos núcleos principales: los Guarijíos que permanecieron en Sonora, cuya lengua se asemeja más al cahíta, y los que se asentaron en Chihuahua, más relacionados con los Tarahumaras.

La cosmogonía guarijía: una visión mágica del mundo.

La cosmovisión de los Guarijíos está profundamente influenciada por sus creencias ancestrales y la conexión con otras culturas indígenas, como los Tarahumaras y los Mayos. Su tradición oral está llena de mitos y leyendas que explican fenómenos naturales y enseñan valiosas lecciones sobre el equilibrio entre los seres humanos y la naturaleza.

Entre sus relatos más conocidos está la leyenda de una pareja de gigantes que aterrorizaba a su comunidad devorando niños. Según el mito, los Guarijíos lograron deshacerse de los gigantes invitándolos a un festín, donde los engañaron con un platillo de chilicotes (Erythrina flabelliformis) que resultó letal para ellos.

Otro mito narra la historia de la wajura del Río Mayo, una serpiente gigante que formaba remolinos en el río, arrastrando a los incautos al fondo. Para enfrentarse a la wajura, los Guarijíos pidieron ayuda a los maynates (cantores sagrados), quienes lograron derrotarla.

Consecuencias de la rebelión y el aislamiento.

Tras el levantamiento de 1632, la presencia guarijía en la región comenzó a diluirse, en parte debido al desarrollo de la ciudad de Álamos. La minería y la ganadería transformaron la región, y muchos guarijíos se vieron obligados a aislarse en las sierras para evitar ser absorbidos por la expansión de la Nueva España.

Esta situación de aislamiento les permitió, en cierto modo, conservar su identidad cultural. A diferencia de otras etnias que se integraron al proceso de mestizaje, los Guarijíos mantuvieron sus tradiciones, su idioma y su sentido de pertenencia. Sin embargo, con la llegada de haciendas y grandes fincas en el siglo XIX, muchos Guarijíos fueron convertidos en peones acasillados, una forma de servidumbre que perduró hasta bien entrado el siglo XX.

Eventos recientes: recuperación de tierras y cultura.

La historia reciente de los Guarijíos está marcada por una serie de acontecimientos que han sido fundamentales en su lucha por recuperar su identidad y su territorio. En 1973, un grupo de guerrilleros de la Liga Comunista 23 de Septiembre se asentó en la zona guarijía, conviviendo con los indígenas hasta que el ejército federal intervino en 1975 y acabó con el grupo rebelde.

Ese mismo año, el gobierno mexicano tomó conciencia de la existencia de los Guarijíos gracias a una denuncia presentada por el canadiense Edmundo Faubert, quien había trabajado con ellos en la comercialización de artesanías. Este evento abrió las puertas para la creación del ejido Guajaray en 1976, lo que permitió a los Guarijíos recuperar parte de sus tierras.

Hoy, los Guarijíos continúan su lucha por mantener viva su cultura. En 2022, los siete gobernadores guarijíos de Sonora presentaron el Plan de Justicia del Pueblo Guarijío-Makurawe, solicitando al gobierno mexicano soluciones integrales para la educación, infraestructura y economía de sus comunidades.

El idioma guarijío: una lengua en peligro de extinción.

El idioma guarijío es parte de la familia uto-azteca, específicamente de la rama taracahíta. A pesar de que solo alrededor de dos mil personas lo hablan actualmente, la mayoría de ellas bilingües en español, sigue siendo un elemento clave en la preservación de la identidad cultural guarijía.

Una de las particularidades del idioma es su orden sintáctico Objeto-Verbo-Sujeto, una estructura poco común entre las lenguas naturales. Además, la cultura guarijía ha encontrado formas innovadoras de mantenerse vigente, como la producción discográfica «Fiesta Makurawe», grabada por músicos guarijíos sonorenses en 2019 para promocionar su música festiva tradicional.

Una lucha que continúa.

La historia de los Guarijíos es una historia de resistencia y supervivencia. Desde su rebelión contra los misioneros jesuitas en el siglo XVII hasta su lucha contemporánea por los derechos territoriales y la preservación de su lengua y cultura, los Guarijíos han demostrado una tenacidad admirable. Aunque los desafíos siguen siendo grandes, este pueblo continúa levantando su voz, defendiendo su identidad y reclamando su lugar en el mundo.

Por: Gorki Rodríguez.

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