En la ciudad de Monterrey, en el año de 1974, el profesor Belisario Rodríguez y un grupo de compañeros, también profesores, fundaron en el comedor de la casa del profe Belisario, una biblioteca pública, que contaba con más de mil libros y un pequeño museo de fósiles.
Jiménez Chihuahua (Historias).- En el año de 1974, el profesor Belisario Rodríguez López en compañía de otros colegas profesores, del municipio de Monterrey, capital de Nuevo León, abrieron una biblioteca pública en el comedor de la casa del profe Belisario, la cual contaba con más de mil ejemplares de libros, más de 200 piezas de fósiles, minerales y arte que estaba a disposición del público en general.
La biblioteca estaba ubicada en, Las Nuevas Colonias de la ciudad de Monterrey, calle Martín de Zavala; biblioteca que fue motor del conocimiento, de una de las colonias más marginadas de Monterrey y que en su momento llegó a recibir a más de 400 personas semanalmente, impulsando la lectura y la concientización de las masas.
Fundada en el año del 1974 por los profesores, Belisario Rodríguez, Raúl Murillo, José Gonzales y la profesora Graciela Lozano, con el objetivo de promover la lectura en Las Nuevas Colonias y colonias aledañas, en donde los habitantes no tenían acceso a una biblioteca pública, ya que los libros en aquel entonces eran fuente de riesgo para el Gobierno de México.
Durante las décadas de los 60´s, 70´s y 80´s, la lectura, conocimiento y difusión de ciertos materiales, como literatura internacional, en especial los textos de Carl Marx, eran considerados por el gobierno del PRI como una campaña subversiva en contra de las instituciones gubernamentales, dado que el conocimiento es semilla de la liberación.
Todo tipo de literatura subversiva de tendencia de izquierda o que ponía en riesgo la integridad de la nación, quedó en el registro de los archivos de la extinta Dirección Federal de Seguridad y en el Archivo General de la Nación, donde se encuentra material de una época, donde México experimentó una serie de cambios sociales a través de la lucha armada y pacífica, mayormente protagonizada por el sector estudiantil.
“Ante la falta de espacios por parte del gobierno, decidimos empezar la biblioteca en el comedor de la casa, modificamos parte del comedor y el acceso, y comenzamos a montar la biblioteca”, plática el profesor Belisario Rodríguez.
“No solamente teníamos la pura biblioteca, también contábamos con un museo de fósiles y minerales, ya considerábamos que un museo era muy necesario para el alumno y la sociedad, porque debe haber una conexión y vivencia propia con lo que están leyendo y lo que ven, y este era otro de los métodos de aprendizaje, el museo”.
La fundación y funcionamiento de la biblioteca, quedó en el registro de un recorte de periódico rescatado por Edgar Favela, cuyo recorte narra que, “Rodríguez señaló que decidieron ubicar la biblioteca en esa colonia, al observar que los alumnos no contaban con un lugar de diversión, investigación y entretenimiento”.
La biblioteca más cercana es la del IMSS, y trabaja de cuatro a ocho de la noche, luego está la Franklin, que solamente es para mayores de 16 años y posteriormente la Ciudadela que siempre está llena.
El servicio que prestamos comenta el Profesor Belisario, es totalmente gratuito y no tiene ningún costo, es una biblioteca pública para todo mundo.
La biblioteca estuvo en funcionamiento desde el año de 1974 y hasta finales de 1980, tiempo en donde los profesores tuvieron que salir de la ciudad en busca de otras oportunidades, pero siempre con la visión de ayudar al prójimo y seguir con la tarea de las luchas sociales y la concientización del pueblo.
El profesor Belisario emigró del estado norteño de Nuevo León, al otro norte de la República Mexicana, el estado de Chihuahua, lugar donde continuó su carrera como profesor y luchador social.
Parte de la evidencia de lo que un día fue una biblioteca pública, en uno de los sectores más marginados y olvidados por el gobierno en Monterrey, “Las Nuevas Colonias”, quedó en el registro de investigación por parte de Edgar Favela.
Acabó de descubrir estas notas de 1974 y del 28 de diciembre de 1979: donde mi tío y unos camaradas anuncian la formación de una biblioteca comunitaria y posteriormente la constitución de una AC para mantenerla. Al final la biblioteca terminó alejándose en la que fue la casa de mi infancia y de gran parte de mi adolescencia-juventud».
Aunque no me tocó ver esa biblioteca en pie [yo nací en el 82], los vestigios que quedaron: un montón de cajas con novelas, libros de historia y de temas variopintos, además de enciclopedias y una buena parte de la colección de los breviarios del FCE, fueron decisivos y fundamentales para que posteriormente me sintiera atraído por los libros y la literatura.
No les voy a mentir, algunos de esos libros sufrieron mi primera infancia piromaniaca y destructora, pero también es cierto que leí y hojeé muchos de los ejemplares que me sobrevivieron.
Y pues toda esta anécdota sacó una conclusión: la mejor manera de promover los libros y fomentar el acercamiento y gusto por la lectura y la literatura es por el contacto. Si no tienes libros entre tus manos, si no sabes cómo son, cuánto pesan, a qué huelen e incluso si no experimentas la sensación de rayarlos y hasta destruirlos, es bien difícil que aprendas a valorarlos y quererlos.
«Y vaya, por supuesto que siempre será mejor contar con una guía y acompañamiento, pero, en principio, para apreciar los libros y la literatura, tienes que estar rodeado de ellos; aunque, tanto en el comienzo —y seguramente al final— tan sólo sea para destruirlos”, Edgar Favela.
Fotografía: Edgar Favela.