Fotografía: Archivo.

Después de recorrer las calles, oficinas gubernamentales y juzgados civiles ofreciendo sus servicios, Cano finalmente se estableció en la Plaza Principal de Parral, donde realiza su labor diaria desde las 8 de la mañana hasta las 7 de la tarde.

HISTORIASMX. – En una conmovedora muestra de empatía y dedicación, el profesor Víctor Manuel Cano ha pasado de las aulas de clase a los pasillos de la vida cotidiana, convirtiéndose en un ángel guardián para jóvenes estudiantes y familias necesitadas en el municipio de Parral.

Después de dedicar 30 años de su vida a la enseñanza en tres escuelas primarias de la región, el profesor Cano se jubiló hace dos años, pero lejos de descansar en su merecido retiro, decidió seguir activo y contribuir al bienestar de su comunidad de una manera única.

«El cuerpo se hizo para trabajar, lo que no se usa se deteriora», explica con humildad el profesor Cano, reflejando su firme convicción de mantenerse activo y útil incluso después de la jubilación. Con esta mentalidad, buscó nuevas formas de servicio y encontró una oportunidad inesperada en la actividad de «boleador» de zapatos.

Después de recorrer las calles, oficinas gubernamentales y juzgados civiles ofreciendo sus servicios, Cano finalmente se estableció en la Plaza Principal de Parral, donde realiza su labor diaria desde las 8 de la mañana hasta las 7 de la tarde. Sin embargo, su trabajo va más allá del simple acto de lustrar zapatos; cada cepillada es un gesto de solidaridad y apoyo para aquellos que lo necesitan.

Las ganancias que obtiene de su labor no se destinan a su propio beneficio, sino que son utilizadas para apoyar a jóvenes estudiantes y familias en dificultades económicas. Ya sea para pagar cursos de preparación o para ayudar en situaciones de emergencia, el profesor Cano utiliza sus ingresos para hacer una diferencia tangible en la vida de aquellos que lo rodean.

«Es importante ayudar a quien lo necesita», enfatiza el profesor Cano con humildad. Su historia es un recordatorio conmovedor de que, incluso después de la jubilación, el espíritu de servicio y la empatía pueden seguir siendo una fuerza poderosa para el bien en nuestra comunidad.

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