En la apacible ciudad de Jiménez, Chihuahua, se alza majestuoso un testigo silencioso de la historia y el trabajo arduo de generaciones pasadas: el Molino Harinero Río Florido.

HISTORIASMX. – Situado justo al pie de la Glorieta del Héroe de Independencia, este coloso de cinco pisos, erigido en 1919, ha sido testigo de momentos de bonanza, tragedia y transformación a lo largo de los años.

Guardián de la Bonanza.

El Molino Harinero Río Florido nació en la época de bonanza agrícola de Jiménez, cuando los campos de trigo eran tan frondosos como la calzada que lo rodea. Este gigante no solo procesaba el trigo, sino que también era un pilar económico en la región, proporcionando préstamos para siembras y garantizando el sustento de agricultores y trabajadores locales. Su presencia simbolizaba la prosperidad de la región, ganándose el título de «La Puerta de Oro del Estado Grande».

Heridas de Guerra.

Pero la vida del Molino Harinero Río Florido no fue solo de bonanza. En 1929, durante la Revolución Mexicana, el edificio fue utilizado como escudo por los revolucionarios, sufriendo daños severos y manchándose con la sangre de aquellos que buscaron refugio en sus muros. En 1930, tras ser totalmente destruido, se reconstruyó como un testamento de la resistencia y la resiliencia del pueblo de Jiménez.

Testigo del Dolor y la Esperanza.

A lo largo de los años, el Molino Harinero ha sido testigo de momentos de dolor y esperanza. Desde la explosión de julio de 1972 en la estación de tren, que sacudió sus cimientos, hasta las lágrimas y los lamentos de aquellos que sufrieron en su interior. Pero también ha sido testigo de la alegría y el sacrificio de quienes llevaron el pan a sus hogares gracias al trabajo en el molino.

El Alma del Gigante.

Aunque solo sea un edificio de piedra y cemento, el Molino Harinero Río Florido tiene un alma que se refleja en sus paredes gastadas y sus pisos de madera marcados por el tiempo. Al recordar las vidas perdidas y los sacrificios realizados en su interior, uno puede sentir la presencia de aquellos que lo habitaron, haciendo eco de sus historias y sus sueños.

Una Llamada a la Dignidad.

Hoy en día, el Molino Harinero Río Florido yace en silencio, sus entrañas arrancadas y su maquinaria silenciosa. Pero aún así, sigue erguido como un símbolo de la historia y la identidad de Jiménez. Es nuestra responsabilidad recordar su legado y trabajar para devolverle la dignidad que se merece, restaurando este monumento histórico para las generaciones futuras. Que su historia y su valía nunca se desvanezcan en el olvido, y que el Gigante Silencioso de Jiménez siga siendo un faro de nuestra historia y nuestra identidad.

Fotografía: HISTORIASMX.

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